En los momentos complicados se suele decir que se agudiza el ingenio. Y eso es lo que han hecho tres parados rondeños, procedentes del sufrido sector de la construcción, que tras seis meses sin echar una peonada han decidido poner sus conocimientos al servicio de los muchos familiares de fallecidos que en estos días se acercan hasta el cementerio rondeño para arreglar y limpiar sus nichos. Su precio: "la voluntad".

Así de claro responde Juan Jurado, uno de los tres integrantes de esta cuadrilla que recorre los diferentes patios del camposanto buscando algo de trabajo. "Nosotros hemos venido a ayudar a las muchas personas mayores que no pueden subirse a las escaleras", comenta Juan, y es que no pactan ningún precio si les piden que les ayuden. "Unas veces nos dan y otras nos conformamos con un besito", dice entre risas. Porque ellos más que nadie son conscientes de que también hay muchas personas que se encuentran en una situación económica complicada y no pueden dar ni la voluntad.

No obstante, algunos de los visitantes han visto en ellos una solución a los problemas que encuentran cada año. "Está muy bien, porque no te piden nada, aunque algo tendré que darles por el trabajo", comenta una de las mujeres que acaba de pedirles que le arreglen una teja que tiene rota sobre la bóveda de una familiar y a la que no le han pedido nada a cambio.

Mientras, Samuel Gómez y José Jurado muestran orgullosos los pequeños trabajos que ya han realizado, aunque sólo llevan dos jornadas ofreciendo sus servicios. "Esta mujer llevaba cuatro años esperando para que le arreglaran una gotera", dice Samuel, mientras vuelve a su tarea y prosigue con la limpieza de otra lápida que le han encargado.

A esta particular cuadrilla no le falta de nada. Palustre, brocha gorda, cubos, bayetas y productos de limpieza, todo lo necesario para poder hacer frente a cualquier pequeña reparación que pueda presentarse. De momento se sienten muy satisfechos con la labor social que están realizando, al tiempo que se sacan unos euros para casa.