La imagen de la comunidad autónoma Andalucía tiene poco peso en las decisiones nacionales y europeas

En los foros agrarios nos ven 'folklóricos'

  • La consejera Clara Aguilera no ha conseguido un liderazgo entre sus colegas regionales · Los de Aragón y Cataluña por el PSOE o Murcia y Castilla y León por el PP han sido los pesos pesados

Cuando a Pedro Solbes le dieron por primera vez la palabra en un Consejo de Ministros de Agricultura europeo se hizo un silencio absoluto para escucharle. En julio de 1991 Solbes no había sido todavía titular de Economía y Hacienda, comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, ni vicepresidente del Gobierno. Pero ya tenía un gran prestigio en la Comisión y entre los once socios comunitarios.

Esa autoridad o liderazgo no se consigue fácilmente. Es una complicada mezcla de prudencia, habilidad, determinación y preparación técnica. Los consejeros de Agricultura de las 17 comunidades autónomas forman un sanedrín que se reúne en el Ministerio de Agricultura todos los meses en vísperas de cada Consejo europeo. ¿En este foro hay algún consejero que provoque los silencios de Solbes? Sí. El consejero de Aragón, Gonzalo Arguilé, agricultor, fundador de Uaga-Coag, portavoz agrícola del PSOE en el Senado de 1982 a 1996, y decano de los consejeros de Agricultura, porque está en el cargo desde 1999.

Arguilé, por cierto, tiene malas relaciones con la ministra Rosa Aguilar. Esta semana lo explicaba a una revista especializada: "Puse todo mi interés para que fueran buenas y por su parte fui contestado con mala educación. La ministra no ha contribuido en nada a tener unas buenas relaciones con el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón. Es más, no tenemos ninguna comunicación". La defensa de los intereses regionales, es a veces incompatible con estrategias partidarias.

Los consejeros tienen dos foros de coordinación con el Ministerio. Uno es la conferencia sectorial, que se reúne cada trimestre. Allí se discute sobre política nacional, reparto de fondos, dinero. Y el consejo consultivo para la Unión Europea se reúne una semana antes de cada Consejo de Ministros. Los consejeros autonómicos no pueden delegar en nadie su presencia. Ni siquiera la consejera de Medio Ambiente de Madrid, en donde la agricultura tiene rango de subdirección general; ni el consejero de Presidencia de Baleares, en donde es una dirección general.

La cooperación se completa con la presencia de un consejero en los consejos europeos, dentro de la delegación española. Este semestre es Samuel Juárez, de Galicia. Todos estos formatos son claves para influir sobre la voluntad política del titular del Ministerio y sobre el ánimo de los altos funcionarios, ingenieros en su mayoría, que preparan expedientes como el que se acaba de presentar al comisario Ciolos para que proponga un almacenamiento privado para el aceite de oliva. Si no hay peso en el consejo consultivo, difícilmente se mueve el aparato ministerial en defensa de intereses regionales concretos.

En estos foros, la plana mayor del Ministerio le pone nota a los consejeros. Juárez, por ejemplo, tiene fama de serio y técnico. En esta clasificación, distintas fuentes califican a Arguilé como el mejor, seguido por el murciano Antonio Cerdá, un doctor en Químicas, con estancias posdoctorales en centros de investigación de Europa y Estados Unidos, especialista en la calidad de las aguas para riego y en los efectos de las sales sobre las plantas. Durante la existencia del tripartito en Cataluña, otro socialista ejercía un cierto liderazgo sobre los consejeros del PSOE: Joaquín Llena, licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Medicina, muy sólido en sus exposiciones. Su sustituto, también de Lérida, es Josep María Peligrí, licenciado en Derecho, de Unión Democrática, que está recién llegado y carece de calificación.

En el PSOE nadie ejerce una autoridad clara; Arguilé va por libre y Llena ya no está. ¿Por qué no Andalucía, que es la cuarta parte de la producción final agraria española? En estos foros nacionales la consejera Clara Aguilera es apreciada por su cordialidad. Se la ve simpática y folklórica. Sus intervenciones no producen los silencios de Solbes.

El resto de los socialistas no podrían ejercer esa función. El de Extremadura es un político muy local, que ha sido alcalde de Castuera y presidente de la Diputación de Badajoz. Para Baleares la agricultura es una maría, la del País Vasco es muy nueva. Y el de Castilla-La Mancha es un hueso: duro para el Ministerio y también para los intereses andaluces, porque es el consejero que con más énfasis reclama un nuevo reparto de los fondos europeos dentro de España en 2014.

En el PP, por el contrario hay un liderazgo político nítido. Lo ejerce la consejera de Castilla y León, Silvia Clemente, una lideresa que tiene además la ventaja de disponer, como número dos, del secretario general de Agricultura autonómico con más prestigio en el Ministerio, el ingeniero agrónomo Eduardo Cabanillas. La valenciana Maritina Hernández también destaca por su personalidad. Es doctora en Bioquímica, ha sido directora del Instituto Valenciano de Exportación y es hija de un histórico dirigente de AVA-Asaja. Se la considera poco afecta a Cotino, hombre fuerte del Gobierno Camps. ¿Es zaplanista? No, es maritinista. Y queda un personaje por resaltar: el consejero de Cantabria, Jesús Oria, regionalista, un psicopedagogo considerado el más conciliador del grupo, todo el mundo le quiere.

Este es uno de los escenarios en los que se influye para que las decisiones del Ministerio estén en consonancia con los intereses regionales. Hay dirigentes agrarios que consideran que esta es una de las patas que fallan para que en un año no se haya conseguido el almacenamiento privado del aceite de oliva. Una petición alemana de enero para el almacenamiento de carne de porcino se atendió fulminantemente y está en vigor desde el 1 de febrero. A los alemanes se les escucha con el silencio de Solbes. Quien manda, manda. Y quien pesa, pesa.

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