Bienal de Flamenco

Aquel disco que sacudió el flamenco

  • Un espectáculo en la Plaza de San Francisco recordará durante la Bienal ‘Persecución’, el mítico álbum que firmaron El Lebrijano y Félix Grande y que recorría la historia de los gitanos en España

Presentación del espectáculo 'Persecución' de producciones Imperdibles / JUAN CARLOS VÁZQUEZ

La Bienal recordará en su próxima edición uno de los hitos en la trayectoria de Juan Peña El Lebrijano, el disco Persecución que lanzó en 1976 con la colaboración del poeta Félix Grande, un álbum que recorría la discriminación que los gitanos habían sufrido desde los tiempos de los Reyes Católicos y que supuso toda una ruptura en la música del momento. "Muchos nos acercamos al flamenco gracias a ese trabajo", recuerda el director José María Roca, encargado de revivir aquel proyecto en un espectáculo que se verá desde el 6 de septiembre los jueves, viernes y sábados de todo ese mes dentro de una estructura que se ubicará en la Plaza de San Francisco.

Cuando el director de la Bienal, Antonio Zoido, le propuso a Roca recuperar Persecución, el responsable de Producciones Imperdibles sintió un "escalofrío", porque El Lebrijano, fallecido en 2016, "son palabras mayores" y aquella obra "marcó un punto de inflexión" en la historia del flamenco. "¿Cómo podía llevar a buen término las sensaciones que me produjo en su momento aquel disco?", se preguntó este veterano del teatro, que pronto dio con la clave: una especie de andamiaje al que se suben los espectadores y desde el que contemplan "como si asomaran a un pozo" el diálogo de la música y las proyecciones sobre el que bailan cuatro intérpretes, Javiera de la Fuente, Carmen Rodríguez Cruz, Carlos Carbonell y Dany Zoo. Cuatro cuerpos que reviven la diáspora de un pueblo, un tema que Roca considera "muy actual ahora que asistimos al desastre de Europa cerrando las puertas al otro. El arte tiene la obligación de entrar en esas cuestiones".

"A pesar de lo denodadamente sombrío y trágico que resulta este recorrido por alguno de los momentos mas dolientes de la harto dolorida historia de los gitanos españoles -escribió en su momento Félix Grande sobre la empresa a la que se entregaron El Lebrijano y él-, queremos acabar regresando a los fundamentos del ser gitano: su arriesgado amor por la libertad, su vinculación emocional con la grandiosidad de la Creación, las estrellas, la luna, el sol, los vientos…, su fervor para con sus antepasados y su entereza por sobrevivir al dolor y a la marginación que supone constituir una cultura amenazada".

Otra de las imágenes del espectáculo. Otra de las imágenes del espectáculo.

Otra de las imágenes del espectáculo. / Juan Carlos Vázquez

Adaptar el material de El Lebrijano y Félix Grande "no ha sido fácil", asegura el especialista Miguel Ángel Vargas, que ejerce de asesor en esta propuesta. "Es como si habláramos de una obra de Shakespeare o de Bertolt Brecht. ¿Dónde le meto la tijera? ¿Lo hago? Dudas, pero tienes limitaciones temporales", afirma este licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y en Dirección Escénica por el Instituto del Teatro de Sevilla, que a lo largo de su carrera ha colaborado con artistas como Farruquito, José Valencia o Carlos Saura.

El investigador ha estudiado para Persecución la Prisión General de Gitanos, un episodio sombrío del reinado de Fernando VI por el que desde 1749 se capturaba a los integrantes de este pueblo: los hombres eran enviados a trabajos forzados en los arsenales de la Marina, las mujeres obligadas a tejer y los niños eran explotados en las fábricas. Las proyecciones relacionan este capítulo con el Holocausto, que también se cebó con este colectivo "y era algo que apenas se había tratado, aunque ya interesó a Israel Galván", apunta Vargas.

Para José María Roca, el disco supuso "un punto de inflexión. Muchos nos acercamos al flamenco gracias a él"

El paralelismo no resulta descabellado en este espectáculo: la barbarie de los nazis había sacudido, de hecho, a El Lebrijano, interesado en sublevarse de algún modo en su obra contra aquel horror. "Juan Peña quiso hacer un trabajo sobre el Holocausto, y fue incluso a Auschwitz, pero vino tan impactado que no pudo nunca retomar el tema", rememora Roca.

Belén Maya se encarga de la dirección coreográfica de este montaje, pero, matiza, lo hace "con la aportación de todos los intérpretes. Yo no me considero la única coreógrafa aquí: lo que he hecho es buscar un lenguaje para todos", explica la bailaora, que pese a combinar el flamenco y la danza contemporánea se resiste a usar la palabra "fusión, que es peligrosa" y prefiere pensar que, "sobre todo, contamos una historia sirviéndonos de la técnica de cada uno".

Para Maya, Persecución "no es un espectáculo virtuoso, nos preocupa más que la exhibición el concienciar de una problemática. A menudo los que nos dedicamos al flamenco actuamos desde un sitio aprendido, no nos molestamos en buscar en el pasado, en saber quién creó lo que bailamos. Esta obra reivindica la deuda que tenemos con el pueblo gitano", concluye.

Persecución forma parte de un ciclo de actividades paralelas, La Bienal enciende Sevilla, que pretende "que la cita traspase las paredes de los teatros. Como ocurre en otros festivales, en Aviñón o en Edimburgo, queremos que la gente sepa que en su ciudad sepa que está ocurriendo algo grande". Las entradas para la obra se pueden conseguir en www.entradium.com o en el mismo espacio una hora antes de la función.

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