Cultura

Unidos por el ansia de bailar

Por encima de los gustos y del tipo de flamenco que cada uno frecuente, produce una gran alegría asistir a un espectáculo, completamente hecho por jóvenes, en el que prima por encima de todo el amor por el baile. Porque es el gusto y la necesidad de bailar lo que reunió en Madrid a la cordobesa Olga Pericet, al granadino Manuel Liñan y a Marco Flores, un paisano de Arcos de la Frontera que anoche se trajo a un gran número de seguidores.

A pesar de su juventud, los tres llevan seis años bailando juntos y con el mismo entusiasmo, ya sea en el Festival de Nueva York ya sea en la madrileña sala Cuarta Pared, en la que han estrenado recientemente la segunda entrega de su espectáculo Chanta la muí .

En sus trece, que desde ahora será también el nombre de la compañía, es, por encima de todo, un homenaje al baile y al flamenco. Con dos cantaores y dos guitarristas como base -entre ellos Antonia Jiménez, única fémina guitarrista, que sepamos, de toda la Bienal- los bailes se suceden sin tregua aunque dejando el tiempo necesario para el justo lucimiento de cada uno. En solitario, Olga Pericet, con una bonita bata de cola, se decidió por unas cantiñas en las que pudo expresar toda su manera de entender los ritmos de Cádiz, a veces con una manera heterodoxa de manejar la cola, pero siempre con un sello personal que la va diferenciando de las otras jóvenes de su generación. Marco Flores, contenido y flamenco, bailó un martinete de forma realmente espléndida. Buen baile que el público aplaudió con ganas mientras que Manuel Liñan entraba también con más contención, con más sobriedad que de costumbre, al toro de la soleá, la madre, dicen, de todos los cantes. Ambos con traje de chaqueta, ambos cuidando las figuras y tratando de sacar desde sus ancestros la chispa que los lleva a expresarse mediante el flamenco y no a través del jazz o el rock.

Pero, jóvenes de su generación al fin y al cabo, su flamenco de grupo se desplaza, o mejor dicho, reúne lo añejo y lo actual. Entre los abundantes números que constituyen el espectáculo destaca una clásica farruca, con una preciosa coreografía de la Pericet, y unos fandangos finales que dan paso incluso a unos aires raperos y a alguna que otra letra del inimitable Diego Carrasco.

Para estos fragmentos, la compañía ha invitado a Daniel Doña, un bailarín de danza clásica española -antiguo miembro del Ballet Nacional- que puso, con sus giros y sus castañuelas, un toque diferente, estilizado, a los conjuntos, además de protagonizar una pequeña pieza, y a dos bailarinas: Tacha González y Ana Romero.

Su generosidad les hizo pasarse bastante de la hora y veinte que anunciaba el programa pero el público, al final, los aplaudió largamente y con mucho calor.

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