crisis en el psoe andaluz Tensión en el primer encuentro tras la dimisión del histórico socialista

Pizarro protagoniza ahora el 'informe carita'

  • El ex consejero deja la bancada del Gobierno andaluz en el Parlamento y evidencia su distanciamiento con el presidente

En un irónico efecto boomerang, Luis Pizarro fue ayer el protagonista de su invectiva, el informe carita, un análisis del lenguaje gestual cuando algo ha pasado o va a pasar que el veterano político gaditano hizo popular en el ambiente parlamentario.

Todas las miradas estaban centradas en sus movimientos y en un presumible acercamiento al presidente de la Junta, José Antonio Griñán, que sin embargo, no se produjo. Ni de un lado, ni de otro. Según las conclusiones de este deductivo estudio, la tensión no se ha aliviado.

La distancia entre ambos es evidente tras la sorpresiva salida del ex consejero hace diez días y agudizada después de que el pasado sábado en un mitin en Conil, Pizarro proclamase a Chaves como "su presidente de la Junta", en lo que se interpretó como una deslegitimación al liderazgo de Griñán entre los socialistas.

Ambos coincidían por primera vez en un mismo escenario, la primera jornada de la sesión plenaria, y ninguna de las partes hizo por aclarar el entuerto. La salida de Pizarro ha hecho daño en un Gobierno andaluz acuciado por el escándalo de los ERE fraudulentos.

Tras la fulgurante salida del histórico socialista del Gobierno, el interés de los informadores estaba puesto en los gestos, las compañías, la expresividad o el afecto que podían mostrar los protagonistas, si tanto Griñán como Pizarro iban a dejarse ver juntos, a representar un arreglo, a mantener una conversación que sucediera a aquella en la que el ex consejero informó al presidente de su cumplida amenaza de dejar el cargo si sustituía al delegado de la Junta en Cádiz. No hubo nada de eso.

Dos momentos reflejaron que la grieta está abierta. Con las cámaras presentes, Pizarro pasó por detrás de Griñán, que conversaba con Rosa Torres y Luciano Alonso en la puerta desde donde suelen salir los socialistas del salón de plenos. No se saludaron. En otra secuencia, Pizarro estaba sentado en la cafetería, terreno de distensión vetado para gráficos, junto al ex consejero Martín Soler, también apartado por Griñán, y José Antonio Viera, secretario general del PSOE de Sevilla y ducho en el noble arte político de dejarse ver con quien quiere ser visto. El ambiente enfriaba hasta el café y algún consejero que en ese momento por allí pasó hubiera preferido evitarlo.

De vuelta al trabajo, Pizarro ocupó su escaño como diputado raso, cuatro filas atrás de la bancada donde comparecen los miembros del Consejo de Gobierno. El escaño 58, próximo al jiennense Francisco Vallejo y a la granadina Teresa Jiménez, y pegado a María Dolores Pedroche, la diputada que relevó por la lista de Cádiz al admirado Manuel Chaves hace ahora dos años. Una fila reservada, según dispone el grupo socialista, para los ex consejeros. Para quien quiera así verlo, los relegados. Algunos se marcharon, como Evangelina Naranjo o Antonio Fernández. Para algunos, la fila de la memoria histórica del PSOE andaluz.

Precisamente, otra de las anécdotas de la jornada en la Cámara la protagonizaron los diputados de IU, que asistieron a un debate propuesto por la coalición de izquierdas sobre la "memoria democrática" con una camiseta que recordaba el 80 aniversario de la Segunda República.

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