Andalucía

Susana Díaz deja el Parlamento

  • Espadas concluye la parte más crítica de la transición de liderazgo en el PSOE andaluz, aunque sus ritmos causan cierta desesperación en algunos ámbitos del partido

Susana Díaz, en su escaño del Senado.

Susana Díaz, en su escaño del Senado. / Kiko Huesca/EFE

Susana Díaz deja el Parlamento de Andalucía; a partir de ahora, se dedicará en exclusividad al Senado y a sus colaboraciones televisivas en las cadenas de Mediaset. Tres años después de que hubiera perdido el Gobierno andaluz, la ex presidenta andaluza, que estuvo a punto de ser secretaria general del PSOE, se retira a la Cámara Alta, el gran cementerio de elefantes de la política española. Pudo ser su presidenta hace tres años, cuando Pedro Sánchez, le ofreció esta salida, pero Díaz prefirió quedarse en Andalucía, en la creencia de que su partido le seguiría apoyando para volver a presentarse a unas elecciones.

La salida de Díaz de la política andaluza se produce después de una reunión que la ex presidenta mantuvo con Juan Espadas el pasado jueves. Se citaron en una cafetería en Sevilla, y la conversación fue fluida y sin tensiones. En un comunicado, el secretario general del PSOE-A, pulcro y preciso en sus escritos, subraya que ha sido "la primera vez" que ha hablado con Díaz de su retirada del Parlamento andaluz, a lo que ella accedió con una "leal respuesta". Espadas se ha andado con mucha cautela para conseguir que la sevillana se fuera desprendiendo de sus cargos una vez que perdió las elecciones primarias en junio. Y ha conseguido algo que no estaba escrito, porque Díaz podía haber esperado hasta el congreso regional de Torremolinos para dejarlo.

A sus 47 años, a Susana Díaz  no se le debe dar por retirada. Ha sido presidenta de la Junta durante dos legislaturas, secretaria general de la federación más importante del PSOE y fue ella quien cedió el paso a Pedro Sánchez en las primarias donde se decidió el sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque también intentase en dos ocasiones la caída definitiva del hoy presidente del Gobierno. Sánchez no estaba muerto (políticamente) entonces, ni Díaz lo está ahora, aunque su popularidad dentro del partido es bastante negativa en estos momentos.

Cuando perdió sus elecciones en junio contra Espadas, la salida del Parlamento andaluz estaba marcada. Había resistido en su escaño tres años como ex presidenta, lo que no hizo ninguno de sus sucesores, pero además perdía una nueva elección interna. Lo natural hubiera sido que, en esos momentos, dejase la presidencia del grupo socialista y su escaño. Pero Díaz ha esperado a contar con un puesto seguro y de calidad en el Senado -será presidenta de una comisión- y a que fuese el propio Juan Espadas el que se lo solicitase.

Y así ha sido, Espadas es un político largo, poco dado a las estridencias, que ha dado muestras de saber manejar los tiempos, aunque ésto comienza a provocar cierta desesperación entre algunos de los dirigentes andaluces que lo acompañan. Buena parte de éstos confiaban en que su secretario general dejase la alcaldía de Sevilla antes del congreso de Torremolinos, que se celebra el primer fin de semana de noviembre. No será así, lo que Espadas entiende es que el Ayuntamiento hispalense le otorga una plaza mediática de la que carecería si la deja, ya que no es parlamentario autonómico.

Espadas inauguró bien su mandato al ofrecer al presidente de la Junta, Juanma Moreno, una colaboración que Susana Díaz había negado. Sigue pendiente su ofrecimiento para negociar el Presupuesto de 2022, y ambos se verán en San Telmo el próximo viernes, aunque Moreno no le dará un trato preferente, lo recibirá en la misma jornada que al resto de líderes parlamentarios.

Los ritmos de Espadas, que tan bien le han funcionado para resolver el asunto de Susana Díaz, no son del todo comprendidos en el partido. El nuevo secretario tiene que hacer frente a divisiones internas muy importantes en las provincias, y no en todas está contentado a sus seguidores. En Sevilla, con ese mismo estilo, ha conseguido relegar a la secretaria provincial, Verónica Pérez, en la lista de delegados al 40º congreso federal, al aceptar que el orden de los elegidos sea alfabético. 

No le ha ocurrido eso mismo en Cádiz, donde los sanchistas, que están divididos en dos bandos, han presetado dos listas para elegir a los delegados. La militancia gaditana celebra este domingo unas elecciones internas, para elegir entre la candidatura de Irene García, secretaria provincial, y la de Juan Carlos Ruiz Boix, alcalde de San Roque, que es sanchista, pero cuenta con el apoyo de los susanistas. Que Espadas no haya sido capaz de calmar el campo gaditano indica que su liderazgo aún no está consolidado. 

PP y Ciudadanos han encontrado en la comisión de la extinta Fundación Andaluza Formación y Empleo (Faffe) un primer motivo para alojarle varios plomillos en las alas al nuevo líder socialista. Su esposa trabajó en la Faffe, y fue llamada a la comisión, donde no dio explicaciones convincentes sobre la labor concreta que realizaba allí. Ella no tenía responsabilidad alguna en la fundación ni relación directa con los asuntos polémicos de la Faffe, pero Ciudadanos se empeñó en citarla por su relación con el socialista. Lejos de su papel en esta fundación de la Consejería de Empleo, que no era relevante, su caso es un recuerdo que PP y Ciudadanos aprovecharán para ligar a Espadas con las actuaciones de los anteriores gobiernos socialistas. 

 

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