Vivir

Hincar los codos: misión casi imposible

  • La Biblioteca General de la UMA abre sus puertas un año más para aquellos estudiantes con asignaturas pendientes

  • La falta de espacio y el servicio son aspectos criticados aunque los alumnos valoran el horario extra

Estudiantes en la Biblioteca General de la Universidad de Málaga.

Estudiantes en la Biblioteca General de la Universidad de Málaga. / M. H.

La Feria de Málaga ha acabado y con ella vuelve una realidad a la que muchos estudiantes preferirían no tener que enfrentarse: las recuperaciones de septiembre. La Biblioteca General de la UMA abrió ayer sus puertas de nuevo para estos alumnos y ya costaba encontrar algún hueco donde hincar los codos. "La General es un infierno, siempre está llena, por lo común los baños cerrados y el personal es súper borde", comenta Carmen, una estudiante de 4º de Filosofía. "La última vez tuve que desatrancar la fotocopiadora porque allí no estaban para ayudar a nadie. En la parte de la hemeroteca no saben ni lo que tienen", afirma esta alumna, que prefiere el aulario Gerald Brenan, el cual también cuenta con horario nocturno.

La saturación de personas que vive la biblioteca es algo que también destaca Jesús, de 4º de Márketing, que usa este espacio como complemento a las horas de estudio que dedica en casa. Prefiere ir por la noche porque le "cunde más" y opina que "se llena demasiado", lo que provoca que haya que dar vueltas por el resto de aulas habilitadas. Además, critica que haya que ir hasta la General, pues las bibliotecas de los barrios de Málaga solo abren por la mañana. Asimismo, manifestó que "la mayoría de los asistentes deja el estudio para cuando quedan cuatro días".

Esta opinión la comparten Yasmina y Alberto, estudiantes de Filología Inglesa e Hispánica, respectivamente. Ambos coincidieron en que "la mayoría lo deja para el último día". En el caso de Yasmina, a las dificultades se añade la distancia, ya que tiene que desplazarse desde Alhaurín de la Torre. "No hay transportes", resaltó, por lo que agradeció, por otro lado, el horario extendido, el cual le parece "bastante bien, porque solo cierra una hora".

Por su parte, Alberto señaló que el hecho de que la biblioteca cierre hasta el 21 de agosto apenas deja un margen de dos semanas hasta septiembre, "tiempo insuficiente" para preparar algunas asignaturas. Además, añade que tiene que ir a buscar libros que necesita a la General cuando no los encuentra en Filosofía y Letras, mientras que otras veces debe buscar en otras facultades.

Otra opinión generalizada es la de que la mitad de los asistentes van "para el postureo", es decir, pasan más tiempo dedicado a lucirse y pasearse que a estudiar. Nada más lejos de la realidad. Si bien hay quién se distrae más o gusta de arreglarse, lo cierto es que una vez se cruza la puerta de la biblioteca, en general, impera un silencio sepulcral y muchas caras de circunstancias. Hasta el 21 de septiembre la General será un constante ir y venir de universitarios empeñados en no suspender de nuevo. Para ello, recurren a unas seis horas de estudio diario -el que más-, con la realización de apuntes, resúmenes y esquemas.

"Solo puedo estudiar así", admitió Carmen, que bromeó con que las manchas de sus apuntes eran de cerveza. Por su parte, Yasmina buscaba una papelería cercana donde comprar munición en forma de subrayadores para las horas venideras.

Las máquinas expendedoras de la puerta también gozaban de un tráfico constante, pues tanto esfuerzo necesita combustible para mantener el cerebro en marcha. Sin embargo, el simple hecho de salir a por algo o a fumar un cigarro también puede suponer un respiro para el cuerpo. A las puertas de la General, ayer el ambiente estaba relajado, pues los más confiados aun se tomaban con calma el iniciar la jornada de estudio, mientras que alguien dijo "lo que nos queda...".

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