La Sastrería

La ventaja de la talla grande

  • El relojero llega a vicepresidente de la Junta tras un periplo por varios partidos donde nunca faltan el deporte ni la manzanilla. Suele usar camisas de cuello grande. Este verano alojó en su casa a Albert Rivera

Juan Marín

Juan Marín / Daniel Rosell (Sevilla)

HAY gente que tiene la virtud de estar en el sitio oportuno en el momento preciso, gente que llega a la parada en el instante en que está el autobús urbano, que sale del portal de casa y hay un taxi libre, que entra en el centro de salud y no hay cola para el médico, y que le da por comer fuera y hay sitio libre en el restaurante favorito. En política hay ejemplos similares. Hay quien se lleva toda la vida en el PP y mete la pata diez minutos antes de que el centro derecha alcance San Telmo, y quienes logran un acta de diputado por primera vez y se encuentran con que están perfectamente conectados al nuevo Ejecutivo.

Habilidad se llama. Suerte, también. Se trata, como decía un viejo senador, de estar siempre en la pomada, de ser el perejil de todas las salsas, de meterse en todas las bullas. Y de hacerlo además con el desgaste mínimo, que es lo que permite seguir en activo. El sueño del político verdaderamente hábil es sobrevivir, perpetuarse y estar dispuesto a rematar todos los saques de esquina aguantando los codazos y patadas. Sólo así se pasa uno de la Alianza Popular de Fraga al PA de Rojas-Marcos y Pacheco. De la manita andalucista a un partido independiente. Y de ahí a la pujante formación de Ciudadanos. No sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan al medio. Hay cachalotes capaces de vivir casi sin oxígeno, peces que aguantan fuera del agua y pájaros que habitan en un cráter volcánico.

Juan Antonio Marín Lozano (Sanlúcar de Barrameda, 1962) es ese señor idóneo para una breve charla en el ascensor mientras buscas la llave adecuada en el manojo, es el comerciante que siempre tiene una sonrisa para usted porque se conoce el oficio, es el invitado de la boda que primero se relaja y cuelga la americana en el respaldo del asiento, se afloja el nudo de la corbata y deja ver unas mangas de camisa anchas como las de un bailarín; es el tipo afable que de joven nunca se quejaba en la pandilla ni tampoco se creaba enemigos, es el compañero de pupitre que no destacaba por las altas notas, pero tampoco generaba tirria entre los compañeros.

Hoy es vicepresidente de la Junta de Andalucía y consejero multiusos. “¡Fíjate hasta dónde ha llegado Juan!”, dicen en su localidad natal quienes lo conocieron de relojero y joyero en la calle Ancha, en aquel establecimiento de reducidas dimensiones que le proyectó a la fama local, como una suerte de Perico Rodríguez –el fotógrafo Rodri– que llegó a alcalde de Huelva. Tras estar vinculado a AP y al PA (curiosa permuta de siglas), Marín fue concejal por un partido independiente, el CIS. En febrero de 2012 se celebró un encuentro en Sanlúcar al que asistieron destacados dirigentes de Ciudadanos: José Manuel Villegas, ese secretario general que tiene el semblante de un embargo; Fran Hervías, el señor lobo que elimina las ovejas negras del partido, e Inés Arrimadas, la dirigente con mejor proyección de la formación. A partir de entonces hubo una relación cada vez más estrecha entre Cs y el CIS de Juan Marín. Se organizó otro acto en Arcos de la Frontera al que asistieron también los miembros del CIS, siempre con Juan al frente. Y posteriormente volvieron a verse en la escuela de verano que Cs organizó en 2013 en Cambrils (Tarragona).

Marín ya olía el crecimiento del partido naranja como el buen comerciante que intuye quién va a comprar de verdad en la tienda en cuanto los clientes entran por la puerta. En octubre de ese mismo año se puso en marcha la plataforma civil Movimiento Ciudadano, impulsada por Albert Rivera, Javier Nart, Fran Carrillo, Anna Grau, Fran Hervías, Villegas, Carolina Punset, Girauta, Luis Salvador, Marín y otros. A partir de entonces comenzó la expansión de Cs por toda España. Marín y su gente se integraron en Cs. En 2015 le propusieron que se postulara como candidato a las primarias en Andalucía. Por aquel tiempo las encuestas daban cero diputados al partido, pero Marín aceptó el reto. Horas antes, el hoy diputado nacional Luis Salvador había declinado el puesto. De esa forma, Juan se convirtió en la referencia de Cs en Andalucía. En las elecciones se consiguieron nueve diputados, todo un éxito. El partido cuenta hoy con 21.

