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Análisis 'Uncharted: El legado perdido'

  • La vida sin Nathan Drake también es maravillosa.

Nathan Drake se ha retirado. Ha llegado el momento de dejar a un lado las aventuras en exuberantes tierras, vastos entornos y populosas urbes, entre piratas de fábula, antiguos dioses, y maravillosas ciudades olvidadas. Durante sus viajes, el caza tesoros de la familia PlayStation se ha ganado parte del corazón de muchos jugadores. Pero con el final de los avatares de Nate y la llegada de nuevos protagonistas hemos aprendido muchas cosas. Esta nueva perspectiva se la debemos a Uncharted: El legado perdido, que Naughty Dog presentaba como una expansión independiente de la última entrega de la franquicia y, a la postre, la definitiva aventura sobre la azarosa vida profesional del héroe. Entre las primeras conclusiones del contenido se deduce que El legado perdido es mucho más que una expansión e inevitablemente incomparable a un paquete de elementos extra. Lo vemos con más profundidad a continuación.

La vida sin Nathan Drake también es maravillosa

Uncharted: El legado perdido, exclusivo para PlayStation 4, se debe tratar como una experiencia en sí misma, capaz incluso de rivalizar, en términos de variedad, riqueza y vitalidad con la serie principal. Es difícil admitirlo, pero con el juego también hemos descubierto que la saga podría existir y sobrevivir incluso sin Nathan Drake. El legado perdido, para entender la magnitud, no se limita a sustituir a su indiscutible protagonista, aunque mantiene a grandes rasgos casi todos sus elementos con impoluta pulcritud, incluso con el aporte de escenarios exóticos y parajes prohibidos. Tampoco se diferencia en la rara habilidad del estudio para combinar con acierto dosis de humor, drama, acción y exploración en constante equilibrio.

Estas características y otras muy similares se incorporan y reinventan en El legado perdido, que, a su manera, recoge y adapta las mecánicas típicas de la serie. Al hacerlo, la nueva aventura supone al mismo tiempo el final y el posible renacer de un viaje que ha durado una década desde su estreno en PlayStation 3. El final, porque actualmente es único exponente anunciado de la saga; el renacimiento, porque podría representar el comienzo de una nueva línea para la marca y es la demostración palpable de que se puede continuar sin su máxima seña de identidad. Lo más importante en todo caso, es que como sucedió desde la primera entrega, en el centro se mantiene el deseo de la desarrolladora de seguir asombrando con épicas y extraordinarias aventuras.

Al intrépido Drake le sustituye una belleza que siempre es un placer admirar, Chloe Frazer, la cazadora de tesoros australiana que estrenaba papel en Uncharted 2 -como algo más que compañera de profesión de Nathan- y que ahora reclama toda su gloria en El legado perdido como principal protagonista del contenido autónomo. A su lado nos encontramos con otra gran figura femenina de la serie, Nadine Ross, de la cual no guardamos muy buen recuerdo del reciente Uncharted 4. Dos mujeres llamativas, inteligentes, combativas y peligrosas, tan sólo unidas por un único objetivo: encontrar el Colmillo de Ganesha, una antigua reliquia india. Aunque ambas sienten una tremenda propensión para los negocios imposibles, la fuerte personalidad de cada una permite una relación tan interesante como inestable.

Chloe tiene un carácter más salvaje, irregular y arriesgado que Nadine, más rígida y calculadora. La unión de dos personalidades tan similares, y al mismo tiempo tan diferentes, es el motor que permite olvidarnos del bueno de Drake y disfrutar sin prejuicios de una aventura que encuentra un espacio en el humor para aplicar toques emocionales suaves, pero con un rango mucho más amplio y profundo que en Uncharted 4.

La trama de El legado perdido, en definitiva, fluctúa constantemente entre la acción, los momentos serios y el buen humor, con guiños a personajes y situaciones conocidos por los seguidores de la franquicia. En esta ensalada narrativa de diferentes sabores, el guion acelera y frena sin fisuras, de un modo que se percibe natural. La aventura, eso si, carece de la orla épica que adorna la entrega de despedida, pero en cambio nos invita a conocer la historia de una nueva asociación -con invitado especial-. Esto no significa que se descubran más detalles sobre los secundarios que en episodios anteriores, simplemente parece que llegó el momento de centrar el foco sobre ellos y sus historias.

Tráiler 'Uncharted: El legado perdido'

