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El lento y firme avance gitano

  • Los miembros de la etnia que mejoran en educación y empleo son referentes para derribar prejuicios y demostrar que se puede prosperar sin perder la identidad

Los gitanos llegaron a España en 1425 procedentes de la India. Han pasado casi 600 años, pero todavía son bastante desconocidos para la población en general. Es más, no fueron ciudadanos de pleno derecho hasta que la Constitución de 1978 proclamó la igualdad de todas las personas. Lejos quedan los destierros o los envíos a galeras de la época de los Reyes Católicos por hablar en su lengua.

En la actualidad, los gitanos están plenamente integrados. La discriminación persiste, pero es más sutil. De ahí que las nuevas generaciones tengan una doble responsabilidad: derribar los prejuicios de la sociedad paya y convencer a los integrantes de la propia etnia de que se puede avanzar sin perder la identidad. "Podemos llegar a ser sin dejar de ser", reflexiona Juan José Flores, mediador intercultural de la Fundación Secretariado Gitano, una ONG que lleva diez años trabajando en Málaga en ambas direcciones.

El avance en los últimos años es lento, pero firme. Hace una década la escolarización era ínfima entre los niños gitanos. En la actualidad, raro es que no completen los estudios primarios. "Ahora el desafío es que acaben la formación reglada", sostiene Belén Cortés, orientadora laboral de la fundación. Hay también muchos que completan la ESO y algunos que llegan a la universidad. Una evolución formativa en la que la mujer gitana va incluso por delante del varón. Estos jóvenes son los referentes e impulsores de un cambio que se produce sin que renuncien a su esencia como gitanos. El avance formativo es imparable. "Antes, desde pequeños se incorporaban al negocio familiar. Ahora los padres apuestan porque sus hijos se formen", relata el mediador intercultural de la organización. Es el caso de Ramón Flores, técnico informático: "Mis padres me han inculcado que estudie para labrarme un futuro". La Fundación Secretariado Gitano trabaja para subir los niveles educativos entre la etnia. Mediante dos programas, lucha para que los adolescentes no se descuelguen de la formación reglada. Los alumnos que participan en estos proyectos se han quintuplicado desde 2005.

Gitano significa hombre libre. En la provincia de Málaga hay unos 28.000 hombres libres. Unos 26.000 son españoles y el resto, extranjeros. Éstos empezaron a llegar en los últimos cinco años, son mayoritariamente rumanos y desde octubre de 2009, ciudadanos de la Unión Europea. La fundación tiene un programa específico para apoyarles en su integración.

Otro campo en el que los gitanos han hecho progresos es el laboral. Todavía la venta ambulante es su principal forma de ganarse la vida, pero cada vez hay más que se incorporan al trabajo por cuenta ajena. Sobre todo, en ciertos oficios. Camareras, dependientas, electricistas, carpinteros...

Rafael Ranchal ha trabajado como taxista, en el mercado, recogiendo aceitunas y los últimos 11 años, en la construcción. Ahora, como muchos otros trabajadores del sector está en paro. Tiene 29 años y dos niñas, una de 11 y otra de 5. Se casó con tan sólo 18 años por el rito gitano. Este joven que se enorgullece de tener un hermano médico, dice que si fuera rico tendría muchos hijos porque "son la alegría de la casa". Pero el horno no está para bollos. Con tanto paro, un gitano lo tiene muy difícil para conseguir un empleo. "A veces me he sentido discriminado a la hora de pedir trabajo. Un poco de racismo sí hay", afirma.

Los gitanos autóctonos y los del Este tienen distintas culturas, aunque todos comparten aspectos comunes como la lengua, el respeto a los mayores, el alto valor de la familia, ciertas costumbres como las bodas y su conocidísima alegría de vivir. Pero por encima de todo, Belén describe que ser gitano "es un sentimiento, una forma de vida".

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