Marín es un tipo cercano. Su campechanía genera cierta desconfianza de Despeñaperros (guau) hacia arriba. Nadie discute su humildad, pero se le reprocha que no sea discreto. Es de los que les cuesta guardar un secreto. Tiene la ilusión de un niño por las carreras de caballo de los veranos de su tierra. No se pierde una. Exhibe un carácter desenfadado que le lleva a contar chistes en el bar del Parlamento, o a desvelar con toda la inocencia su última conversación con un alto dirigente del PSOE.

La vida es...

La vida es beber manzanilla y dar paseos casi terapéuticos por la Playa de las Piletas. Es recibir en su casa sanluqueña a Albert Rivera con toda discreción el pasado verano. La vida son recuerdos de jugador, técnico y árbitro en competiciones deportivas, sobre todo de voleibol. Llevó al Festina Sanlúcar a la división de honor, la cota más alta nunca alcanzada. La vida es pasar hambre en las recepciones de la Feria de Sevilla. En cuanto puede se pierde a una caseta de Pascual Márquez donde siempre encuentra avituallamiento. La vida es pensar junto al mar, donde se alivia de los controles que el partido le impone desde Madrid.

Hay quien tiene claro que Marín es un niño grande al que no se le puede dejar solo con el valioso juguete que ha conseguido: medio gobierno de la Junta. Quizás Juan comprenda algún día que la historia está cargada de casos en los que unos hacen de conquistador y otros de reyes. Y él ha logrado los dos puestos, pero no han faltado quienes han querido privarle del segundo. La política anda escasa de memoria. Es cicatera. Hay dos máximas que se siguen a rajatabla: el ayer no existe salvo para los reproches, y si crees que has hecho un favor al partido, no lo recuerdes, porque no te lo van a pagar. La vida es preocuparse por el afiliado enfermo, por los colaboradores más próximos en una actitud casi paternal. Marín es muy cumplido. Y mantiene la calma en los momentos más tensos aun a costa de que la salud le pase factura.

Un antiguo votante del PP asegura que Marín representa esa combinación mixta que marca el discurso naranja de Cs, que trata de aunar lo bueno de la derecha y de la izquierda. Quizás por eso uno de sus rasgos más característicos es que luce camisas con una talla más de cuello. Convendría que Javier Sobrino le hiciera alguna a medida para evitar el efecto tortuga. Aunque es cierto que con el cuello grande de la camisa se disfruta de holgura para mirar a derecha e izquierda a conveniencia. Sus corbatas son muy finas, muy albertriverianas. Además, carecen de vistosidad, muy al estilo del actual PP, donde en la última convención nacional se ha visto la imposición de colores anodinos.

La pasada campaña, a la salida de un mítin, Juan se quedó muy sorprendido cuando una mujer lo abordó: “Yo sólo he venido para darle las gracias”. El grupo, donde se integraba Inés Arrimadas, se quedó mirando a la señora por si se trataba de una ironía previa a alguna crítica directa. No era así, la señora atribuía la repentina celeridad en la atención médica a las denuncias públicas del partido naranja. “Gracias a ustedes mi hija ha podido ser operada, estaba en una lista de espera y por fin la han operado. Sólo quería decírselo a usted en persona y darle las gracias”. Marín se quedó cortado y le dijo que no era necesario darle las gracias. “¿Y cómo se encuentra su hija después de la operación?”. Se quedaron hablando el candidato y la señora durante unos minutos.

Hace poco tiempo protagonizó su particular aventura: alquilar un coche y plantarse de forma repentina en el País Vasco. Pocos saben que tiene un grupo de amigos de toda la vida con los que hace un viaje al año. El último organizado era en el Norte a finales de septiembre. Tuvo la mala suerte de que coincidió con un acto importante del partido, de los titulados España Ciudadana. La fecha del viaje se fija con mucha antelación, de tal forma que se dejan sacados los billetes y concertado el alojamiento. Así todos se obligan y nadie altera los planes. Todos se fueron de viaje, incluida su mujer, menos el sufrido Juan. El acto de España Ciudadana se desarrollaba el viernes y el sábado. Pero el domingo lo tenía libre. Se fue en coche al Norte para pasar al menos un día con su mujer y los amigos. La vuelta la hizo en avión, porque los billetes estaban ya sacados. La política es así. Un día en Alianza Popular y otro en Ciudadanos. Un día en el Sur y por la noche en el Norte. Pero siempre, siempre, manzanilla. A ser posible con tapa.

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