Andalucía

Cuatro pasos por los charcos

  • Rodríguez de la Borbolla analiza las maneras de gobernar y la situación del PSOE · Se declara partidario de Rubalcaba.

Primer charco: Cohesión territorial

Uno de los errores del PSOE en los años de mandato de Zapatero ha sido, según Carmen Chacón, "poner lo territorial por delante de lo social". Esto es verdad, y no es verdad, al mismo tiempo. Se exacerbó lo territorial, sí, pero no lo exacerbó el PSOE, ni el PSOE de Andalucía, ni el de Asturias, ni el de... El problema territorial fue exacerbado por el PSC, PSC-PSOE, y sólo por el PSC, PSC-PSOE. Y ello fue así por la puesta en práctica de unas tácticas de "ocupación del territorio nacionalista", forzadas primero por Maragall, profundizadas más tarde por Montilla y su equipo, y que han dado los resultados que han dado. El PSC, PSC-PSOE, encabezado por Carmen Chacón, ha obtenido muy malos resultados en las últimas elecciones generales. Lo que me dijo un sindicalista de UGT en la barra del Pinocho, en la Boquería: "Pepe, para votar a una mala copia (el PSC), mejor se vota al original (CiU) o se queda uno en casa". Por otra parte, son muchos los españoles, incluidos muchos catalanes, que piensan que España es hoy menos España que cuando entró Zapatero. Y eso es algo que nos disgusta a muchísimos.

Ahora, además, nos encontramos con un debate sobre la financiación autonómica, en general, y el pacto fiscal para Cataluña, en particular. Muchos socialistas, de España en general, y de los distintos territorios de España en particular, tenemos algunas ideas al respecto: la solidaridad interterritorial, proclamada en el artículo 2 de la Constitución Española, no es algo que se pueda negociar bilateralmente. Es algo que corresponde definir, conjuntamente, al Estado y a todas las comunidades autónomas de régimen común. ¿Por qué? Pues porque los impuestos del Estado, fijados por el Estado, devengados por operaciones realizadas a lo largo y ancho de todo el Estado, y recaudados en los distintos territorios del Estado, han de servir para financiar, equitativamente, los servicios básicos prestados a todos los ciudadanos del Estado. Los servicios, y la financiación de los servicios, se prestan a ciudadanos, no a territorios. Y los ingresos han de servir para la vida de los ciudadanos, por igual, y no para la gloria de los territorios.

Segundo charco: Coyunturalismo espasmódico

Don Carlos Marx explicó la Historia como una sucesión de modos de producción: entre otros, el modo de producción esclavista, el feudal , el asiático y el capitalista. Es una visión rígida, pero sugestiva.

En política, a mi modo de ver, también se pueden distinguir distintos modos de producción en la acción pública. Así, por ejemplo y a grandes trazos, yo distingo, entre otros, el modo de producción ideológico (propio, por ejemplo, de los republicanos americanos), el modo de producción programático-estratégico (propio de los partidos socialdemócratas solventes), y el modo de producción coyunturalista-espasmódico (propio de los partiti acchiappatutto, catch-all-parties, o partidos atrapatodo, tan típicos de las democracias occidentales actuales).

Según la práctica política coyunturalista-espasmódica, las decisiones a adoptar no derivan del programa ni de la estrategia. Se trata de movilizar a los electores, más que a los afiliados o simpatizantes. Por ello, las decisiones tienen su origen, fundamentalmente, en los sondeos de opinión, en la valoración instantánea de la coyuntura, y en la búsqueda de votos procedentes de todos los ámbitos del espectro social, muchos de ellos buscados a través del desarrollo de políticas muy sectorializadas. En este modelo, las decisiones no se adoptan por su pié y en su orden, sino que se producen a espasmos, ante la comparecencia de estímulos circunstanciales externos. Son decisiones vistosas y sonoras, sí, pero normalmente más efectistas que sustanciosas.

Desde mi punto de vista, el PSOE de los últimos años ha estado excesivamente influenciado por este modo de producción coyunturalista-espasmódico, y esto no es bueno. Al final, la gente necesita saber a dónde va a ir con aquél que se postula para dirigirlos, y en los últimos años esto no ha quedado muy claro del todo. Por otra parte, algunas decisiones importantes, que se sabía que había que tomar, no fueron tomadas en su momento, y ahora todo va a ser peor.

