Finanzas

El agro almeriense se adelanta medio siglo al modelo que demanda la ONU

  • Su agricultura combate el cambio climático y optimiza el uso de los recursos de agua y suelo

Los invernaderos almerienses, sumideros de CO2 y referentes en la optimización y cuidado del suelo y el agua.

Los invernaderos almerienses, sumideros de CO2 y referentes en la optimización y cuidado del suelo y el agua. / Rafael González

Tic. Tac. Tic. Tac. El tiempo se agota. Y no hay planeta B. Desde hace muchos años, infinidad de expertos vienen avisando de que el modo de vida de la Humanidad no es sostenible. Sin embargo, son muy pocos los territorios que cumplen mínimamente con los requisitos para garantizar el futuro de la Tierra tal y como la conocemos.

El último en lanzar un S.O.S., con tirón de orejas implícito, ha sido la Organización de Naciones Unidas (ONU), que esta semana ha hecho público un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en el que aboga por preservar el suelo del planeta para que no contribuya al cambio climático, como está ocurriendo a causa de los nuevos usos agrícolas y ganaderos.

El documento del IPCC revela que en las últimas décadas los cambios de uso de suelo junto con las variaciones en las pautas de consumo y el crecimiento de población han generado pérdidas de biodiversidad, degradación del suelo, desertificación e inseguridad alimentaria.

Entre las soluciones que plantea la ONU frente a los impactos ambientales del nuevo uso del suelo incluyen una gestión forestal sostenible y recomendaciones para la conservación de la biodiversidad, la producción sostenible de alimentos, la gestión del riesgo de desastres o la restauración de ecosistemas, así como cambios en la dieta alimentaria, abogando por reducir el consumo de carne y, en su lugar, aumentar el de frutas y verduras.

La meta del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global muy por debajo de dos grados centígrados no podrá lograrse sin acometer estos cambios a escala global.

La agricultura de Almería, pionera

Sin embargo, el modelo de producción hortofrutícola almeriense es pionero en cumplir estos requisitos, desde su implantación, hace ya medio siglo. Hoy, sus más de 30.000 hectáreas de invernaderos convierten este sistema productivo en un auténtico sumidero de dióxido de carbono y producen el denominado efecto albedo, que mitiga en buena medida los efectos del cambio climático, pues gracias al plástico de estas infraestructuras agrícolas, el reflejo de la radiación solar es menor en esta provincia, contribuyendo a disminuir la temperatura media.

Los invernaderos son sumideros de CO2. Su efecto albedo contribuye a reducir la temperatura

A ello se une la optimización de recursos fundamentales como el suelo, al utilizar un sistema de producción intensiva bajo plástico, y el agua, con un ratio de consumo por kilo de hortalizas producido muy por debajo de la agricultura convencional.

Además, el manejo de cultivos intensivos de Almería se basa en la lucha integrada, con el uso mayoritario del control biológico, en detrimento de los fitosanitarios, que cada vez son menos agresivos, en busca del residuo cero. Ello redunda en el cuidado del suelo y de la biodiversidad que rodea a los invernaderos.

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