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Adolfo, innovador a sus 74 años

  • El cocinero malagueño inicia una etapa como asesor gastronómico de La Bohème, en La Malagueta

  • El local se inaugura a las 21:00

Adolfo Jaime, el cocinero histórico cocinero malagueño en una imagen de archivo.

Adolfo Jaime, el cocinero histórico cocinero malagueño en una imagen de archivo.

Le gusta que le llamen cocinero a secas. Nada de restaurador ni de chef. Es un innovador a sus 74 años. Ahora se atreve con La Bohème, un gastro-music que se inaugura esta noche en La Malagueta. Adolfo Jaime es un histórico cocinero malagueño que después de pasear la comida de esta tierra por Suiza y Francia, tuvo durante casi dos décadas el restaurante que llevaba su nombre en el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso. La puesta en marcha de La Bohème le ilusiona. Será su asesor gastronómico. "Aquí vamos a partirnos el cuello, a dejar el alma; es otro reto más en mi vida", explica. Y luego enumera algunos platos para seducir a su interlocutor: ensalada japo-rusa, tartar de aguacate, canelón de cangrejo rojo con papaya, porra de bogavante...

El establecimiento lleva ya una semana abierto en el local de la calle Vélez-Málaga donde durante muchos años funcionó el restaurante Doña Pepa. "Se abrió el viernes pasado para que los trabajadores se fueran adaptando y supieran dónde están la sal y los cubiertos", cuenta. Desde entonces, La Bohème empieza sirviendo desayunos a las 8:00 de la mañana y acaba a las 24:00 con cenas y música. Hoy, a las 21:00, es la inauguración oficial.

"El local es una joya. Tiene una decoración muy moderna. Ofrece música en directo. Sobre todo en fines de semana. Habrá recitales, actos culturales, exposiciones de pintura... Tendrá un enfoque muy cultural", explica ilusionado el cocinero. Y también desgrana cómo será la carta. "Será otro tipo de cocina. Una cocina fusión muy moderna", adelanta.

El proyecto es un emprendimiento del empresario Damián Caneda, con quien Adolfo ya ha trabajado también como asesor gastronómico en el balneario de los Baños del Carmen. "Cuando me llevó allí en 2015, aquello era peor que el Teatro Romano. Hoy es el punto de mayor innovación gastronómica de Málaga", apunta Adolfo. Desde entonces y hasta el pasado 31 de mayo, el histórico cocinero fue asesor de sus cocinas. Ahora pasa a jugar el mismo papel en La Bohème. "Es que con el balneario y más cosas no podía", se excusa, como si no fuera ya un mérito innovar y emprender nuevos retos a su edad.

El gastro-music tiene una docena de trabajadores como plantilla y mesas para más de 200 personas. Dispone de un salón amplio para 120 comensales, dos reservados (20 y 10), un restaurante pequeño (35) y una terraza exterior (38).

"Yo tengo más ilusión que el pinche de cocina. Llevo en esto desde los 12 años. Es mi vida", sostiene. Cuando se le pregunta si tiene alguna preferencia por los platos que cocina, Adolfo responde: "Todos, porque todos los hago con mucho amor". En el local que ahora ocupa La Bohème funcionó el restaurante Doña Pepa, luego Alma Flamenca y hasta hace unos cuatro meses el Asador del Alcázar. "Damián ha querido darle un giro y ha puesto una decoración muy moderna", comenta.

Cuando Adolfo cerró su restaurante allá por finales de 2010, todos creyeron que sería su retirada de los fogones. Se equivocaron. En realidad, ha seguido haciendo aquello por lo que ha vivido sus últimos 60 años: hacer feliz a los demás a través de los sabores. Adolfo empezó de pinche de cocina a sus 12 años en el ya desaparecido hotel Cataluña, en la Plaza del Obispo. A los 17 emigró a Suiza, donde trabajó en tres hoteles de lujo de Zurich, Lausana y Ginebra. También se pegó a los fogones en el hotel Negresco, en Niza (Francia).

Con más de 30 años, casado, volvió a España. Trabajó entonces como cocinero en el hotel PYR, en Fuengirola; en el Hotel Mijas y en el restaurante Romara, en la capital. En 1993 abrió su propio establecimiento en el antiguo paseo marítimo y lo bautizó con su nombre. Cuando no existían tantas escuelas de cocina ni estrellas Michelin, él arrancó haciendo una cocina de vanguardia. Después de dos décadas, dejó aquel proyecto. Pero asumió otros. No puede estar lejos de su pasión: la cocina.

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