Nuevos personajes, similares sensaciones

Si entramos en la parcela jugable, el control de Chloe es prácticamente igual que dirigir los movimientos de Nathan, pero algo más dinámico. Es decir, las sensaciones son casi idénticas: excelentes animaciones para la exploración, refinada escalada dinámica y precisión en los feroces tiroteos. Como ya adelantábamos, durante sus aproximadamente ocho horas de juego, se repiten elementos y situaciones extraordinarias que han quedado grabados en la memoria colectiva de los jugadores. Las transiciones entre estas secuencias están marcadas por una elegancia indiscutible, que nace desde un sentido magistral de la medida y el equilibrio entre las partes. Sin embargo, aproximadamente a la mitad de la obra, asistimos a un cambio importante en la fórmula de la franquicia que nos conduce hasta el punto necesario de madurez de una de las novedades más interesantes del cuarto episodio de la serie: la libertad de movimiento. Cuando la región de la India abre sus puertas para ser explorada, también lo hacen sus posibilidades. La belleza de la zona es prácticamente indescriptible y cada lugar, cada centímetro del área, es capaz de transmitir majestuosidad. Podemos pasear a voluntad a lo largo de la considerable extensión tanto a pie como a bordo de nuestro robusto 4x4. Es aquí donde la experiencia Uncharted, por primera vez se percibe novedosa, mucho más sólida y eficiente en comparación con lo que se sugiere en la última aventura de Nathan y Sam. Moverse sin restricciones a lo largo de las exuberantes llanuras de la India imprime un nuevo y dulce aroma a la serie, donde el espectáculo habitualmente se valía de ordenadas y rigurosas pautas.

En esta situación es el jugador quien dicta el ritmo de la exploración y esto se podría interpretar como un abandono de la pauta narrativa clásica, al permitir que el usuario decida en qué sentido y orden actuar. Y en este fragmento de libre itinerancia el juego será así: tendremos la oportunidad de seleccionar el orden para poner fin a una de las tareas principales, e incluso pasar unas horas extra buscando objetos escondidos con la ayuda del mapa. Pero hay más: Chloe y Nadine, también pueden probar suerte con algunos retos secundarios, lo que requiere superar intrigantes rompecabezas con el fin de desentrañar algún misterio completamente opcional.

Combates sin cuartel en parajes majestuosos

El deseo de Naughty Dog de mostrar este contenido autónomo como sistema para probar soluciones innovadoras de juego queda patente desde prácticamente el inicio, con la retirada de muchas de las trayectorias predeterminadas. Esta nueva interpretación entre equilibrio, originalidad y tradición no sólo es capaz de mantenerse, incluso puede -debería- entrar dentro de los cánones de la saga si deciden reanimarla. Armados con un garfio y un pico de escalada, volvemos a aferrarnos a precarias repisas, saltaremos sobre los techos de una metrópoli en el inicio de una guerra urbana, bucearemos entre las cúpulas resplandecientes de ciudades sumergidas, y entraremos en combate, mucho.

En este aspecto se mantienen las secuencias de disparos activas, dinámicas, desafiantes y a veces, casi agotadoras. Sin embargo, Uncharted: El legado perdido también conserva intactos los problemas de inteligencia artificial que persiguen a la franquicia, algunos tan conocidos como el limitado espacio de visión que tienen los enemigos para reconocernos. Lo anterior en todo caso no habría cambiado demasiado el carácter de las impresionantes oleadas de soldados que no dejan un momento de respiro y nos conducen a vivir momentos de mucha adrenalina, ennoblecidos en pantalla por un director de arte en estado de gracia que se permite el lujo de perfeccionar las maravillas plásticas vistas en Uncharted 4, como una vegetación más rica y densa o efectos de iluminación más cálidos y vibrantes que nos dejan un prodigio visual con un nivel donde pocos juegos son capaces de llegar.

Al contemplar Uncharted: El legado perdido, puede dar la impresión inicial de ya haber visto lo mismo en anteriores juegos. Pero la estructura y el diseño de niveles es absolutamente sensacional, además la recreación de la mitología, la ciudad monumental y las fabulosas arquitecturas son el resultado de un estudio muy rico y en profundidad. El resultado final es capaz de secuestrar nuestra mirada con frecuencia, gracias a una belleza escénica que a menudo nos ha dejado sorprendidos. Lo mejor es que tenemos minutos, horas para escudriñar los paisajes abiertos de la India en un intento de localizar los puntos de interés donde Chloe puede hacer una foto con su smartphone. Se trata de una de colección de imágenes diseñadas obviamente para mostrar la majestuosidad de los que son, sin duda, algunos de los escenarios más inspirados de toda la serie.

Conclusiones

Uncharted: El legado perdido contaba con un estrecho margen de confianza que debía superar con una aventura de corte independiente, pero tan solo se han necesitado unos minutos para que las dos exploradoras se llevarán toda nuestra atención. La aventura se puede catalogar como un auténtico episodio de la saga, sin recortar, sin medias tintas y, ante todo, sin excusas por la ausencia de su protagonista.

El ritmo, en combinación con el perfecto equilibrio de sus características, además de la inesperada apertura de una extensa área que ofrece una nueva dimensión al concepto de exploración dentro de la franquicia, hacen de este contenido autónomo algo más delicado que un simple producto extrapolado de Uncharted 4.

El capítulo se las arregla para mantener sin cambios la magnética atracción de la marca incluso con Nathan Drake desaparecido del juego. La oferta de contenidos es perfectamente proporcional a lo que cualquier jugador de la franquicia demanda. Pero tampoco podemos olvidar que El legado perdido tan sólo es la parte final de un pastel que ha durado una década y que ningún jugador debería perderse.

Con la aventura de Chloe y Nadine, por otra parte, la serie Uncharted nos deja -esperemos que no sea así- su testamento final, un legado que no debería perderse y menos si tenemos en cuenta que sale al mercado por algo menos de 40€.

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