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La tijera que se abre

  • Unicaja y Baskonia vuelven a reencontrase, aunque cada uno en un escalón diferente

  • Los vitorianos se hicieron un hueco fijo entre la élite continental

Johannes Voigtmann, en la jugada que decidió el partido de Liga Endesa celebrado en el Carpena entre el Unicaja y el Baskonia en la presente campaña.

Johannes Voigtmann, en la jugada que decidió el partido de Liga Endesa celebrado en el Carpena entre el Unicaja y el Baskonia en la presente campaña. / acb photo

Históricamente en la ACB ha habido carreras de fondo para colarse tras la senda de Real Madrid y Barcelona, grandes dominadores desde sus inicios. Mucho tiempo lleva el Unicaja en la pelea, viéndose incluso por encima en algunos instantes. No cesa esa batalla en estos días, aunque se partieron los perseguidores en un par de escalones.

En el tercero está el club de Los Guindos, por debajo también del Baskonia, ahora su rival en el play off. Se descabalgó el conjunto malagueño, que miró de tú a tú a los vascos en la década anterior, pasándose títulos de unas manos a otras. Abriéndose paso en Europa, ambos disputaron Final Four, combatieron por varios títulos nacionales, tanto Liga Endesa como Copas del Rey. Perdieron el paso los cajistas, hoy en un peldaño inferior.

Marcelinho Huertas es fiel reflejo de la brecha que separa a vitorianos y malagueños hoy día

La génesis de este desequilibrio puede acotarse a febrero de 2009 en Madrid, cuando los azulgrana se impusieron en el torneo copero. Los de Dusko Ivanovic venían al alza tras ganar la ACB y la Supercopa y confirmaron su supremacía en la capital tras un thriller resuelto en la prórroga con Pete Mickeal de héroe. Unos cogieron impulso y otros iniciaron el descenso. El Baskonia sumaría un nuevo entorchado liguero una temporada después con la canasta icónica de San Emeterio al Barça. El Unicaja iniciaría una peregrinación por el desierto, un trienio negro. Encadenó tres ausencias coperas y dos del play off de la Liga Endesa, en la época más oscura del pasado reciente. Se creyó en Plaza para recuperar el estatus y se acertó, asentándose la institución con asiduidad entre los cuatro mejores de España y con buen papel en Europa. De hecho, se volvieron a abrir las vitrinas con la Eurocup y se regresó a la Euroliga solo una temporada después del adiós tras 15 años de participaciones regulares. Solo mancha el expediente una falta en la Copa de A Coruña en 2016. Recuperó terreno, pero el Baskonia supo custodiar su caché.

La disparidad entre ambos clubes debe medirse desde dos prismas, el deportivo y el económico. En el primero, el desequilibrio resulta evidente. Los de Vitoria tienen asegurada la Licencia A en el máximo torneo continental por 10 años, quedando aún ocho para que caduque. A la velocidad con la que avanza la competición, en serio riesgo de absorber a las ligas domésticas, estar en el vagón de cabeza de forma estable es una garantía de crecimiento constante. Además, el club está bien valorado por la organización que preside Jordi Bertomeu, que le otorgó la organización de la Final Four de 2019. Hace tres temporadas se coló entre los cuatro mejores y en los dos últimos años, con el nuevo formato, en ambos accedió al play off, lo que habla de su buen rendimiento. Por el contrario, el conjunto malagueño debe ganarse curso a curso su presencia en la Euroliga, con la complejidad que implica. Exige una alta puntualidad en ACB o ganar la Eurocup, vía ya recorrida. Esta constante alternancia no favorece la solidez de un proyecto en dinámica ascendente, permitiendo tribulaciones económicas según los logros deportivos. De ahí la intensa guerra con Valencia Básket, en la que también intenta asomar la cabeza el Gran Canaria.

A hilo de ello, también cabe reseñar la diferente filosofía de cada institución para regenerarse a inicios de cada verano. En los vitorianos existe un modelo impuesto de club, un patrón que es el esqueleto de cada proyecto. La gran prueba es la distinta forma de entender el baloncesto de sus últimos entrenadores, entre ellos Sito Alonso, Prigioni, Perasovic, Pedro Martínez o Scariolo. No marca esto las diferencias, pero sí parece que esa virtud de renovarse ante la pérdida de sus referencias cada estío le hace no perder metros con la élite europea. En el otro extremo bailan los malagueños, que forman plantillas más de autor. Muestra palpable es la era Plaza, con destacado protagonismo del técnico en cada confección.

En el apartado financiero la brecha también es amplia. El Baskonia maneja un presupuesto de alrededor 18 millones, por los 13 del Unicaja. No obstante, el nuevo patrocinio de la casa de apuestas vasca Kirolbet supondrá un nuevo aumento, ya confirmado por Querejeta para la próxima campaña. El cajista puede decrecer si no disputa Euroliga, por lo que la tijera puede abrirse más. Los vascos cuentan con el apoyo del Alavés, perteneciendo ambos al mismo grupo empresarial. El club de fútbol aporta un 4% de su montante económico, que asciende a algo más de dos millones de euros, cantidad que en baloncesto resulta diferencial. Además, en esta simbiosis se atisba un crecimiento destacable, después de que echasen sus redes en el extranjero con acuerdos con entidades internacionales como el Sochaux de Ligue 2. Además, las ya conocidas ventajas fiscales -muy beneficiosas- que ofrece la Hacienda Foral de Vitoria también les dejan en posición preferente a la hora de construir.

Un nombre en el que confluye esta brecha es Marcelinho Huertas, objeto de deseo el verano anterior de ambos. A Málaga llegaba con la vitola de primer base y a Vitoria como suplente de Granger, teniendo mejores emolumentos. El resultado pudo ser mejor o peor, pero su nombre es fiel reflejo del escalón. Desde mañana la pista dicta sentencia, aunque parece evidente que no parten a la misma altura en la parrilla de salida.

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