Coronavirus Andalucía

La cepa británica se extiende y amenaza la reapertura de las provincias

  • Los dirigentes de la Junta no descartan permitir las salidas en Semana Santa si el ritmo de contagios sigue disminuyendo

Dos personas caminan por la calle embozados con la mascarilla.

Dos personas caminan por la calle embozados con la mascarilla. / Juan Carlos Vázquez

Después de que los responsables autonómicos de Salud Pública acordaran el jueves mantener cerradas las comunidades en Semana Santa, los dirigentes del Gobierno andaluz coincidieron ayer en mantener la esperanza para la reapertura del tránsito entre las provincias. Las presiones de los sectores económicos afectados por las restricciones de la pandemia no son pocas y la Administración andaluza opta por condescender. La historia no es nueva. Un año lleva siendo así, desde el momento en que la gravedad del coronavirus fue manifiesta. La situación de la pandemia es ahora diferente. Todo dependerá de que los contagios continúen a la baja como hasta ahora, algo que estará condicionado por el aún desconocido comportamiento de la variante británica.

Los dirigentes andaluces, autoridades en materia de Salud Pública desde que entró en vigor el último estado de alarma, acumulan un año ejerciendo el funambulismo, el conocido equilibrio entre dar rienda suelta a los movimientos y las reuniones, por mantener la actividad, y limitarlos, por prevenir la propagación del virus y la enfermedad. Abrir y cerrar el grifo, ha mencionado alguna vez el presidente andaluz, Juanma Moreno, quien ayer expuso en Barcelona la posibilidad de que el comité de técnicos al que la Junta consulta las restricciones "planteará" en la reunión de alrededor del día 18 de marzo "abrir la movilidad entre las ocho provincias" en las próximas semanas", basándose en el nivel de contagios en Andalucía y en su tendencia actuales.

En ese sentido se pronunció también el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, quien calificó de "positiva" la evolución de los datos epidemiológicos y asistenciales, un optimismo que tomó también para sí el vicepresidente andaluz, Juan Marín, que en Madrid declaró lo deseable que es que se reabra la movilidad para potenciar el turismo, en general, y que vuelva a fluir el tránsito entre las provincias andaluzas, en particular.

Hay, no obstante, un factor que reconocen los responsables políticos y sobre todo sanitarios más o menos abiertamente. Se trata de la amenaza de la variante británica del coronavirus, que campa ya a sus anchas en Europa. Así lo reconoció el mismo Marín el día anterior. La reapertura de las provincias a los viajes no esenciales "sería lo razonable si la evolución de la cepa británica lo permite", dijo el también dirigente de Turismo. "Hay incertidumbre con el comportamiento de esta cepa", añadió en unas declaraciones recogidas por Europa Press.

Esta variante no es la única que circula en Andalucía pero sí es la que con mayor intensidad está mostrando en las últimas fechas. Su alta capacidad de transmisión ha provocado que su presencia en los análisis se haya cuadriplicado en apenas un mes. El último informe del Ministerio de Sanidad informa de que se ha convertido ya predominante en Andalucía. En la última semana de febrero, la secuenciación de esta cepa –B. 1. 1. 7– suponía el 51% del total.

Esa cifra es una media de toda Andalucía. Sin embargo, hay provincias, según los datos de los que dispone la Consejería de Salud, en las que la detección de esta variante, provista de una mutación que inquieta a los epidemiólogos, ocupa más del 90%, en Almería, y cerca del 80% y del 70% en Granada y Cádiz, respectivamente.

Será el comportamiento de este virus en las próximas semanas el que acabe dictando el libre tránsito entre las provincias para Semana Santa. A diferencia de otros primos hermanos del coronavirus originario de Wuhan, el británico sólo ha demostrado hasta la fecha una mayor capacidad de transmitirse –por tanto, de añadir presión sobre el sistema asistencial, aclaran los técnicos del Ministerio de Sanidad–. También es posible que provoque un aumento de la letalidad –número de muertes en relación al número de contagiados–, pero, a falta de estudios más rigurosos, es posible que no reduzca la inmunidad que provoca la infección o a la que conduce la vacuna, lo que es un verdadero alivio para los responsables de Salud Pública. Falta mucho por conocerse, principalmente qué sucederá con los contagios en adelante. La variante británica es incapaz de superar las medidas profliácticas conocidas. Es otro alivio, aunque la sociedad vaya pidiendo ya más.

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