Carmen Calvo, Vicepresidenta primera del Congreso

"¿Alcaldesa de Córdoba? Cuando sea más vieja, pero no valgo para todo"

  • Afirma que su reto son los comicios del 9-M y la candidatura de su ciudad como Capital Cultural en 2016

En 1996, Chaves la telefoneó tras ganar las elecciones andaluzas. No la conocía personalmente y ella no era aún militante del PSOE, pero la había visto en algunos debates en Canal Sur. "Has defendido a mi partido cuando hay gente que milita en él que no lo ha hecho", le dijo el presidente antes de ofrecerle el cargo de consejera de Cultura. Ejerció como tal durante ocho años y fue ministra del ramo otros tres y medio hasta su inesperado relevo. Dice que tan importante puede ser la reforma del Prado, a cuya inauguración no acudió, como una feria agrícola local. "Lo pequeño es grande", afirma siguiendo la máxima de Simone de Beauvoir.

-¿Pueden los malos datos económicos echar por tierra la campaña del PSOE?

-En el tercer trimestre de 2007 hemos crecido un 3,4 por ciento, más que Europa. Hemos ahorrado para cuando vengan momentos difíciles. Vamos a tener que sufrir las consecuencias del desastre de la política económica de Bush, que nos arrastra a todos, aunque Europa está más fuerte ahora. La rebaja de 400 euros en el IRPF anunciada por el presidente no es un regalito, como dice el PP, sino una medida fiscal en un momento de dificultad.

-¿Y a Solbes no se le torció el gesto con ese anuncio?

-A los ministros y a los consejeros de Economía se les tuerce el gesto cada vez que se toman decisiones que afectan a la cuadratura de sus cuentas.


-Quizá les ocurre porque tienen que tener los pies en el suelo.

-Los titulares de Economía tienen la obligación de ser realistas porque son los guardianes de un buen Gobierno. Solbes suele decir que la gente tiende a gastar dinero cuando lo tiene, y es libre para hacerlo, pero que un Gobierno debe ahorrarlo para cuando no tenga. Las políticas sociales y de apoyo a las empresas hay que mantenerlas cuando haya crisis y por eso es importante ahorrar.


-De ministra a vicepresidenta primera del Congreso. ¿Cómo le ha ido con el cambio?

-En política, siempre hay que saber ponerse en los zapatos de los ciudadanos. Estos meses me han servido para ver las contradicciones de la política.

-¿Hasta las de su partido?

-Incluso ésas. A veces, hasta le he dado la razón a la oposición.

-¿A Rajoy también?

-Es un hombre de buenas formas parlamentarias. El problema de la política es que lo jibariza todo y hay que condensarlo todo en cinco minutos; pero sí, a veces, cuando me ha tocado estar en la Mesa, he coincidido con algunas de las cosas que ha dicho la oposición.

-¿Y con el ministro de Cultura está al cien por cien de acuerdo?

-Sí, porque lo que ha hecho es terminar todo lo que estaba previsto y que yo hubiese terminado de haber seguido en el cargo. En cinco meses no hay tiempo para más.

-¿Sabe ya la razón de su relevo como ministra?

-No. Creo que el presidente pensó que me había convertido en una especialista en Cultura. Quería que me dedicara a otras cosas.

-¿Cómo le sentó la noticia?

-Sería una hipócrita si dijese que no me importó dejar el cargo. Hubiese preferido terminar mi trabajo, con cinco leyes en tres años y medio. Me siento muy orgullosa del trabajo que hice con mi equipo.


-Dicen que entre sus virtudes, o defectos, está decir lo que piensa. ¿Le costó eso el puesto?

-Soy una persona que va por la vida pensando que hay que decir las cosas como uno las piensa, aunque a veces eso te ponga las cosas difíciles. Estoy dispuesta a pagar los precios que haya que pagar por ser libre. Si eso tuvo algo que ver en mi cese, que no lo sé, encantada. Ésa es mi conciencia como socialista.


-¿Es usted disciplinada con las decisiones que toma el PSOE?

-Soy profesora de Derecho Constitucional y trabajaba en la Universidad cuando me llamó Manolo Chaves, pero si no estuviese de acuerdo con mi partido no sería ni militante. ¿Al cien por cien todos los días con todo? No, claro que no. No sería quien soy. Si ganamos las elecciones, al día siguiente hay que abrir un debate sobre el aborto y aprobar una ley de plazos.

-¿Se plantea el regreso a la política andaluza?

-La verdad, y soy muy sincera, es que yo soy muy torera para hacer política.

-¿Toreo de capote o de muleta?

-De capote, de muleta y mato al toro si hace falta. Y si me pega un pitonazo, me voy a la enfermería y punto. Tras ocho años en la política andaluza, le dije al presidente Chaves que necesitaba descansar un poco, pero cuando José Luis [Rodríguez Zapatero] me propuso para ser ministra, me llamó alguien muy importante de mi partido para decirme: "Carmen, a esa propuesta no se puede decir que no, mucho menos si va a haber dos ministras andaluzas". Me gusta ver y no verme arrastrada. Cuando me levante el día 10, como tengo mis ambiciones políticas colmadas, haré lo que tenga que hacer.

-A su currículum le falta la experiencia municipal.

-Cuando sea más vieja... Me gusta más la política andaluza y nacional que la local, la política de ideas más que la gestión. Me atrae de Córdoba aportar mi granito de arena para que consiga la capitalidad cultural europea en 2016. Además, las mujeres que hacemos política estamos todas muy escarmentadas.

-¿Por qué?

-Porque los liderazgos masculinos se respetan y consolidan mucho, cosa que no ocurre con los femeninos. Las mujeres somos bastante leales y disciplinadas, no tenemos el ego de los hombres.

-Siendo usted tan disciplinada, no podrá rechazar una oferta para ser candidata del PSOE a la Alcaldía de Córdoba.

-Estoy acostumbrada a ver a mujeres que dicen: yo, lo que diga el líder. Ésa no suele ser una expresión que utilicen los hombres.

-¿Y usted?

-Yo tengo mis características. El socialismo en términos históricos, mi partido y el servicio a este país y a Andalucía están por encima de todo.

-Volvamos al 10 de marzo.

-Yo me pongo la última de la cola cuando haga falta, pero no soy de los que se ponen allí donde el partido les dice. Sé donde soy útil y donde no. No valgo para todo.

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