Bienal de Flamenco

A la hora en que los gallos cantan

  • El Torta rasgó el alma de su público por seguiriyas en la madrugada del viernes.

Embrujo en la calle Cuna. El duende o las mariposas doradas (como prometía Rosario Montoya La Reina Gitana en su presentación) revolotearon el pasado jueves en Las Noches de la Bienal en el Quintero. La pianista jerezana -que actúa en este ciclo el miércoles a las 23:00- avisó de que Juan Moneo El Torta podía "traspasar el alma, tanto si se es aficionado como si no, porque es un genio". Su recital, que abrió por alegrías, encontró en los sonidos descarnados y a tumba abierta de la seguiriya su momento mágico en el umbral de la medianoche, "esa hora en que los gallos cantan", aclaró él.

Incomparable también por soleá, retorciéndose el pecho, abriendo su voz y su vida tortuosa en canal, El Torta se ofreció a sus seguidores, que no cesaban de gritarle "puro" y "grande" a este gitano de la Plazuela a quien solía buscar para escucharlo el mismísimo Camarón. Su voz emocionante, abrasiva, también sobresalió en los tangos a Luis de la Pica y sorprendió al compás del piano de La Reina Gitana con una versión de Abrázame que nada tenía que envidiar a la que registró en su disco Colores Morenos.

"Eres el número uno, Juan", le jaleaban desde las gradas. "El número uno es el de los cupones", replicaba él, con su humor espontáneo y sin doblez, entreverando sus letras a Rafael de Paula con su brindis a Morante de la Puebla, "el más grande del toreo actual". Difícil que en esta Bienal se escuche una seguiriya como la suya. Lo mejor del cante jondo se puede resumir en su voz esa madrugada que tan corta se hizo en el Quintero.

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