Andalucía

Título: profesor de pastores

  • José Millán, en Zahara de la Sierra, se ha formado para impartir clases en la recién estrenada escuela andaluza que busca que esta profesión no se pierda

A José Millán, Pepe, de Zahara de la Sierra (Cádiz), hacía tiempo que le rondaba por la cabeza eso de montar una especie de escuela para pastores. "Lo que está escrito en los libros no se pierde, pero lo que no lo está, sí; y esta profesión imprescindible no está en ninguno", comenta Pepe, de 53 años, que ya puede presumir de tener el título de profesor de pastores.

Pepe ha participado en el curso de formadores de la Escuela de Pastores que la Junta de Andalucía ha montado en Huéscar (Granada) y que inició oficialmente su andadura hace unas semanas. A partir de septiembre comenzarán las primeras clases con el objetivo de asegurar la continuidad de una actividad cuya profesionalización se considera fundamental para una producción de alta calidad y para la conservación del medio ambiente. El zahareño, que ya realiza con sus animales la labor de cortafuegos para proteger el parque natural de Grazalema, será uno de los tutores, una nueva dedicación que afronta con una "ilusión grandísima". Le dará la oportunidad de transmitir los conocimientos que ha acumulado durante toda una vida dedicada al cuidado de cabras y ovejas y será partícipe de poder hacer realidad la principal idea que le ronda: "Que esto no se pierda".

Trabajando, como todos los días del año, en su "finquita" en un lugar privilegiado cerca de la Garganta Verde, Pepe cuenta cómo han sido sus días aprendiendo en Granada. "Nos han dado una especie de curso de formador de formadores, me han enseñado a explicar todo lo que sé de manera que mis futuros alumnos lo puedan comprender". En septiembre, volverá a desplazarse a Granada para comenzar a impartir clases teóricas y luego, algunos de los nuevos pastores acudirán a Zahara a aprender con la práctica, a observar cómo este experimentado pastor cuida a sus más de 600 ejemplares autóctonos, cabras payoyas y ovejas merinas de Grazalema.

La profesión es bonita, reconoce, pero no por ello es menos dura. "Como no te guste lo que es el campo... Es igual que a quien no le gusta la playa y tiene que estar diez horas diarias allí. Hombre, no es un trabajo de pico y pala, pero estás las 24 horas tensionado. Además hay que tener ciertas cualidades. Un ángel, no se cómo decirte, como el que es torero", compara.

Está convencido del triunfo de la iniciativa. De hecho, "a mí ya me ha llamado gente de Madrid, peritos y abogados, para que le dé aquí alguna clase práctica, y que ellos me las pagan", asegura. "Es imprescindible que esta labor no se pierda. Aquí no vale ordenadores ni máquinas. Los tractores valen para muchas cosas pero no para mover las cabras por el campo. Y si no, a ver qué carne vas a comer", afirma tajante Pepe.

Este pastor gaditano con dos hijos repite su idea de conservar y actualizar una profesión que antes era marginada. "Si te acercabas a una muchacha en el baile le decían: cuidado que ese es cabrero". Por suerte esto ha cambiado y está más que orgulloso de ser pastor y profesor. "Ahora mismo soy el número uno", bromea antes de seguir con su labor diaria con los animales a un kilómetro y medio de Zahara de la Sierra.

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