Así ha pasado, por ejemplo, con la reforma del mercado de trabajo. Muchos socialistas hemos sido conscientes de que había que proponerla y afrontarla, ¡desde el Gobierno! Algunos hemos tenido ocasión de exponerlo a dirigentes socialistas y a personas influyentes en el Gobierno. Así, por ejemplo, en Málaga, el 26 de noviembre de 2009, se lo dije a un ex dirigente juvenil, reconvertido en hombre de empresa y cercano a Zapatero. "Sé que es necesaria, Pepe, pero no creo que la reforma laboral esté entre las prioridades del presidente", fue la escueta respuesta. Así, también, el 18 de marzo de 2010, se lo dije a un joven alto dirigente del PSOE de Andalucía. "¿Reforma laboral? Que la haga el PP cuando entre, si entra. Nosotros no vamos a poner en riesgo los votos", me dijo tan tranquilo, y se puso a hablar de otra cosa. Ahora, ya veremos cómo queda todo, con todo en manos del PP.

Los votos antes que el país... La coyuntura antes que la estructura… Las ocurrencias antes que las ideas y los programas... No creo que podamos seguir así.

Tercer charco: El PSOE o los Psoes

"El PSOE ha de ser un partido con una voz única en toda España", ha dicho Rubalcaba. Pues claro que sí. El PSOE no puede ser la suma de diversos Psoes territoriales, cada uno de su padre y de su madre, y moviéndose por intereses circunscritos a su territorio. Los militantes del PSOE no pueden ser, prioritariamente, militantes de su propia Federación o Partido regional, jugando a obtener cuotas de poder para su partido o territorio. Los militantes del PSOE han de ejercer como militantes del PSOE nacional, conscientes de que la partida política se juega básicamente en el territorio español, de que la vida de los ciudadanos depende básicamente de lo que se decida a escala española, y de que la dirección federal del PSOE es una y con la misma fuerza para dirigirnos a todos y cada uno. Está también Europa y está el mundo globalizado, pero de eso hablaré al final.

"¿Un PSOE nacional fuerte y unificado? ¿Una dirección federal sólida y con capacidad de dirección?", pueden preguntarse algunos. Pues claro que sí, decimos muchos. Un PSOE fuerte con su dirección fuerte, como es debido. La estructura de dirección, el llamado aparato, es como el esqueleto, que sustenta los órganos vitales y del que cuelga todo lo demás. Hemos de tener una dirección fuerte, flexible, adaptable y con capacidad de respuesta rápida, como el esqueleto de los felinos, y no rígido, pesado y casi inamovible, como el de los mastodontes. Por otra parte, una dirección así, cohesionante, no está, para nada, reñida con nuevas reglas de participación y de funcionamiento, como sugiere Ramón Vargas-Machuca.

Cuarto charco: Socialdemocracia e internacionalismo

El PSOE no es sólo un partido progresista, sino un partido socialista. Es evidente que tenemos que defender el laicismo, la libertad sexual, la sostenibilidad, etcétera, etcétera. Pero nuestras señas de identidad fundamentales son la redistribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades, la defensa de lo público y la lucha contra la explotación, se produzca como se produzca. Somos un partido socialdemócrata, y hemos de profundizar en la adecuación de nuestra alternativa para la sociedad actual.

La Edad Contemporánea, en la que nacimos y para la que nacimos, se ha terminado. Algunos de los paradigmas-clave de la misma, tales como el predominio del Estado-Nación, la economía industrial y el trabajo permanente y descualificado para toda la vida, han perdido peso relativo. Pero nuestros valores y nuestros criterios de análisis de la realidad siguen siendo válidos. Tenemos que luchar por ellos en nuevos escenarios, como son la Unión Europea y la sociedad globalizada, en la cual la avaricia y la entronización del dinero han alcanzado cotas nunca vistas. La adecuación de la alternativa socialdemócrata y la acción del socialismo a escala supranacional son nuestros retos, creo yo.

¡Ah, que se me olvidaba! El 38º Congreso del PSOE sólo elige a la persona que ocupará la Secretaría General para el próximo período. Para esa tarea yo confío en Alfredo Pérez Rubalcaba.

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