Psicología infantil

Autismo pandémico y autolesiones: los devastadores efectos del confinamiento en la salud mental de los menores

Una imagen de archivo de un padre jugando con sus hijos al aire libre. Una imagen de archivo de un padre jugando con sus hijos al aire libre.

Una imagen de archivo de un padre jugando con sus hijos al aire libre. / Juan Carlos Muñoz

Escrito por

· Cristina Díaz

El 14 de marzo de 2020, el Gobierno de España declaró el primer estado de alarma en el país para frenar los contagios del Covid-19, lo que supuso el confinamiento de toda la población durante 100 días. Después, llegó la desescalada, una apertura gradual de las medidas anticovid impuestas, que se mantuvieron en mayor o menor medida hasta más de un año después. Entonces, la mayor preocupación de la sociedad era los efectos que estas medidas tendrían en la economía del país, y poco se habló de las posibles consecuencias sociales y en la salud mental, especialmente, de niños y adolescentes.

A falta de estudios oficiales que lo corroboren, psicólogos infantiles andaluces aseguran haber detectado tras la pandemia un incremento de pacientes menores de edad con trastornos obsesivos-compulsivos y trastornos de ansiedad que van más allá del miedo al contagio o a las relaciones sociales.

La doctora Pepa Moreno Granados, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla, apunta a un aumento del número de adolescentes que acuden a su consulta con problemas de ansiedad y depresión, jóvenes que se sienten incomprendidos, solos e, incluso, que se autolesionan. Al mismo tiempo, compañeros de profesión, advierten también a una mayor demanda de niños menores de seis años con retraso madurativo y a nivel comunicativo, además de mostrar señales propias del trastorno del espectro autista. Algunos psicólogos andaluces han bautizado estos casos como "autismo pandémico".

Suicidios entre los adolescentes 

En España los menores mueren principalmente por causas externas, en la mayoría de los casos por accidentes, suicidios y lesiones autoinfligidas. En 2020 esta tendencia se vio alterada por el confinamiento, hecho que hizo que el suicidio pasará a ser la primera causa de muerte entre los adolescentes, según el último informe sobre salud mental en la infancia y adolescencia llevado a cabo por Save The Children. Según este mismo estudio, el porcentaje de niños y niñas entre 4 y 8 años con pensamientos es de un 2%, fracción que se triplica en la adolescencia, alcanzando un 6% en el grupo de entre 13 y 16 años. 

"Cuando terminó el confinamiento, los psicólogos detectamos en nuestras consultas un mayor número de pacientes adolescentes con problemas en las relaciones sociales, concretamente en la expresión y reconocimiento de emociones así como acentuados sentimientos de soledad y aislamiento y diversas manifestaciones de conductas compatibles con síntomas de ansiedad y depresión", explica la doctora Pepa Moreno, experta en salud mental infantil y juvenil. "Lo que más nos llamó la atención fue el aumento de casos de menores con autolesiones. Nunca antes había tenido tantos pacientes con autolesiones".

"Nunca antes había tenido tantos pacientes adolescentes con autolesiones", destaca la doctora Pepa Moreno.

La psicóloga, con consulta privada en Mairena del Aljarafe (Sevilla) lamenta la escasez de recursos públicos para los niños mayores de seis años, lo que obliga a las familias a recurrir a servicios privados. "La salud mental infantil y juvenil en general, y la atención temprana en particular, está desbordada, los servicios públicos están colapsados. A mi consulta llegan casos con sintomatología muy grave en menores de edad que, por lo general, antes eran tratados en el sistema público", reconoce Pepa Moreno.

No existen estudios oficiales y datos concluyentes sobre los efectos que la pandemia ha tenido en la salud mental infanto-juvenil, pero, según Moreno, ya hay muchos grupos de investigación que están trabajando en ello.

La doctora Pepa Moreno, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla, en su consulta. La doctora Pepa Moreno, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla, en su consulta.

La doctora Pepa Moreno, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla, en su consulta. / Marina Duarte

Falsos positivos de niños con autismo

Otro colectivo que ha visto afectado su desarrollo como consecuencia de la pandemia del Covid-19 ha sido el de los niños que durante el confinamiento tenían 1 y 2 años, y que hoy cuentan con 4 y 5 años.

"Durante la pandemia en España, los niños estuvieron con colegios, parques y guarderías cerradas, con normas de distanciamiento social y confinados durante grandes periodos de tiempo junto a sus familias. Con todo esto, en muchos hogares se redujo la interacción con personas fuera del entorno familiar, se realizó una sobreexposición a las nuevas tecnologías, perdieron las rutinas habituales de sueño y alimentación y se enfrentaron a situaciones de estrés. Además, durante la pandemia, se vivieron situaciones complicadas en familias con menores, el tener que conciliar trabajo y cuidado de los niños, que obligaron a los cuidadores a hacer verdaderos malabares para poder salir adelante, mostrándose más estresados en el cuidado de los pequeños", explica Ángeles Román Malo, psicóloga infantil en el Centro de Atención e Intervención Temprana (CAIT) San Fernando (Cádiz), de titularidad pública.

Tras la pandemia, el suicidio pasó a ser la primera causa de muerte entre los adolescentes

Según esta profesional, cada vez hay más evidencias sobre la importancia de la estimulación temprana durante los primeros años de vida. La velocidad con la que se forman neuronas y conexiones cerebrales en los más pequeños no volverá a darse en el resto de etapas vitales. La proliferación de neuronas favorece la capacidad para aprender, resolver problemas y relacionarse con los demás.

"Es innegable los cambios a nivel social, lenguaje y comunicación que se producen entre un bebé de meses y un niño o niña de tres años. Durante esta etapa se van cumpliendo hitos del desarrollo que requieren de estimulación externa para que puedan volverse más complejo, es decir, comenzamos a hablar y adquirimos un lenguaje porque escuchamos a otros hablar, aprendemos normas sociales cómo saludar y a despedirnos porque nos encontramos dentro de un contexto social, aprendemos a predecir emociones y acciones en otros a través de la observación. Por lo que, un ambiente rico en modelos de personas que observar y en estimulación, favorece un buen desarrollo. Aprendemos habilidades sociales, comunicación y lenguaje a través de los otros, y el limitar los modelos de aprendizaje implica limitar el aprendizaje y el desarrollo", explica Ángeles Román.

La doctora Pepa Moreno Granados, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla. La doctora Pepa Moreno Granados, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla.

La doctora Pepa Moreno Granados, directora del Centro de Psicología Infantil y Familiar Psicoinfantil Sevilla. / Marina Duarte

Esta psicóloga admite que se desconoce con exactitud el impacto de la pandemia en el desarrollo de los menores, sin embargo "no cabe duda de que muchos menores dejaron de tener contacto con personas ajenas a su familia y, por ende, con niños de su misma edad, influyendo esto en su juego y estimulación y  en el desarrollo". La interacción con iguales es importante para el desarrollo de los hitos del desarrollo social.

Ambas profesionales coinciden al afirmar que algunos niños que durante la pandemia tenían entre 1 y 2 años empezaron a manifestar tras el confinamiento características propias de personas con autismo, como por ejemplo dificultades en la interacción social, en la comunicación y con patrones restringidos y repetitivos de comportamiento. 

Después del confinamiento, psicólogos andaluces detectaron un mayor número de niños con características propias del trastorno del espectro autista

"Al presentar durante la pandemia ambientes pobres en interacción social, cuando acabaron las restricciones de la pandemia nos derivaron a algunos pequeños que habían visto retrasado hitos del desarrollo social y de la comunicación, que en muchos casos costaba distinguir del trastorno del espectro del autismo. Pero tras volver a los parques, colegios y guarderías, y enriquecer su ambiente social, pudieron conseguir esos hitos de forma tardía. Los menores con autismo, por el contrario, requieren una intervención en muchos casos más compleja", apunta Ángeles Román.

"En varios grupos de psicólogos, empezamos a llamar a estos falsos positivos autismo pandémico", continúa Pepa Moreno. "Nos llegaban muchos niños más retraídos y aislados de lo normal, que evitaban el contacto visual, niños inexpresivos, inflexibles, que toleraban menos la frustración y con rabietas más exageradas. Niños que se resistían a comenzar el cole o a enfrentarse a cosas nuevas. Todo esto nos hacía pensar que eran niños con autismo, pero cuando trabajabas con ellos, su evolución era muy rápida y positiva, algo que no es lo común con menores que padecen un trastorno del espectro autista".

Según su compañera de profesión Ángeles Román, también se han dado recientemente muchos casos de trastornos del neurodesarrollo, principalmente del área social y del lenguaje que no fueron detectados durante el tiempo de pandemia. Lo común es que, bien en la guardería durante los primeros meses de vida o bien en el colegio, se detecten hitos de desarrollo no conseguidos o atípicos. Como durante la pandemia, los niños estuvieron encerrados en casa y no veían a personas diferentes a sus padres, estas anomalías no se detectaron o se normalizaron. Como consecuencia, el diagnóstico, y por ende las terapias, se ha llevado a cabo tarde, con el impacto que esto supone para los menores.

Ángela Román asegura que, aunque se desconoce el verdadero impacto de la pandemia en el desarrollo de los pequeños, sí se sabe que la falta de estimulación que se dio en algunos casos pudo influir en su desarrollo.

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