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A las dos veras del mismo mar

  • La Virgen del Carmen llena las playas del litoral malagueño con sus procesiones marítimas

A las dos veras del mismo mar

A las dos veras del mismo mar

Una de las jornadas festivas más esperada en toda la provincia de Málaga volvió a hacer pequeño cada centímetro de la orilla. Patrona de la Marina, protectora de los pescadores e icono devocional de generaciones, la Virgen del Carmen congregó a miles de malagueños al atardecer en cada una de las calas del litoral para bendecir las aguas desde las jábegas a su paso.

Eran las cinco de la tarde y Mariló, vecina de El Palo, se afanaba en dejar los fajines marengos de sus allegados lo más apretados posibles. Todo debía estar impoluto para que la salida procesional saliese perfecta. Un imperdible y los últimos retoques a los bajos del pantalón, una mirada a las alpargatas negras de esparto y el dulce beso para que su compañía entre en la iglesia.

Mientras, ella preparará los tres claveles que se prenderá al pelo como las estrellas del Monte Carmelo lucen en el escudo de su Virgen. La mujer esperaría a que su más ilustre vecina saliese desde el interior de la parroquia de las Angustias bajo un sol de justicia con paciencia y una pequeña estampa en sus manos.

Llegada la hora, las puertas del templo se abrieron con la Marcha Real interpretada por la banda de cornetas y tambores de La Estrella. Mariló se puso en segunda fila para guardar, en la medida de lo posible, el anonimato ante sus seres más queridos, revestidos de blanco, rojo y negro.

Centenares de hermanos y devotos salieron del interior del templo con insignias, remos y manos libres para acompañar a la Virgen. Tras superar el dintel con la emoción de rozar la puerta con las estrellas, los primeros aplausos y vivas sobrecogieron a la protagonista anónima, que se presignó para poder derramar un par de lágrimas antes de ponerse tras la banda de música de Zamarrilla.

Entre las filas marengas no faltaron a la cita el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el presidente de la Diputación, Elías Bendodo; el concejal del distrito Este, Julio Andrade; y el portavoz del grupo socialista en la Casona, Daniel Pérez. Con ellos no faltaron los saludos y las fotografías antes de alcanzar el Mercado Municipal.

Las altas temperaturas hicieron mella en los pies de las marengas que, descalzas, aguantaban en la sombra de los coches a que la marcha volviera a avanzar. El trono meció ante el colegio San Estanislao de Kotska para arrancar con el Himno de Coronación de la Esperanza y dirigir sus pasos hasta la orilla del mar, destino de la Virgen en el 25 aniversario de su llegada a El Palo.

A la otra vera del mismo mar, la parroquia del Corpus Christi preparaba los últimos detalles para la salida de la Virgen del Carmen. Allí Antonio, quien hasta hace poco portaba en sus hombros a la imagen mariana, volvió para reencontrarse con su devoción familiar.

Entre el público, sabiendo que sus familiares estaban presentes bajo los varales y en torno al trono, refrescó la memoria de los años vividos junto a la devoción marinera. Su juventud no fue motivo para olvidar y, aunque vestido de calle, los colores marengos habían enraizado hondo.

Veinte minutos después de la hora prevista salía la Virgen con una magistral interpretación de la Salve Marinera por parte de la banda de música de La Paz, que enlazaría con Corpus Christi en la búsqueda de la avenida Juan Sebastián Elcano. En el mismo sitio donde Antonio procesionó lo hicieron ahora mujeres con jazmines prendidos del pelo, contraste perfecto con el variado exorno floral del trono.

Una vez enfilada la larga avenida, una mujer se acercó al trono con su hijo en brazos para ofrecerle a la Virgen el bien hecho desde su último encuentro en la calle, dada la corta edad del pequeño. Unos metros más adelante llegaría el turno de enfrentar las andas a la vivienda de unos vecinos de la Virgen, donde frente a otra talla mariana de tamaño académico se interpretó a piano y violín el Ave María de Schubert.

Con la vista puesta en el mar, Antonio continuó su peregrinar junto a la Virgen acompañado de los suyos para dejarla en la orilla y repetir el rito que, como cristiano, acompaña a sus más cercanos frente a la luz del atardecer.

Al final, ya en el mar, y como cada año, los dos caminos se encuentran en un punto. El Palo y Pedregalejo juntan a sus devociones sobre las aguas para bendecirlas y recordar su tradición histórica. Los que faenaron y echaron el copo, desde la orilla, agradecieron un año más la compañía de la estrella que les guía desde que un día decidieron remar más adentro.

Además de en la capital, el litoral se llenó de procesiones marítimas con la Virgen del Carmen. Manilva, Marbella, Estepona, Benalmádena, Fuengirola, Torremolinos, Rincón de la Victoria o Nerja vivieron con intensidad y calles repletas la festividad del 16 de julio. El atardecer sirvió de escenario para la mayoría de estas salidas gloriosas celebradas por todo lo alto.

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