Adolfo Suárez

Editorial: Artífice de la Transición

LA muerte de Adolfo Suárez supone la desaparición física de uno de los personajes cruciales de la historia contemporánea de España. Su alejamiento de la política y su enfermedad de los últimos años, lejos de contribuir a su olvido, han ayudado a perfilar la auténtica dimensión de su figura y su influencia en nuestra vida colectiva. Fue, sencillamente, el gran artífice de la Transición democrática, un modelo de cambio político desde la dictadura a la democracia que todavía se estudia en las universidades de medio mundo. Por su ejemplaridad: liquidar un régimen totalitario, nacido de una Guerra Civil cuyas secuelas se transmitieron de generación en generación y cuyo espíritu cainita se encargó de prolongar el propio dictador, y sustituirlo por un sistema democrático, homologable al de las naciones europeas de las que España estaba excluida, sin derramamiento de sangre -salvo el provocado por los enemigos terroristas del proceso- y con la concordia como premisa fue, realmente, una tarea heroica y bastante insólita en la historia de España. Convivencia en paz y en libertad, ése fue el gran logro de aquellos hombres y mujeres que se pusieron al frente de un pueblo ansioso de diseñar su futuro. Delante de todos ellos estuvo Adolfo Suárez González, el antiguo secretario general del Movimiento que, impulsado por el Rey, que lo escogió insospechadamente, llevó a cabo la gran tarea de sacar adelante la reforma política en plenas Cortes franquistas y pactar con la oposición democrática una salida no violenta a la grave encrucijada del país a la muerte de Franco, que habría de conducir a la instauración de un sistema democrático, con amnistía para los presos políticos, libertades, elecciones generales y una nueva Constitución, la de 1978, la más duradera de la historia contemporánea de España y la que ha enmarcado política y jurídicamente el periodo de progreso más brillante y estable que han conocido los españoles. Todo esto lo construyó Adolfo Suárez, con la inspiración y el aval del Rey y la colaboración de los agentes políticos y sociales más lúcidos en el régimen y fuera del régimen, en medio de la tempestad que acompaña los grandes cambios históricos: con el desafío brutal del terrorismo ultranacionalista y ultraizquierdista (ETA y Grapo), la enemistad manifiesta de los nostálgicos de la dictadura y de los sectores que se habían beneficiado ampliamente de ella y la enemiga declarada de un colectivo cualificado de jefes de las Fuerzas Armadas, tan declarada como para planear varios golpes de Estado y poner al país al borde del abismo. Nos libramos gracias al coraje, la valentía y la determinación de hombres como Adolfo Suárez.

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