Andalucía

La superficie agrícola retrocede a niveles de 1999 y la urbana no deja de aumentar

  • Tras un periodo de crecimiento, se perdieron entre 2003 y 2007 más de 16.000 hectáreas de cultivo · Ese mismo cuatrienio fue el de la expansión del ladrillo, en el que las áreas construidas se dispararon un 20%

La caída de rentabilidad de la actividad agrícola, unida a la imparable terciarización de la economía andaluza y el boom del ladrillo, ha propiciado en los últimos tiempos la conversión de zonas de cultivo en zonas urbanas, transformando así la fisonomía del suelo andaluz. La actualización al año 2007 del Mapa de Usos y Coberturas Vegetales de Andalucía, realizado por la Consejería de Medio Ambiente, revela que mientras la agricultura experimentó un retroceso, llegando a niveles de 1999, aumentaron las áreas urbanas y las infraestructuras, coincidiendo con el periodo de bonanza económica y de mayor auge de la burbuja inmobiliaria comprendido entre 2003-2007. Estos cambios se tradujeron en ese cuatrienio en un incremento de la superficie construida en un 20% -la tasa de cambio anual fue de un 5,4%-, mientras los cultivos, que habían crecido significativamente entre 1999 y 2003, fueron a menos hasta perderse 16.200 hectáreas.

Ese descenso de la actividad agrícola no ha sido mayor porque aún existen provincias donde siguen teniendo mucho peso. Éstas son Huelva, que aumentó su número de hectáreas dedicada al cultivo de cítricos y cultivos bajo plástico, y Almería, que incrementó el volumen de los cultivos de secano y los invernaderos. En el resto fue a la baja, pero no tanto como para que la agricultura deje de representar un 44,1% de la ocupación de suelo de la comunidad, frente al 5% que representan las superficies construidas, ni para que Andalucía deje de ser la primera región en producción agrícola del país.

Las zonas que se han transformado son, principalmente, aquellas dedicadas a cultivos de secano, olivares y mosaicos de cultivos, fruto de la consolidación de las zonas en construcción, que se han convertido en tejido urbano disperso y áreas industriales o comerciales. Esta realidad es palpable si se atiende a la evolución experimentada por la comunidad desde 1956 -primer año en el que se realizó este mapa-, un año en el que la superficie construida apenas eran 51.263 hectáreas, que llegó en 1999 a 195.340, y superó las 263.000 hace tan sólo tres años. Es decir, el ladrillo se ha extendido en los últimos ocho años un 35%, sobre todo, en las provincias de Málaga y Sevilla.

No obstante, según los datos de este mapa, terminado a principios de este año y que se incluye en el Informe de Medio Ambiente en Andalucía de 2009, no ha sido la transformación de terreno agrícola en urbano la única alteración llamativa. La mayor superficie de cambio son entre diferentes cultivos; aquellas tierras que pasaron de ser de secano a regadíos, olivares o frutales.

El buen dato que aporta este mapa es que el ladrillo no ha invadido las áreas arboladas en este último cuatrienio -representan el 51,3% del suelo andaluz-. Los pequeños decrementos que se han podido detectar por incendios o eliminación de masas de eucaliptos se han visto compensados por el incremento por repoblación y restauración. Con estos datos, la Consejería de Medio Ambiente concluye en su informe que las formaciones vegetales en la comunidad gozan de una "gran estabilidad", ya que las tasas de cambio de uso ha sido muy bajas, por no decir, nulas.

A pesar del efecto beneficioso de una política de conservación y protección de las masas forestales, que ha puesto coto a la construcción, sí los ha habido en tipos de vegetación. Así, matorral y pastizales han invadido algunas zonas boscosas -el 45% son encinares y un 9% son pinares-, provocando una disminución de la superficie arbolada. También ha habido cambios, aunque no significativos, en la transformación de zonas forestales y zonas naturales a agrícolas, que suelen corresponder a áreas de escaso valor por ser arbolado disperso con matorral que ha sido destinados a aprovechamientos agroforestales o pastizales que han pasado a ser cultivos de secano.

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