Vivir

Cien años del 'Tío de los Capirotes'

  • La cuarta generación de la familia Pérez toma el mando del taller pionero de este producto artesano

El letrero presidido por un capirote rojo marca el tiempo en el corazón de La Trinidad. Se acerca la primera luna llena de primavera y en calle Malasaña se mantiene la tradición de crear cada año una parte de la Semana Santa. La empresa de cartonajes Álamos cumple cien años desde que Antonio Pérez Martínez, el Tío de los Capirotes, comenzase a realizar de manera artesanal los conos con los que dar forma a los nazarenos en 1917. Desde entonces y hasta hoy, cuatro generaciones de la familia han dedicado sus esfuerzos a hacer posible esta tradición.

El taller artesanal de la familia Pérez mantuvo su actividad en calle Álamos, de la que tomaría el nombre, hasta su traslado al barrio de La Trinidad manteniendo su esencia con carteles y fotografías para el recuerdo. Primero, el famoso "tío" mantuvo la empresa; tomaría el relevo su hijo Salvador y de ahí pasaría a las manos de Miguel Ángel Pérez, que llevó la tradición hasta el siglo XXI con la introducción de algunas variaciones en el producto, como una base de tela para que moleste menos en las sienes. Allí, en cuestión de cuatro minutos, una plancha de cartón se convierte en un capirote gracias a un proceso de medición, corte, grapado y encolado que repiten con la maestría que da el tiempo a sus manos. Alejandro Pérez, hijo de Miguel Ángel, heredó recientemente la actividad junto a su familia y a sus 23 años está al frente de una frenética actividad que les lleva a producir unos 2.000 capirotes en la Cuaresma.

"No existe un método fijo, vas viendo cómo se hace y con la experiencia vas aprendiendo los trucos para su creación", comenta Alejandro. Cada año, familias completas mantienen el ritual de volver a su taller para llevarse el cono de cartón, aunque han incorporado recientemente los capirotes realizados con rejilla para dar oportunidad a los clientes que lo reclamen. "Lo que hace diferente nuestro trabajo es que cada capirote hecho aquí está a la medida de la persona que lo lleva, si se presta no queda bien", matiza el joven artesano.

Junto a él se mantiene su familia y algunos elementos tradicionales. La gran grapadora manual con la que cierran los capirotes tiene casi 200 años "y la silla en la que se sientan todos los clientes es la misma que usaba mi abuelo hace ya cien años", explica Concepción Rivera, que encola con celeridad las tiras de papel con las que se culmina la obra. La familia Pérez mantiene en sus manos un elemento esencial de la Semana Santa malagueña: "Más allá de las procesiones este taller es parte de mi familia, por lo que me siento completamente orgulloso de nuestro trabajo", explica Alejandro, heredero de cien años de creación artesana.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios