Andalucía

Jerez: la pequeña Grecia española

David Fernández Mejías

Director de Diario de Jerez

Muchos, en un 2012 marcado por los conflictos laborales, la han visto como la pequeña Grecia española, exponente del declive que castiga los excesos de este país.

Como el currante que se creyó rico, ha sido desahuciada por todos a la primera. Hablamos de Jerez y por ella circulan teorías conspiratorias ocurrentes que la señalan como laboratorio de pruebas de unos y otros ante los efectos de un ajuste sin parangón. Conste que no es fácil desfigurar la imagen de una ciudad de 213.000 habitantes hasta arrastrarla de plató en plató de televisión con la basura ardiendo de fondo. Alguien despistado pensó que se trataba de Bagdad. Y esto es dificilísimo. Hay que hacerlo todo mal.

Hay que perder la vocación de servicio y romper los códigos de buen gobierno para pasar de la pujante ciudad de la industria bodeguera, el circuito, el caballo y el flamenco a la del despilfarro, el mal olor mezclado con el vandalismo y las llamas y la ruina total. Hay que estar muchos años, la última década para ser más exactos, en el puente de mando sin mirar al horizonte y pateando al interés general. Jerez hoy debe mil millones, y no son más porque estalló la burbuja inmobiliaria en 2007.

Hay que remontarse a finales de los 90. Jerez, uno de los términos municipales más grandes del país, navegaba como una fragata entre un mar de ladrillos sin darse cuenta de que cada euro que le prestaba la banca lo pagaría con creces. El ex alcalde Pedro Pacheco tenía un modelo claro en la cabeza que funcionaba como un reloj: el ladrillo y el Ayuntamiento sacarían de todas las penas a una ciudad olvidada por la Junta y el Gobierno central que había perdido su industria más señera, la del vino. Él se ocupó de todo y de todos, y desde el Consistorio tuteló a todo hijo de vecino, al flamenco, al cofrade, al atleta, al rey mago, al feriante, al jugador de petanca..., con subvenciones a tutiplén. La ciudad creció y se desparramó con la vivienda más barata de España. Ahora todo el mundo busca culpables, pero nadie levantó la mano entonces, porque no había conciencia crítica y porque quien no le pidió un favor a Pacheco estuvo a punto. Cualquier movimiento era cotejado por Perico o "don Pedro", adorado por la mayoría.

Hizo del circuito de velocidad el más moderno del mundo y celebró los Juegos Ecuestres en 2002 a lo grande. Hágase lo que se deba, aunque se deba lo que se haga. Todo el mundo aplaudió y nadie vio que Jerez empezaba a caminar desnuda.

Él es de los que jamás retrocede y cuando el Ayuntamiento se mostró insolvente obtuvo liquidez a costa del futuro de sus filiales rentables. Empeñó Aguas de Jerez -Unicaja le prestó 45 millones y hoy nadie la quiere comprar- y la empresa que recauda tasas e impuestos. Los políticos de toda España a aquello le llamaban ingeniería financiera.

Cuando perdió las elecciones, en 2003, Pacheco gobernó un Ayuntamiento paralelo en Urbanismo gracias a sendos pactos con María José García-Pelayo (PP) y Pilar Sánchez (PSOE). Aquellos 4 años fueron el despilfarro en estado puro. Entre los tres bordaron el disparate y colocaron a cientos de personas, porque nadie quería perder en 2007. Unas 2.400 personas componían el holding municipal. Al enfermo, en lugar de antibióticos, le inyectaron más grasa y droga dura. Tan seguro estaba Pacheco del modelo, que recibió a ambas alcaldesas tal cual: "No preocupaos, que de pagar la limpieza en colegios, en las calles, la recogida de basura y los autobuses urbanos me encargo yo". La ambición desmedida de los tres empezó a condenar el futuro de Jerez y a olvidar lo esencial: los ciudadanos.

Tras Pacheco, nadie pensó en un nuevo proyecto de ciudad a diez años vista. Pilar Sánchez ni lo imaginó. Tuvo 6 años y medio -4 con mayoría absoluta- para enderezar el rumbo pero se perdió en luchas intestinas, contra su socio, su equipo de gobierno y su propio partido, que no la dejó ni respirar y que le torpedeó cualquier proyecto vía Sevilla y Madrid. Lo tremendo es que el daño lo sufre ahora toda la ciudad, pero eso les dio igual a todos. Sí refinanció Sánchez la gigantesca deuda histórica condenando a pagarla incluso a los nietos que están por nacer. Otra patada a seguir gobernando a crédito con el enfermo ya en la UCI. El hoy presidente andaluz José Antonio Griñán censuró esta medida como un ataque a la autonomía municipal. No le gustaba que los bancos suplantaran la soberanía de los jerezanos. No imaginó que era un aperitivo para ellos.

Ya entonces, antes de regresar al ministerio de Agricultura, Miguel Arias admitía que "Jerez tiene un problemón y por sí sola no lo resolverá, necesita una solución a lo bestia". Su colega el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y Javier Arenas prometieron en campaña a los jerezanos que todo tendría arreglo, como reiteró la actual alcaldesa, García-Pelayo, antes de las elecciones. Hasta Rajoy dice ser consciente del calado de la deuda. Pero en Jerez siguen esperando que les cuenten la verdad. Ni llegaron las medidas prometidas, como sí ocurrió con Marbella, ni nada parecido. Más bien parece que la ciudad, con 35.000 parados y sin industria, perdió su centro, su tronío y caché.

Hoy Jerez es muy horizontal y muy cara para prestar servicios. Es el segundo Ayuntamiento que más debe del país, y encima el odio no deja hueco para el diálogo entre las tres personas llamadas a sacarla del pozo, lo que se filtra entre la ciudadanía enfrentando a todos contra todos. Esto quizá sea lo peor. Pelayo, Sánchez y Pacheco siguen en el pleno municipal pero son incapaces de tomar un café. Antes rezan a su forma para que fracase el proyecto, diga usted Jerez, desde 2002.

Pelayo, que se encontró con un miura al recuperar en 2011 la Alcaldía, tropezó con el agujero económico, y de la política de recortes presupuestarios -aprobó hasta un ERE para 260 empleados- hace bandera sometiéndose a un tremendo desgaste. Muchas de sus promesas, entretanto, se las tragó la realidad. Y no ha de olvidar que a una olla a presión en la que se ha convertido la ciudad no se le puede sellar la válvula de escape, a riesgo de que estalle el orden público. El ajuste ha originado huelgas como la que tuvo la ciudad 4 meses sin autobuses, acampadas en el Ayuntamiento y hasta en el cementerio; pero han sido la huelga de limpieza en los colegios y la de la basura las que han causado un daño casi irreparable. Con ésta última, tal vez no calibró que la Junta, de forma lamentable y partidista, se lavaría las manos, y debió mediar antes para evitar que los basureros tomaran como rehén a toda una ciudad con montañas de basura. Por más que ya se limpian hoy las calles a fondo, los jerezanos tardarán en olvidarlo.

Pelayo tendrá que demostrar que el esfuerzo vale la pena e ilusionar a los jerezanos que hoy se preguntan por qué doña Sofía se paseó por las calles de Cádiz en la Cumbre Iberoamericana y a Jerez llegó escoltada para ver bailar a los caballos andaluces, sin público alrededor. Ha de sortear la tremenda regeneración que exige la ciudad para salir adelante. Los últimos meses del año, los conflictos han ido a menos y le han dado un respiro. Los jerezanos quieren pasar página ya. A su favor tiene algo más de dos años para que la ciudad recupere la autoestima y deje de tener miedo a los espejos porque no le gusta la imagen que proyecta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios