Marguerite fue capaz de aguantar tenazmente cuatro días atada a un árbol, en medio de la sabana congoleña de la República Democrática, país africano que preocupa a la comunidad internacional por su prolongada inestabilidad civil. Una guerrilla rebelde la secuestró junto a sus cuatro hijos. En medio del sufrimiento que esta mujer padecía por ser utilizada como cenicero humano por sus captores, ella solo hacía pensar en sus niños, rezando constantemente para los rebeldes hubieran al menos respetado a los más vulnerables de la naturaleza. Cuando preguntó por ellos -tres niños y una niña de 5 años- a uno de sus raptores, él le respondió: "¿Qué crees que te hemos estado dando de comer estos cuatro días?".

Historias como la de Marguerite -que no fue capaz de sobrevivir a la tristeza de aquello- nos recuerdan día a día la importancia de "conocer la realidad", aseguró ayer Caddy Adzuba, periodista congoleña que lleva 18 años cubriendo el conflicto en el Congo e invitada especial ayer en el acto central de celebración de los 25 años de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Adzuba habló de un "periodismo para la paz" como la herramienta fundamental para "cambiar las cosas".

La profesional de la comunicación, que levantó la más sonora ovación del acto al finalizar su relato, ayudó hace un par de años a crear la emisora de radio Okapi, la única de la región de los Grandes Lagos de África compuesta solo por mujeres. "Hasta hace poco la mujer en los medios era la persona que llevaba los cafés o la que fregaba los suelos, sin embargo ahora estamos creando espacios en los que podemos contar nuestras vivencias y experiencias", indicó Adzuba, quien puso la reivindicación de la igualdad de género en el centro de un acto que sirvió para reivindicar "un nuevo modelo de comunicación" y para denunciar la precarización de la profesión periodística. La comunicadora congoleña, premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2014, fue la encargada de desvelar posteriormente una placa con su nombre en el aula de radio de la facultad, la cual está dedicada a ella desde ayer.

En el acto desfilaron por el atril todos los decanos del centro desde su inauguración en 1992. La actual, Inmaculada del Postigo, cargó contra la "política de recortes con la excusa de la crisis" del Gobierno central, a pesar de los cuales "se siguen haciendo y organizando proyectos activos de comunicación". La decana aseguró que la razón de los profesionales de la comunicación es la de "ser altavoces hacia la ciudadanía para avanzar a la construcción de una sociedad sin desigualdades", alertando a los futuros graduados de que "los que tienen poder siempre tienen herramientas para mermar a los que ejercen una voz crítica".

La Facultad de Ciencias de la Comunicación inició su camino en Martiricos, cuando tan solo se admitían promociones de 50 alumnos por cada una de las tres modalidades que se cursan en ella: Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas. Ahora, ya en el campus de Teatinos, acoge a 130 por titulación, un movimiento de expansión que según Bernardo Díaz Nosty, primer decano de la Facultad cuando esta dio sus primeros pasos, "contribuyó a alimentar una burbuja académica que ayudó posteriormente a la precarización de la profesión" con la llegada de la crisis económica.

Díaz Nosty lamentó también el "desplazamiento de la influencia de los medios hacia las redes sociales", lo que ha encerrado a los mismos "en una jaula digital que es la expresión máxima del mercado aumentado". El catedrático indicó también que esta realidad es la antesala del "triunfo de los populismos", por lo que en una optimista proyección, esperó que en "los próximos 25 años se consiga llevar a cabo una redefinición ética". Su sucesor en el cargo, Miguel de Aguilera, pidió en su discurso a la actual decana "emprender una reforma urgente de los planes de estudio", que permitan adaptar a la Facultad de Comunicación a la "nueva realidad social y tecnológica".