patricia santos campos. profesora y premio 2017 mejor docente de fp educa abanca

"La vocación se proyecta, gustarte lo que haces es fundamental"

  • Con su plaza actual en el IES Universidad Laboral, la malagueña asegura que "ya nada es perenne" y los alumnos tienen que saber adaptarse al cambio

Patricia Santos Campos, Premio 2017 Mejor Docente de FP, ayer en la Delegación de Educación.

Patricia Santos Campos, Premio 2017 Mejor Docente de FP, ayer en la Delegación de Educación. / C. F.

Entre los 1.300 candidatos que pasaron la primera selección de los premios nacionales Educa Abanca estuvo el nombre de Patricia Santos Campos, una malagueña licenciada en Derecho que imparte una asignatura troncal de Formación Profesional ligada a la empresa, el emprendimiento y la orientación laboral. Quedó finalista y el pasado miércoles conoció que había sido premiada en su categoría. "Aún no me lo creo mucho, me estoy dejando llevar", decía antes de iniciar una charla sobre la necesidad de dar a los alumnos esas herramientas que los hacen crecer como persona y enfrentarse a las eventualidades de la vida.

-¿Qué se siente al ser reconocida como la mejor docente de Formación Profesional de España?

-Bueno, pues la verdad es que estoy muy contenta de que se haya valorado un trabajo. Podían nominar compañeros o alumnos y en mi caso ha sido lo segundo, lo que me parece más bonito aún.

-¿Cómo se mete un profesor a sus alumnos en el bolsillo?

-Tengo una variedad de alumnado impresionante, desde los 16 años, algunos rebotados del Bachillerato, a personas que vienen del mercado laboral, que se han quedado en paro y quieren reciclarse. Trabajo las competencias personales y sociales, he cambiado mi filosofía y la persona va antes que el contenido. Lo hacemos a través de la inteligencia emocional, el espíritu crítico, la capacidad de no frustrarse ante situaciones difíciles, la resiliencia... e intentar leer las cosas que pasan en clave positiva, aprendiendo de todo para construir una mejor persona.

-¿Ya no vale impartir clase como hace una década?

-Yo creo que no, a mí no. Pero eso depende de la persona que da clase, hay que encontrar algo que se ajuste a ti como docente, a tu manera de ser. A mí no me sirven las clases expositivas porque no creo en ello. En el aula paso a un segundo plano y son mis alumnos los protagonistas, ellos investigan y yo los guío, los acompaño, intento estar para ayudarles, pero que sean ellos los que reflexionen, construyan y expongan.

-¿El aprendizaje para usted tiene que ser más activo?

-Completamente, todo lo que utilizo son metodologías activas. He mezclado trabajo cooperativo, trabajo por proyectos, gamificación, según lo que necesita el contexto. Pero lo más importante de todo es que son ellos los que construyen el conocimiento y no soy yo la que voy a demostrar todo lo que sé. Al principio me costó dar ese paso atrás, te genera un poco de inseguridad, pero funciona muy bien.

-¿Estas fórmulas son más efectivas?

-Yo creo que sí. Doy muy poca teoría pero esas pequeñas píldoras se les quedan grabadas. Todo lo demás lo construyen ellos e intentamos hacer cosas eminentemente prácticas. Si vamos a hacer una investigación de mercado nos vamos a la calle y analizamos los datos reales. Los proyectos surgen de sus propios intereses y yo estoy allí para adecuarlo a la normativa.

-¿Tenemos una formación demasiado centrada en los resultados?

-El sistema está demasiado concentrado en un currículum muy cerrado, teórico, todavía basado en un sistema mecanicista de la educación, parece que solo es válido acumular conocimientos y repetirlos tal cual. Cuando eso hoy en día creo que no es lo que necesita nuestra sociedad. Se precisa gente resolutiva, que se adapte a los cambios. Ya no hay nada perenne y tenemos que enseñarles a resolver situaciones.

-¿Darles herramientas más que conocimientos?

-Exactamente, esa es la clave, es mucho más importante la aplicación práctica que dar mucha teoría que, a veces, deja de servir. Por ejemplo, la normativa laboral es muy cambiante y en enero tengo que explicarles que lo que les di en septiembre ya no vale. Trabajamos a través de dinámicas, de pensamiento visual, creatividad... Tengo casi el 100% de aprobados y una asistencia del máximo. Están motivados y les gusta.

-¿Y la innovación en el aula?

-Para mí lo más importante es saberte adaptar al contexto que encuentras. No funciona lo mismo con todos los grupos ni con todas las personas, pero creo que hay que estar reciclándose, formándose, incorporando cosas nuevas y adaptándonos nosotros también a los cambios. Hay que probar para luego quedarte con lo que funciona. Hay que reflexionar y hacer cambios en el momento para poder mejorar.

-¿Cuáles son las principales carencias del sistema educativo?

-Creo que hay una importante y es el proceso de selección del profesorado. La formación inicial del profesorado tiene sus fallos, hace 14 años no exigían ni el antiguo Certificado de Aptitud Pedagógica. Yo lo hice por sentido de responsabilidad, porque sabía de Derecho pero no de Pedagogía. Y luego, el sistema de acceso no hace que se incorporen personas que tengan vocación, y eso es muy importante. La vocación se proyecta, gustarte lo que haces es fundamental.

-La Formación Profesional está subiendo en cuanto a número de alumnos frente a Bachillerato pero ¿se sigue teniendo menor consideración hacia estos estudios?

-La FP tiene un estigma, aquí tenía que acabar el alumnado más desencantado, y no es así. Una vez que cruzas los Pirineos todo esto cambia. Hay profesiones que requieren una formación más práctica y la FP se la puede dar. Los alumnos que van al extranjero están muy considerados como profesionales reconocidos.

-¿Se está considerando una alternativa a la universidad o sigue siendo peor vista por las familias?

-Hay familias que siguen considerando que si sus hijos son buenos estudiantes tienen que ir a la universidad. Pero se dan casos en los que alumnos de los ciclos salen tan preparados o más que los universitarios y pueden tener el mismo nivel profesional y el mismo recorrido dentro de una empresa. La FP tiene una consideración aún peyorativa en la sociedad y esto hay que cambiarlo. Preparan a muy buenos profesionales y se necesitan buenos estudiantes que tengan vocación en sus áreas. En España hay que cambiar esa manera de mirar a la FP, ya no es una alternativa para el que no había encontrado su sitio, sino que es todo lo contrario.

-¿Las empresas tendrían que apoyar más el sistema educativo?

-Sí. La FP Dual , por ejemplo, tiene sus luces y sus sombras. Hace falta una filosofía empresarial diferente que considere al trabajador formado como un valor, que no se tire por la precariedad o por buscar a estudiantes de tres en tres meses para no tener que contratar a nadie. En Alemania pasa todo lo contrario, lo que buscan es el compromiso de permanencia del estudiante. Hay que adaptarse al contexto y a las necesidades y es esencial acercar las empresas a la FP y que hagamos una selección de empresas serias con una filosofía de crecimiento y valoración de esa formación que damos a los alumnos y que, además, pagamos entre todos. Que, a veces, esto se olvida.

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