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A talento gana el Armani (101-87)

  • El Unicaja deja que el Armani se sienta cómodo y lo paga con el mayor tanteo adverso de la temporada

  • Hace falta subir el nivel para pensar en algo más que competir en la Euroliga

Todo lo que advirtió Joan Plaza en la previa de que no se podía hacer para ganar en el Mediolanum Forum se llevó a cabo. El Unicaja quiso ganar a meter más canastas que el AX Armani. Y a talento gana el cuadro italiano, que lo tiene por arrobas. No llega ahí el equipo malagueño. De alguna manera, los dos partidos contra la histórica Olimpia han retratado por dónde deben ir los tiros. 74-71 en Málaga, gana Unicaja. 101-87 en la vuelta, vence el Armani. Puede ganar el Unicaja partidos en tanteos altos porque no está exento de peligro. Pero perderá más que ganará a estos niveles. La defensa es el santo grial de Joan Plaza y esta plantilla. El rival puede tener un día certero, que lo tuvo. El error fue permitir que muchos jugadores distintos cogieran un grado de confianza y comodidad en el encuentro que propició que cuando quiso remendarlo el Unicaja ya era tarde. Si un rival mete 15 triples y lanza por encima del 60% en tiros de campo ganar exige un nivel ofensivo superlativo. Y no, no llegó a ese nivel el Unicaja anoche.

De alguna manera, el equipo malagueño se va poniendo su techo en la competición europea. Tras cuatro victorias seguidas han llegado dos derrotas. Sigue a una distancia abordable el play off, pero con este ritmo de suma es inviable llegar. Dejarse victorias en campos abordables lastra las opciones de pelear. No es una exigencia estar, pero sí combatirlo. Lo admite el propio técnico.

El partido valió para señalar a algún jugador. Pasan las semanas y la intrascendencia de McCallum preocupa. Un triple en carrera desde nueve metros sobre la bocina del descanso fue su única canasta. En situaciones de juego roto puede brillar, pero en la jugada a jugada se pierde, no produce. Uno de los candidatos al puesto de base que estudió la secretaría técnica estaba ayer enfrente. Jordan Theodore hizo un partido fenomenal (14 puntos y 11 asistencias) y también fue delator de la inoperancia de McCallum. En el lado opuesto, Soluade pidió paso con 10 minutos brillantes para darle resuello a Nedovic. No desmereció a Salin, diríase que al contrario. Piernas frescas y brazos rápidos para robar, dos contraataques, un triple... Mucha actividad, que con la acumulación de partidos debe hacerle crecer en minutos y presencia en pista. Tampoco Milosavljevic arranca, se queda a medio camino.

Puede sonar a herejía después de 22 puntos, pero Nedovic debe aportar más. Su talento desbordante y natural para anotar no debe descuidarle de otras facetas. Si iguala a puntos con su defendido, aunque sea pata negra como Goudelock, tampoco es un gran negocio. Seguramente a estas alturas sea difícil que corrija sus tics en defensa, pero debe ponerse porque descompensa al equipo con demasiada frecuencia.

Quizá confundió lo fácil que anotó el Unicaja en los dos primeros ataques, con un Brooks estelar (19 puntos, los 17 primeros sin fallo). Vino un parcial de 12-0, ampliado a 16-2, con 31 puntos recibidos en el primer cuarto. Plaza reactivó al equipo con el quinteto de guardia, Alberto y Suárez como reactivantes defensivos. Se les añadió un muy activo Soluade. Perdía el Unicaja (31-22) al final del primer cuarto e intentaba engancharse. La tercera falta de Waczynski llevaba a pista a Dani Díez. Goudelock engrasaba y metía triples (cuatro sin fallo de arranque), algo esperable. Hacía el acordeón el Unicaja, perdía por 11 a falta de 30 segundos para el descanso, pero un canastón de Nedovic y un triple desde nueve metros sobre la bocina de McCallum cambiaban la cara al descanso (50-44). El 8/12 en triples del Armani y el 5/7 del Unicaja desde la distancia disparaban un marcador que debía bajarse para multiplicar las opciones del Unicaja.

Salió el Unicaja otra vez enchufado del vestuario, con un 0-7 de parcial con un triple de Nedovic y dos canastas de Augustine que le devolvieron la ventaja en el marcador (50-51), pero fue efímera y la última ventaja del encuentro. Kuzminskas explotaba su talento. Se sentía cómodo el Armani, con varios jugadores productivos en ataque. Y resultaba engañosa la mejoría defensiva cajista. Metía todo el mundo en el equipo milanés, con la confianza desbordante. Y eso lo convertía imparable. Theodore se iba de Alberto Díaz con facilidad y no llegaba la ayuda. (79-71 al final del tercer cuarto). 60 puntos en contra en los cuartos impares...

No hubo remisión. Peleó el Unicaja hasta los tres minutos finales, en los que se acabó dejando ir para encajar la mayor derrota desde hace dos meses, cuando cayó en Madrid, su rival mañana, por 32 puntos. Fueron 14 y quedó la sensación fea de que, esta vez sí, se podía haber hecho más y que la aproximación del equipo no fue la correcta. Hay revancha rápida, es lo bueno de este calendario despiadado. Por dinero, lo normal es perder en Milán. Pero queda un regusto amargo.

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