Investigación por homicidio imprudente

No hay caso Mairena

Investigan la muerte de un hombre tras ser reducido por la Guardia Civil en Sevilla

La muerte de un hombre en Mairena del Aljarafe en septiembre del año pasado tras ser detenido por dos guardias civiles no se debió a la actuación de los agentes, a los que no se puede realizar ningún reproche penal. Esta es la conclusión a la que ha llegado el juez de Instrucción número 2 de Sevilla, Miguel Ángel Gálvez, quien ha ratificado su decisión de dar carpetazo a la investigación por un delito de homicidio imprudente.

El magistrado ha rechazado el recurso de reforma que había presentado la acusación particular que ejercen los padres del fallecido, si bien la familia ha presentado un nuevo recurso de apelación ante la Audiencia de Sevilla, que será la que tenga la última palabra.

En el auto dictado ahora, que tiene fecha del 4 de abril y al que ha tenido acceso este periódico, el juez insiste en que no hay argumentos para continuar la investigación contra los dos guardias civiles. Dice el instructor que el recurso de la acusación particular se fundamenta en unas “apreciaciones valorativas” respecto a las pruebas que ya fueron valoradas en el auto que archivó por primera vez la causa, por lo que ahora confirma su decisión.

El instructor ratifica que la actuación de los guardias durante el arresto fue proporcional

Así, el juez afirma de forma contundente que la actuación realizada por los dos agentes de la Guardia Civil “no merece reproche de culpabilidad alguna”, puesto que la presencia en el lugar de los hechos se produjo “a requerimiento” de los padres de Carlos B. G.

El magistrado añade que el detenido desarrolló una acción “caracterizada por una alta agresividad y exaltación violenta, de forma que para protegerse de sí mismo y ante el peligro potencial para terceras personas, hubo de ser detenido por los agentes actuantes, los cuales utilizaron la fuerza de una manera proporcional a las circunstancias del caso”.

En este sentido, el juez recuerda que los guardias civiles exhibieron en primer lugar las defensas extensibles para usarlas ante el “acometimiento” de Carlos B. G., quien recibió golpes en brazos y piernas carentes de cualquier efecto letal”.

Una vez en el suelo, prosigue el auto, fue reducido empleando una técnica denominada de “presa braquial” que, por su duración, “carece igualmente de efectos letales, según lo expuesto por los médicos forenses que declararon en sede judicial”.

La intervención de los agentes “no merece reproche de culpabilidad alguna”

De hecho, la autopsia descarta que la muerte se debiera precisamente a la actuación de los agentes que lo redujeron después de que la víctima protagonizara un altercado a las puertas de su domicilio familiar en Mairena del Aljarafe. El consumo de cocaína, cannabis y alcohol es la causa que provocó la muerte, según sostienen los forenses en el informe de autopsia.

De esta forma, el juez concluye en el nuevo auto que el vecino de Mairena sufrió una “toxicidad aguda cardíaca” originada principalmente por un “consumo de drogas estimulantes, cocaína, imitación psicomotriz propia de un Síndrome de Delirio Agitado (SDA), que se vio complementada, por una situación de agitación creada” por el propio Carlos B. G. por el “previo consumo de cocaína, cannabis y alcohol, unas horas antes del suceso”.

La víctima sufrió una “parada cardiorrespiratoria súbita mientras estaba siendo detenido” y la autopsia descarta la existencia de lesiones “traumáticas graves con repercusión visceral o signos propios de una muerte asfíctica por comprensión del cuello o restricción toraco-abdominal”, sino que por el contrario, “tanto el desarrollo de los acontecimientos como los datos clínicos de la asistencia médica de urgencias y de UCI, los resultados de las pruebas complementarias químico-toxicológicas y anatomo-patológicas confirma que dicha parada cardiorrespiratoria súbita fue secundaria a un SDA inducido por cocaína en un consumidor crónico”.

Lanzó dos martillos a los guardias civiles

Durante la intervención de la Guardia Civil, Carlos B. G. agredió a los agentes, les amenazó de muerte, “con una actitud violenta y agresiva persistente” –les lanzó incluso dos martillos– y desatendió las órdenes verbales de la Guardia Civil, que finalmente procedieron a su reducción física, un arresto que fue grabado en vídeo por el padre y difundido en las redes sociales.

Sobre estos vídeos, los forenses consideraron que en los mismos se aprecia claramente como dos agentes llevaron a Carlos al suelo para intentar detenerlo y colocarle los grilletes pero incluso en esa situación, el joven “mantuvo una resistencia enérgica con gran fuerza en todo momento, de modo que los agentes procedieron a la contención mediante una maniobra de ‘carotid sleeper hold’” o presa braquial, que es una técnica habitual de reducción física empleada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Insiste en que el consumo previo de drogas y alcohol causó el trágico desenlace

Una vez que la víctima perdió la conciencia, los agentes procedieron de inmediato a iniciar las maniobras de reanimación cardiopulmonar básica “perfectamente realizadas, alternándose entre compañeros para no detenerlas en ningún momento, y solicitaron la intervención urgente de los servicios sanitarios de emergencias”.

Pero a pesar de la recuperación del ritmo cardíaco y del traslado al hospital, el joven sufrió un “daño cerebral grave e irreversible (encelofatía hipóxico-isquémica) a consecuencia de la parada cardiorrespiratoria mantenida, y ésta fue finalmente la causa de su fallecimiento siete días después”.

Toda la investigación desarrollada y el dictamen de los forenses han llevado al juez a considerar que no hay elementos para actuar contra los dos guardias civiles. No hay ningún “caso Mairena”.

El abogado de los padres de Carlos B. G., Luis Romero, aseguró en su día tras ver los vídeos difundidos pro el padre en las redes sociales que la actuación policial le recordaba a la muerte del afroamericano Eric Garner en Nueva York, un caso que dio origen en Estados Unidos al movimiento Black Lives Matter.

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