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La travesía de la humanidad

  • Santiago Souviron recorre las edades cofrades del hombre en un pregón de novedosa factura. Empleó una escenografía basada en la sencillez con fotos en blanco y negro

La travesía de la humanidad

La travesía de la humanidad

Las tablas del Teatro Cervantes han tenido el privilegio de albergar, tras el telón de boca de Ferrándiz, a dos autores que han versado a Málaga, sus fiestas y las huellas que éstas dejan en la travesía de la vida. Dede Cortés se alzaba en el Carnaval con su comparsa en un canto a las edades del hombre. Ayer, rompiendo los esquemas, Santiago Souviron cantó a los cuatro vientos las vivencias de la Semana Santa en un pregón rompedor en contenido, desde la más tierna infancia hasta la madurez y muerte de cualquier ser de la humanidad.

Tras el concierto previo donde participaron la capilla musical de Dolores de San Juan y la banda de música de La Paz, que estrenó la marcha Maryam, regalo del pregonero a la Virgen de Gracia y Esperanza, fue Francisco Javier Jurado Coco el encargado de presentar y dar paso a Santi Souviron con un repaso sobre su propia prosa del año anterior y la liberación extraordinaria del preso de El Rico, celebrada en julio de 2017.

Tras un repaso por la ciudad de Málaga a modo de prólogo, a la que el pregonero se dirigió como "esdrújula, mágica", Souviron agradeció a todos los cofrades que le han "llevado en volandas" hasta el escenario para poder comenzar su disertación. El primer mensaje de su pregón fue claro, tal y como ya había anunciado: su contenido innovador iba a pasar por no hablar con detenimiento de cada cofradía, sino que "vengo a hablaros de Semana Santa en su globalidad, de lo que significa ser cofrade, de lo que se siente siendo cofrade en los distintos momentos de nuestra vida o de lo que provoca cualquier cofradía en cualquier rincón a miles de personas".

Tras la declaración de intenciones comenzó su historia. Bajo lumbres anónimas, los sueños de la infancia guiaron la primera parte del pregón entre la fascinación por lo aún desconocido, convertido en leyenda. La mañana del Domingo de Ramos como punto de partida e ilusión para continuar por toda una Semana que termina fundiéndose con la tela de un capirote para reivindicar la figura del nazareno en cualquier momento de la vida: "Porque cuando eres niño, cuando todavía tu inocencia no está contaminada, realmente eres capaz de comprender la grandeza del anonimato. Ahí no existen fronteras, ni edades, ni condiciones, ni culturas. Nadie te pregunta lo que sabes, ni de dónde vienes, ni qué quieres ser de mayor. Eres nazareno".

El pregonero decidió cambiar su escenografía, basada en la sencillez. Tres grandes fotografías en blanco y negro con Málaga, la esencia nazarena y las manos de una Virgen llenaban los paneles mientras una puerta permanecía abierta al fondo. Tras Souviron, centrado en el escenario, una mesa contenía las tapas del pregón, medallas de sus hermandades y una Virgen dolorosa de pequeño tamaño en una hornacina.

Con las advocaciones marianas malagueñas como hilo conductor, con mención a los aniversarios de la Patrona, la rebeldía de la adolescencia y los sentimientos contrariados respecto a la infancia sirven como contexto a la llegada a los varales. La juventud pasó a ser reivindicación para que las hermandades sigan avanzando: "Las cofradías están obligadas a escuchar sus aportaciones y su forma de entender la vida. Especialmente esas generaciones, fundamentales en nuestra historia reciente, que lucharon contra viento y marea reivindicando un hueco para los jóvenes no pueden ser ahora un tapón para quienes pelean por lo que ellos pelearon".

La travesía de Souviron continuó por las tablas del Cervantes con la madurez de la vida. Los problemas y tragedias desgarradoras que los fieles transmiten a sus imágenes devocionales entre barrios, sin distinción, se une al sentido original de las cofradías, el encuentro con el hermano: "El principal patrimonio que tienen las cofradías son las personas. Personas como tú, que han acumulado experiencias, llenas de generosidad, de amor y de valores que se van sumando poco a poco a tu camino y hacen que vayas cada vez mejor acompañado". Con ellas, para el pregonero, se produce la ruptura, el rechazo, las preguntas sin respuesta hacia Dios.

Y, al final, la vuelta a las sendas del Nazareno y la labor del cofrade anónimo que muestra sus manos abiertas al hermano salvan esos sentimientos en el camino del pregonero: "Experimentas nuevas sensaciones y formas de ver, entender y vivir las cofradías. Y ahora, además, las compartes con aquellos que ven en ti el ejemplo en el que crecer, el espejo en el que mirarse. Coges de las manos a tus hijos y te lanzas a la aventura de enseñarles esos valores con los que tú creciste junto a tu padre. Y los vas llevando por el camino de la fe y de las emociones", sentenció Souviron.

Entre la historia, la reivindicación: Santi Souviron vuelve a solicitar un monumento a los cofrades que, año tras año, no llega. El relevo en los cargos anquilosados en el tiempo o la vuelta al capirote tras pasar por el varal ("Coge gozoso tu cirio / siendo luz para el misterio, / escoltando a tus imágenes, / renovando el sacramento / de salir con tu hermandad /hasta que llegue el encuentro".

Al final, la vejez. El trabajo entre bambalinas, con los más necesitados en obras sociales, y el recuerdo a cofrades que dejaron huella como el recientemente desaparecido Antonio Garrido Moraga, de quien Souviron escogió un fragmento de su pregón de 1987.

Santi Souviron guardó para el final la mayor reivindicación: "No olvidéis que nuestra mejor arma es y será siempre el amor, y de ahí nace la hermandad. No podemos renunciar a eso y mucho menos ahora. No se nos puede llenar la boca para defender los valores cristianos de puertas hacia fuera y darle la espalda de puertas hacia adentro".

La emoción, las vivencias, la experiencia y la responsabilidad de hacer posible que la Semana Santa se alce a los cuatro vientos llegaron de la mano de Santi Souviron para convertir las palabras en realidad. Esa que, en apenas siete días, comenzará a escurrirse entre los dedos.

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