Cultura

Un binomio de baile y carcajadas

La gloria de mi mare. XVI Bienal de Flamenco. Choni Cía. Flamenca. Intérpretes: Juanjo Macías, la Choni (baile), Raúl Cantizano (guitarra) y Alicia Acuña (cante), con la colaboración especial de Manuel Lombo. Coreografía: Asunción Pérez, la Choni Dirección escénica: Estrella Távora. Composición y dirección musical: Raúl Cantizano. Lugar: Teatro Central. Fecha: 24 de septiembre. Aforo: Lleno.

Si en la pasada Bienal Choni dejó constancia de su buen hacer y de sus ganas de trabajar con artistas de otros géneros, anoche en el Teatro Central conquistó por entero al público con el estreno de su último trabajo La gloria de mi mare.

Esta vez debe gran parte del éxito a su alianza con un actor inmenso, un auténtico performer como es Juanjo Macías. Con él como su madre, y con una increíble generosidad para darle espacio, incluso en medio de sus bailes, la pieza, que parodia en clave de comedia la figura de la madre de la artista y las zancadillas que se ponían las figuras en los escenarios durante los años anteriores a la Guerra civil, logró que muchos espectadores lloraran literlamente de risa.

Y no es que sea un gran espectáculo: una mesita para Cantizano y Acuña (el Empresario y su Señora), un camerino tras un tul y una sucesión de bailes de Choni y actuaciones de Macías que la directora organiza de modo muy correcto, dejándole la palabra al actor aunque todos intervienen como personajes. Choni, con su baile alegre y bonito, interpreta ritmos muy diferentes: una guajira, una seguirilla con bata de cola y castañuelas, una caña con mantón, una alegría que pelea con sus compañeras... mientras Macías hace de todo. Se gana al público flamenco en la escena de la costura y a partir de ahí lo maneja a su antojo. Charla, canta coplas, improvisa citando a los críticos y a algunas bailaoras presentes e incluso baila con bata de cola. También roza en ocasiones el arquetipo de las comedias costumbristas pero su ingenio está siempre por encima y conecta con todos. Con un bonito epílogo del Lombo, el espectáculo, al que auguramos una larga vida, hizo felices a los presentes. ¿Se puede pedir más?

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