Andalucía

Resaca electoral

  • Duelo a garrotazos. Tras un mes sin sesiones de control, Moreno y Díaz se enfrentan en un bronco debate con las elecciones del domingo y las del día 26 como argumento central

Juanma Moreno, durante la Sesión de Control al Gobierno en el Parlamento.

Juanma Moreno, durante la Sesión de Control al Gobierno en el Parlamento. / Jesús Prierto / EP

EL historiador Juan Rico y Amat dejó escrito sobre los oradores en las Cortes de Cádiz: “no hay catedrático que no deje de ser difuso, ni abogado que no sea monótono, ni predicador que al sentar las reglas políticas no parezca dogmático”. Ayer en el pleno del Parlamento andaluz Susana Díaz, que ejerció de predicadora, y el abogado Hernández (Vox) cumplieron con ese aserto.

El profesor Maíllo fue la excepción a la pauta; no anduvo difuso, sino ameno. Susana Díaz pontificó, como desde una semana antes del 2 de diciembre, sobre la jerarquía de Vox en el Gobierno andaluz: “Vox señala, dispara y usted asume”, le dijo a Juanma Moreno en un bronco cuerpo a cuerpo. Ella habló del tripartito, abandonando la versión más grosera que utiliza en sus mítines, el trifachito. Preguntó por dos veces sin éxito sobre los futuros pactos del PP en ayuntamientos y diputaciones. Evangelizaba a sus votantes…

Esta actitud de Díaz no sólo ha dado alas a Vox, al atribuirle una importancia de la que carece, sino que ha conseguido traspasar las fronteras de Andalucía y España. La semana pasada dos medios internacionales, Financial Times y CNN, daban por hecho que Vox forma parte del Gobierno andaluz.

Cuando Díaz jugaba a ser una estadista con futuro, mimada por la prensa conservadora de Madrid, siempre estaba celosa de la imagen de Andalucía. Un celo interesado; practicaba un pujolismo a la andaluza y cualquier ataque a su persona lo consideraba una deshonra para la región. En su situación actual dentro de su partido, que Moreno calificó ayer de debilidad y supervivencia, la rebaja de expectativas ha devaluado su ardor por el prestigio institucional de la comunidad autónoma.

A Moreno le espetó que el PP es ya tercera fuerza en Andalucía y que el PP quiso manipular la fecha de sus 100 días en el Gobierno, adelantándola en más de una semana, para utilizarla de reclamo electoral. Su conclusión, acertada, fue que le salió el tiro por la culata. Siguió señalando “las mentiras y manipulaciones” que la coalición de gobierno hace de la gestión socialista en la Junta.

Moreno en respuesta a Maíllo (IU) había señalado que con el PSOE al mando la Junta ya hacía convenios con la sanidad privada y que la supresión del impuesto de sucesiones y donaciones permitirá a los agricultores mayores donar sus explotaciones a sus hijos en vida, sin coste. Díaz le dijo que el SAS había concertado sólo el 4% de su presupuesto con servicios privados y que la donación de las explotaciones agrarias ya estaba exenta.

Díaz también descalificó el nombramiento del catalán Enric Milló como secretario de Acción Exterior de la Junta. Moreno destacó que Milló defendió a España en Cataluña, como delegado del Gobierno, y que Andalucía es una tierra de acogida. [De hecho, la presidenta tuvo como brazo derecho y secretario general de Presidencia a un antiguo consejero del gobierno de Castilla La Mancha con José Bono].

Díaz insistió en culpar a Milló del bochorno del 1 de octubre de 2017, sin mencionar la intervención policial, y se quedó a merced de que Moreno la ninguneara con el mal estilo que ella gastaba a sus rivales: pidiéndole explicaciones en su último turno, cuando Díaz ya no podía replicarle.

El intercambio de golpes se hizo sin reservas: Moreno felicitó al Partido Socialista por su victoria del domingo, pero le dijo a su adversaria que el triunfo no era de ella sino de Sánchez. Ella le contestó que la derrota era del PP andaluz, por aliarse con la extrema derecha, modelo que había sido rechazado en toda España. Él le preguntó si iba a impedir que Sánchez se aliara con la extrema izquierda y los independentistas de Esquerra y Bildu. Y así…

La exquisita corrección con la que el abogado cordobés Alejandro Hernández se dirigió al presidente Moreno marca una diferencia de trato a Vox bastante notable entre la plana mayor de la calle Génova de Madrid y la de la calle San Fernando de Sevilla. El PP andaluz está dispuesto a llevarse bien con Vox, que tuvo la llave de la mayoría en la investidura y la seguirá teniendo para los presupuestos.

Díaz intenta convertir la causa de su desalojo del poder en una ventaja electoral y se empeña en establecer el dogma de que con la extrema derecha no cabe acuerdo alguno. Una doctrina que beneficia al PSOE, pero que supondría negar derechos políticos a los 400.000 andaluces que votaron a Vox.

Ajeno, en apariencia, a estas cuitas, Hernández con palabras delicadas y voz monótona preguntó por el plan normativo anual (sic) del gobierno. Pasó después a hablar de socialismo clientelar, para hacer una proclama ultraliberal: en Andalucía hay mucho paro porque las ayudas mensuales de 400 euros, alguna peonada agraria y encargos en la economía sumergida, disuaden a la gente de buscar trabajo.

Moreno le entró al rebote al portavoz de Vox asegurando que Andalucía es una sociedad de talento y potencialidades, pero anestesiada por las malas políticas de los gobiernos socialistas. Maíllo y más tarde Díaz reprendieron al presidente por no haber discutido semejante teoría sobre el alto índice de paro en la región. El coordinador de IU lo calificó de “indignidad”. Por el contrario, Juanma quiso congraciarse con Vox, pidiéndoles su apoyo “para que no vuelvan los gobiernos del pasado, con sus eres y sus chiringuitos”.

Adelante Andalucía volvió ayer a alinear al profesor Maíllo como portavoz. Y no defraudó. Primero con un lapsus: se refirió a que el jueves se cumplieron los 100 años del nuevo gobierno. Hizo referencia a los incumplimientos en materia de reforma estatutaria o de la RTVA. En algún asunto como la atención temprana criticó por igual al PP y al PSOE. Y advirtió que vienen unos presupuestos generales de Andalucía con recortes sociales.

Los portavoces de PP y Cs, Nieto&Romero, no regatearon elogios cruzados a la otra fuerza política, en un intento un poco burdo de demostrar que a pesar de la disputa electoral la relación en el interior del gobierno es estupendísima. Parecía un cumpleaños. Como viene siendo habitual se partieron en elogios hacia el trabajo propio y en descalificaciones hacia el PSOE.

Destacó en este papel el sanluqueño Romero que dio pie al presidente a reclamar los 4.000 millones de euros suplementarios de financiación que Susana le pedía a Rajoy. Maíllo retrató el paisaje: estamos como antes, con los papeles cambiados.

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