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Una compra de fe

  • El Unicaja consigue una valiosísima victoria en Estambul forjada en un gran cuarto final

  • Nedovic despierta en la segunda mitad para liderar la remontada

Suárez captura un poderoso rebote ante Dunston.

Suárez captura un poderoso rebote ante Dunston. / fotos: sedat suna / efe

En el Gran Bazar de Estambul se puede comprar de todo, lo más inimaginable. Imitaciones, especias entre cientos de opciones y hasta camisetas de la DDR. El Unicaja optó por comprar fe no muy lejos, en el Sinan Erdem Arena. Majestuoso pabellón que se queda enorme para la escuálida afición del Anadolu Efes, probablemente el equipo con el factor cancha de menor impacto en toda la Euroliga, sin una masa social grande futbolera detrás pese a su larga pervivencia en la élite. Allí supo el Unicaja tenerse en el partido. Hizo dos grandes cuartos para empezar y para acabar pero entre medias fue con la lengua fuera para mantenerse en el encuentro. La victoria (74-79) es esencial para, utilizando el símil tenístico, recuperar el saque perdido con la derrota ante el Bamberg en casa. 2-3 es el balance tras dos partidos en casa y tres fuera. Y 0-5 el de un rival con jugadores de calidad pero que aún no fluyen. Un mal habitual en el cuadro estambulí, con altas inversiones pero sin una espina dorsal.

La victoria sirve para enlazar dos, que siempre reconforta, y para recuperar parte de esa fe que se había perdido tras cuatro derrotas seguidas, algunas sin competir lo más mínimo. Era un lugar propicio para sacar un triunfo y el Unicaja tuvo los nervios fríos para no desesperarse, como hacía Nedovic al principio del tercer cuarto cuando aún no había anotado. También para no caer en la frustración cuando el rival acumulaba rebotes de ataque sin parar. Es el serbio un jugador referencial para este Unicaja. Muchas veces él es la línea entra la vulgaridad y lo extraordinario. Lo de vulgar se entiende en un contexto de máxima exigencia como es la Euroliga, donde, si se pretende competir, hay que subir escalones corriendo, no andando. Nedovic canalizó positivamente su frustración a partir de entonces. Hasta el minuto 24 no anotó su primera canasta. Acabaría el partido con 13 puntos y ocho asistencias (más no menos de cuatro pases que dejaron en posición clara a sus compañeros y no culminaron). El cemento del equipo no es Nedovic, pero sí quien encala la fachada y le da lustre.

Evidentemente, no gana un jugador solo. Varios cajistas estuvieron en su mejor nivel en el cuarto final. Antes, había sostenido Shermadini, 13 puntos en 14 minutos en pista. Tiene muchos puntos el georgiano, pero también sus taras defensivas. Se enzarzó en un duelo con Vladimir Stimac. Hablaba el pívot serbio en estas páginas de su motivación antes del encuentro y lo demostró, con 17 puntos y 11 rebotes. Hiperactivo, no se le pudo detener hasta el final. Suele pasar que los ex rinden bastante en estos duelos. Krunoslav Simon, mucho talento en esa mano izquierda, cerró el hueco que había abierto Shermadini (de 13-21 a 31-28) con la ayuda de Stimac.

Un factor marcó el guion del partido, el rebote de ataque del Efes. Habitualmente, también Perasovic en la previa, apuntan la gran fortaleza del Unicaja en el rebote de ataque como su característica más reseñable. Nada menos que 22 (46 en total, por los 36 de los de Plaza), más de uno cada dos minutos, firmó el Efes, con mención especial para Dunston y Stimac. Cierto es que había momentos en que la táctica del equipo turco era tirar para que se produjera la rifa tras el choque con el aro. Da idea del terreno en el que se mueve el Unicaja, de la capacidad física y atlética de los equipos. Y también de que es una responsabilidad coral, no sólo de los pivots.

Hay quien le puede quitar valor al triunfo del Unicaja desde el punto de que el juego no fue brillante. A falta de una fluidez alta, hay que apelar a la competitividad. Y el Unicaja la tuvo en Estambul. Tras llegar al descanso igualado (35-35 tras un cuarto con sólo 10 puntos anotados tras encasquillarse el triple), el equipo de Plaza sufrió bastante. 7-0 de salida adverso.

Remaba el Unicaja, pero el Efes llevaba el ritmo, le costaba mucho anotar al Unicaja. Y se iba marchando ante la impotencia cajista, con la pegada del interesante australiano Motum, que ya descolló el año pasado en el Zalgiris. Precisamente el aussie metió un triple que marcó la máxima diferencia del Efes (62-53). Ahí estuvo el punto de inflexión del partido. Era cuestión de creer o no y el Unicaja tuvo fe. McCallum portó la bandera. Un robo, una asistencia, un reverso y un triple del americano, hasta entonces errático. Suárez, se fajó enorme pese a los rebotes rivales el capitán, y Nedovic también sumaron de tres. El de Nedo, en carrera y sin rebote, es de esos de puerta grande o cárcel (64-66). Pero salió bien, las musas habían llegado. Plaza colocó una zona para proteger la sangría reboteadora. Repartió juego Nedovic, que dio de comer a un Augustine muy fiable en estos trances y metió otro triple para liquidar el partido. Así son los genios, desesperan a veces, pero al final dejan en mal lugar si se duda de ellos.

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