elecciones andaluzas

Susana Díaz en su corte periférica de Triana

  • La presidenta cuenta en el barrio León, en el extremo occidental de la ciudad, con una irredenta legión de adeptos

Susana Díaz aparece en el cartel electoral de un quiosco cerca de su casa.

Susana Díaz aparece en el cartel electoral de un quiosco cerca de su casa. / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

A sólo un paseo desde la casa de Susana Díaz, Sevilla desaparece. El barrio León, en Triana, está situado en la periferia occidental de la ciudad. Unos metros más al oeste, apenas unos pasos, está la carretera Cádiz-Huelva, luego hay campos de fútbol, el Guadalquivir y, más allá, a un paseo, deja de ser Sevilla para ser Camas. "Es un sitio tranquilo. Por aquí no pasa mucha gente, no hay trasiego, y nos conocemos todos", explica María Dolores.

La semana ha empezado fría en esta parte de Andalucía. "Es el vientecillo", matiza María Dolores, vecina de la calle Ángel Solans. A sus 72 años no deja escapar una mañana para acercarse al bar Avenida para tomarse una descafeinado con leche muy caliente con sacarina. "Y un cigarro con boquilla", avisa con una sonrisa pícara mientras lo enciende y revela el secreto que deseaba contar: "Soy vecina de Susana".

La presidenta es conocida por todos aquí. "Conocer, la conozco de verla casi a diario", apunta Mari Carmen, contertulia de María Dolores. Díaz es la vecina importante y famosa. A poco que se rasca, cada vecino de León puede contar la vez que la vieron comprando en el supermercado, paseando con su niño y su marido, tomando unas cervezas en López de Gómara o, años atrás, frecuentando la parroquia de San Joaquín, a la que estuvo vinculada.

Propaganda electoral del PP en feudo del PSOE 

Susana Díaz apenas se ha movido desde que nació. La niñez, la adolescencia y la juventud las pasó en El Tardón, un barrio separado de León por Alvar Núñez, una avenida que no es más que una calle por la que circulan coches y que, ahora, a pocos días de las elecciones, está atravesada por la propaganda electoral del PP, que asoma avejentada entre los árboles. Sin embargo, el cartel de Díaz en el quiosco de la avenida luce brillante tras el cristal. "Es demasiado buena para ser política; de buena que es, es tonta", avisa María Dolores, quien asegura que ha llegado a decírselo "en persona".

El vecino medio de este extremo de Triana habla de la dirigente como si fuera una tonadillera. Es el aura. Su figura inspira fervor religioso y cariño filial. Hay hasta quien guarda un recorte de periódico con la foto de la joven Díaz portando el pendón de San Fernando en la capilla de los Marineros. Su pasado como concejal del distrito, hace dos décadas, le sirve a la mayoría para presentarla como notable gestora. "Es de las pocas que ha hecho algo por esto", dice Mari Carmen, quien cree que hay cosas que pueden mejorarse en Andalucía: "Mi yerno ha esperado seis meses para que le dieran una cita para el digestivo".

Las casas que lindan con Alvar Núñez no son altas y el sol cae sin contemplaciones al mediodía. Los vecinos prefieren hoy la acera sin sombra, ya estén sentados en un banco, sin hacer nada, de pie, parados, o caminando. Simón, ilustre camarero del Rinconcillo, es uno más que agradece el sol a esta altura del otoño. Simón, que vota con la presidenta en el colegio San José de Calasanz, interrumpe su camino y comenta la noche anterior. Salió de trabajar pasadas las dos. No es de quejarse, pero esta mañana Simón se ha levantado rijoso. "El barrio está abandonado; mira el parque infantil, ¿has visto las calles?", pregunta camino de la Avenida de Coria, que está llena de carteles con la cara de Susana Díaz.

Compromiso social de juventud como germen político

Alberto, trianero, militante socialista y compañero de Díaz en las Juventudes Socialistas, rememora los tiempos en los que, según cree, le llegó la vocación política. La recuerda dando vueltas por el barrio hablando con las personas sin hogar, liderando una concentración en favor del derecho de los homosexuales o concienciando en los institutos acerca del uso de preservativos. "Era de estar en la calle", subraya.

"Se siente más roja que nadie, pero es una persona de orden, a medias tradicional y progresista, un perfil político moderado que la ha favorecido", dice Alberto con las manos en los bolsillos mientras sortea las ramas de las jacarandas de la calle San Jacinto que están podando los operarios municipales. En esta arteria de Triana, a diferencia del barrio León, la vida hierve más que el sol.

Entre la frutería y el puesto de aceitunas que hay en la esquina con la calle Esperanza de Triana, los vecinos hablan de fútbol. El sevillismo celebra el liderato, el beticismo ha vuelto a su tradicional melancolía. Alberto es bético, como Díaz. "Ha llegado donde ha llegado por sus dotes de liderazgo. Le gusta mandar, ha nacido para organizar desde el mando de operaciones", explica Alberto al cruzar la puerta del instituto Triana, donde la presidenta cursó el bachillerato en los primeros años noventa.

La imagen coriácea de Díaz no está peleada con una cara más vulnerable, humana. "Le gusta mandar, pero también sentirse arropada, de ahí que sean tan importantes para ella los grupos de amigos, sus círculos más cercanos", revela Alberto, quien, como político ya retirado, sabe que en ese mundo es imposible no granjear enemistades. "Le molestan mucho los dobleces y la deslealtad. Ella va de frente", reconoce.

Más votos con el candidato Griñán en 2012

Triana está de campaña, aunque sus vecinos hablen más de la cita con el médico, de las hazañas deportivas o del tiempo, que hoy se ha levantado fresco. En las últimas elecciones andaluzas, 7.427 trianeros votaron al PSOE, 887 menos que en las anteriores con el candidato José Antonio Griñán. El PP superó al PSOE ambas veces. No pareció deberse, sin embargo, al sentido del voto en esta excéntrica barriada de Triana. Hay un señor con gafas de miope que tiene cara de pocos amigos y que andurrea al sol frente a la Peña Cultural Los Ángeles. "Ochenta euros me gustaría tenerlos a mí", dice medio gruñendo este hombre que prefiere no responder a si se considera un tieso.

La peña Los Ángeles está regentado por Isidoro, un melómano inclinado por el género de la sevillana. "Me gusta todo, pero las sevillanas son lo que siempre hemos escuchado aquí". En su asociación se reúne un grupo que está grabando un disco. Isidoro no duda un momento en que una manzanilla es una copa y no una taza de infusión pese a ser apenas las doce del mediodía. "Susana es nuestra sultana", sentencia Isidoro, que desmiente los rumores de que la presidenta esté ampliando el patio de su casa. "¿Escoltas?, no le hacen falta, que se guarde alguien de hacerle algo por aquí".

Isidoro abunda en la sencillez y naturalidad de la dirigente como epílogo de la hagiografía trianera. "Es una más del barrio, la hemos visto crecer". Por muy mandamás que sea, por mucha centralidad que aglutine, Díaz divisa el mundo desde el extremo de la capital andaluza, desde la periferia de una corte que espera mantener a partir del 3 de diciembre. "Eso espero yo también", certifica Isidoro. Un fan. Otro fan.

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