España

Magdalena Álvarez: “Libre, me siento libre”

  • La número tres del PSOE a las europeas admite que “no he sabido transmitir a la sociedad todo lo que hemos hecho en estos cinco años” y dice que las acusaciones por el AVE a Barcelona fueron “injustas”

En pocos días, Magdalena Álvarez (San Fernando, 1952) ha pasado de vestir el traje de ministra de Fomento a enfundarse unos vaqueros y enarbolar un pañuelo rosa fucsia que le hace proclamar que es “libre”, que “me siento libre”, camino del Parlamento Europeo. Admite que desde un Ministerio que es “una máquina de picar carne” no supo transmitir a la sociedad “todo lo que hemos hecho en estos cinco años”, pero no duda en asegurar que en la crisis del AVE a Barcelona fue objeto de “una acusación injusta”, y reivindica que el día de la nevada en Madrid hizo lo que tenía que hacer. Como “última gran satisfacción” se lleva para su casa los elogios del mismísimo Obama al tren de alta velocidad, y en un gesto de humildad, que no de ironía, se muestra convencida de que su sustituto, José Blanco, mejorará el PEIT que ella deja como herencia.

–Al día siguiente de abandonar Moncloa, Felipe González desayunó con Augusto Delkader. ¿Con quién desayunó usted el día después de dejar Fomento?

–Desayuné con mi marido y nos fuimos de viaje con unos amigos.

–¿Ya lo tenía previsto?

–Sí, tenía previsto pasar el Jueves, Viernes y Sábado Santo en Jordania, y pensé que lo mejor que podía hacer era continuar con mi vida.

–Un viaje agridulce, ¿no?

–No. Cuando ya no eres, te das cuenta de la gente que te quiere. Fue un acierto estar con estos amigos y sentir su apoyo, cariño y calor.

–¿Se sintió liberada quizás?

–Sí. Mi hermana me puso un mensajito preguntándome cómo estaba, y le contesté: “Libre, me siento libre”. Ahora puedo ser más yo y hacer las cosas que antes no podía.

–¿Va a prescindir ya para siempre de los trajes que ha gastado en estos cinco años?

–Es cierto que cuando se tiene una responsabilidad pública tienes que vestir de acuerdo con ella. Ahora podré vestir como normalmente visto; soy más de vaquero y zapato plano.

–¿Por qué cree que con el último Presupuesto ejecutado al 98% y con varios miles de kilómetros de AVE y autovía en su haber parte de la prensa ha optado por despedirla como la ministra del caos?

–Se inventaron esa imagen y tenían que terminar con un sostenella y no enmendalla. Lograr la ejecución del 98,8% del Presupuesto es el resultado del esfuerzo de todo mi equipo, que ha trabajado 25 de las 24 horas del día.

–Su compañero de candidatura a las elecciones europeas, Ramón Jáuregui, me decía que posiblemente sea usted la mejor ministra de Obras Públicas de la historia de España. ¿En qué ha fallado para que no se le reconozca su trabajo?

–Tras cinco años y un día era la ministra más antigua del Consejo de Ministros Europeo. Es normal que los banquillos roten y que el presidente cambie los ministros en función del momento. La decisión del presidente ha sido muy acertada, y le agradezco que me haya dado la oportunidad de transformar mi país y que me diera el dinero para hacerlo. Ha sido un tiempo suficiente.

–Haga autocrítica. ¿Qué hubiera cambiado?

–El principal fallo ha sido la comunicación. No he sabido transmitir a la sociedad todo lo que hemos hecho en estos cinco años.

–¿Hablar andaluz en Madrid le ha planteado problemas de comunicación?

–Sin lugar a dudas. Al principio de venir aquí como ministra, en un foro muy conocido, alguien me dijo que vocalizara mejor porque con mi acento no se me entendía nada. Eso jamás se lo hubieran dicho a una persona con acento gallego, vasco o catalán, y a los hechos me remito. Es más, no sé si se lo hubieran dicho a un hombre que tuviera acento andaluz. No me cabe la menor duda de que hay muchos aspectos sobre los que han insistido negativamente que tienen que ver mucho con mi condición de mujer andaluza. Cuando se ha hablado de mí, nadie ha dicho que soy doctora o inspectora de Hacienda, que tengo publicaciones y que poseo un currículum desde el colegio impresionante; lo digo por los que me han llamado ignorante. Y eso no tiene nada que ver con el acento. Somos ocho millones de andaluces que estamos igual de preparados que cualquier otro español para asumir responsabilidades.

–¿Es Fomento un monstruo de tres cabezas? 

–En broma digo que es una máquina de picar carne. Es un Ministerio muy importante y complejo, tiene muchas competencias y asignaturas pendientes, algunas ya resueltas, hay muchas cosas que hacer y por hacer y representa una pieza clave para el futuro del país. De él dependen las inversiones y el funcionamiento de puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles. Un colega ministro de Transportes me dijo que estas situaciones nos llegan a nosotros porque somos los que estamos haciendo cosas y somos los responsables de los transportes.

–¿La tragedia del avión de Spanair fue el momento más duro?

–Cada accidente fue un momento duro. Al poco de llegar se produjo uno en el paso a nivel en Murcia. Cada vez que ha habido víctimas, ha sido un drama para mí.

–¿En la nevada de principios de año en Madrid no debió comparecer junto a usted un compañero suyo de Gabinete al producirse fallos evidentes de coordinación?

–Agua pasada no mueve molinos. No pienso hablar de nada que no haya sido positivo. Hubo una concatenación de responsabilidades e hice lo que tenía que hacer.

–¿En la crisis provocada por las obras del AVE a Barcelona echó en falta un apoyo más decidido de sus compañeros del PSC?

–Más de uno perdió los nervios. Visto con perspectiva, lo único que ocurrió es que mantuve un trazado aprobado por otros, los mismos que después acabaron gritando. El trazado hacía imposible llevar el AVE al centro de Barcelona sin que se produjeran incidentes porque era una zona geotécnicamente hablando muy complicada y porque estaba operativa la línea. En política, cuando tomas decisiones y surgen las crisis hay que mantener la serenidad. Al final, todo quedó reducido a que el AVE llegó dos meses más tarde de lo que habíamos dicho los socialistas. Nosotros cogimos la red ferroviaria Madrid-Barcelona con muchos problemas. No había ni siquiera alta velocidad a Lérida. Solucionamos lo de la alta velocidad a Lérida, y la llevamos a Tarragona y a Barcelona sólo con dos meses de retraso. Algunos perdieron los nervios, y quisieron hacerme aparecer como culpable. Fue una acusación injusta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios