Cine · historia de un golpe de suerte

Tras la pista del "puto Steve McQueen"

  • El destino acudió a ver a Jesús Castro, protagonista de 'El Niño', integrante de una dura estadística de fracaso escolar en Cádiz.

(Miércoles, 22 horas. Día del espectador. Cines Bahía de Cádiz, sala 6, la más grande de los multicines. No hay una sola butaca libre. Proyectan el mayor taquillazo de la historia del cine español en una primera semana de exhibición, El niño, dirigida por Daniel Monzón con un reparto de actores de bandera: Luis Tosar, Eduard Fernández, Sergi López... La mayoría del público no ha ido a verlos a ellos, sino a ese chico de ojos azules que en su primera aparición en la pantalla pilota una moto náutica que cruza el Estrecho. Un murmullo femenino recorre la sala 6).

En el momento en que Malamadre (Luis Tosar) lidera un motín carcelario en la película de Daniel Monzón Celda 211, Jesús Castro avanza a trancas y barrancas en su vida académica en el Instituto La Janda, en Vejer. Forma parte de esa dura estadística que dice que en la provincia de Cádiz uno de cada tres chavales que inicia la enseñanza secundaria fracasa. La Logse inventó algunos instrumentos para atenuar esos fracasos. Uno de ellos se llamó PCPI. Programa de Cualificación Profesional Inicial, el antiguo PGS, Programa de Garantía Social. En román paladino, una forma de retener a los niños hasta los 16 años, un tiempo de madurez a ver qué pasa. A menudo, no suele pasar nada. Jesús Castro, 'El Niño' por el que ahora las niñas suspiran, fue rebelde, algo insolente y acabó en un PCPI. Alguna expulsión del instituto, alguna trastada... No iba para Medicina, vaya.

En el momento en que Malamadre (Luis Tosar) lidera un motín carcelario en casa de Jesús Castro están pasando cosas. Su padre, también Jesús, también ojos azules, con un montón de hermanos con los ojos azules, está viendo qué hace con Jeycar, su empresa, puntera en Vejer en reformas de casas. La empresa está formada por Jesús padre y su socio y amigo Carlos. Los constructores que quedan en Vejer, que ya no son muchos tras la implosión del ladrillo, coinciden: "Muy, muy buenos, gente muy seria". Pero en 2009, cuando se estrena la anterior película de Daniel Monzón, Celda 211, aquel pelotazo en la taquilla, nadie en la familia Castro sabe quién es Daniel Monzón, pero sí saben que el negocio de la construcción se está yendo al carajo, que no hay trabajo ni en la empresa ni en las empresas de los tíos, que tienen magníficas cerrajerías y todo lo relacionado con montar una casa. Entre todos los hermanos Castro te hacen una casa entera. Pero en 2009 ya nadie necesita una casa, lo que la gente necesita es deshacerse de las casas.

Jeycar no encuentra reformas, Jesús hijo está rebelde. Quizá habría pensado que ya trabajaría en la cuadrilla de su padre, como puede pensarlo el Moi, su hermano pequeño, ojos azules, clavadito al hermano mayor. Y en el instituto juntan a Jesús padre y Jesús hijo para explicar una expulsión. El IES La Janda es un buen instituto. Hay buenos alumnos y malos alumnos, que eso es inevitable, ha pasado siempre. Recuerdan sus profesores que Jesús no da un palo al agua, pero es noble, no se escaquea cuando las hace. Y Jesús es de los que las hace. Lo reconoce. Eso no te evita una expulsión, pero lo mismo te ayuda a entender que en el mundo laboral te vas a la puta calle. Y tú querrás trabajar algún día, ¿no, Jesús?

Los profesores del instituto han notado cómo los padres de sus alumnos han perdido su trabajo y cómo los alumnos que se fueron a ganar dinero en los andamios están de vuelta en los módulos de Formación Profesional. Jesús se fue, no le interesaba el instituto y, con el tiempo, volvió. Un módulo de electrónica. "Estaba pelando cables cuando llegaron los del cine", explica su hermano Moi, que acaba de cerrar la churrería por hoy. Porque Jesús, con sus ojos azules, no sabía qué hacer con su vida. Hizo prácticas en una empresa de electricidad, pelar más cables, y un verano fue relaciones públicas de una discoteca en Conil. Pero, en general, como tantos de sus compañeros, la mayoría camareros con los que jugaba al fútbol, no sabía qué iba a hacer con su vida. Poner papelones de churros, de momento, que era el negocio que había montado su padre hasta que volvieran las obras. Y Jesús era un encanto, y la de la pescadería, Oliva, le quería un montón porque era un encanto: "Salió del instituto y tenía la cabeza muy bien amueblada".

Arden las redes sociales. Los actores que llevan años preparándose observan a un intruso que se convierte en el hombre del momento, un famoso que pelaba cables en un módulo de electrónica, sin formación alguna. Daniel Monzón vio la segunda temporada de The Wire, la serie de la HBO, y supo que aquí podía montar una historia con la misma intensidad. En Cádiz, en el puerto de Algeciras. Contrabando de hachís. Y, al tiempo, un casting, un descubrimiento, un rostro desconocido. Monzón, criado a la sombra de Antonio Gasset en los años míticos del programa Días de Cine, se patea todos los institutos de la provincia. Jesús, al que no le gusta ir a la clase de electrónica, se deja convencer por un amigo para saltarse la clase e ir al casting. La jefa de casting le da un toque en el hombro a Monzón, señalando al chico que está detrás de su amigo. Cuando Monzón le enseña a Malamadre (Tosar) el candidato a protagonista, Malamadre (Tosar) suelta que ese niño tiene la mirada del "puto Steve McQueen". El guionista, Jorge Guerricaechevarría, toma nota e incluye la frase en el guión. Malamadre (Tosar), el poli, se lo suelta a Jesús Castro, El Niño, en una de las persecuciones entre helicóptero y lancha, que es de lo mejor que se ha visto en escenas de acción en el cine español: "¿Quién coño se ha creído? ¿El puto Steve McQueen?".

El puto Steve McQueen, Jesús Castro, ha sorteado con un golpe del destino el incierto futuro que todos sus compañeros en el módulo de electrónica comparten. Es una película sobre el contrabando de hachís lo que le ha abierto las puertas. Él dice que no, pero Jesús Castro sí sabe qué es eso porque es casi imposible vivir en Vejer, tener 21 años y no saber lo que es eso. Compañeros suyos de instituto han bajado de noche a la playa a retirar fardos. Todo el mundo conoce en Vejer a alguien que ha estado en el trullo por meter hachís, por cruzar el Estrecho. Jesús también los conoce. Eso quería Monzón y los ojos azules de Jesús le valen para enganchar a las niñas que murmuran en las salas de cine, pero hay un talento innato ("el puto Steve McQueen") que demuestra que Monzón y Tosar tienen ojo. Hay una fiera dentro de ese chico que pelaba cables, el niño del PCPI. "No era ningún imbécil, pero de jóvenes todos nos empeñamos en comportanos como imbéciles", dice un profesor suyo.

Enfrente de la churrería un chaval de su edad, que ha jugado al fútbol con él, sirve una cerveza. "Tendría que haber más casting de esos", dice. "Bueno, no hay tantas películas. A tu amigo le ha tocado la lotería". "Sí, si Jesús es un tío de puta madre y yo me alegro, pero tendría que haber más oportunidades para lo demás". "Bueno, es que él es el puto Steve McQueen". "Eh. ¿Y ese quién és?"

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