Crítica

'Amores locos': Gente en el cuadro

Amores locos. Drama, España, 2009, 94 min. Dirección y guión: Beda Docampo Feijoó. Fotografía: Juan Miguel Azpiroz. Música: Juan Bardem. Intérpretes: Eduard Fernández, Irene Visedo, Carlos Hipólito, Marisa Paredes, Cuca Escribano.

Laura, La mujer del cuadro, Vértigo, La joven de la perla, famosas películas con mujer y cuadro, con trasiego del lienzo a la ficción, con misterios, obsesiones y enigmas, con espejismos entre la vida y el arte. Amores locos, segundo largometraje de Beda Docampo Feijoó (Quiéreme), quiere unirse a la ilustre tradición con elementos de cada una de ellas aunque con nula capacidad de seducción en su propuesta mágico-realista con trasfondo freudiano.

Se trata aquí del regreso a Madrid de un psiquiatra recién separado (Eduard Fernández). De paseo por las salas del Museo del Prado, éste asiste al desvanecimiento de una vigilante de sala (Irene Visedo) que cree ver en él al protagonista del anónimo cuadro flamenco que la tiene fascinada. ¿Es acaso el psiquiatra el mismo hombre del cuadro? ¿Es acaso ella la mujer sobre la que éste posa su mano frente a un clavicordio en la escena de la pintura? ¿Es acaso todo una señal del destino sobre la reencarnación del amor o la negación de un trauma? La historia de Docampo se abre así a la literal ambigüedad y al psicoanálisis barato entre pésimos diálogos explicativos, personajes, tramas secundarias y situaciones en el límite de la credibilidad y unas toscas formas televisivas que invitan al bostezo antes que a la sugerencia de turbulentos mundos interiores o a la visualización del amour fou, que es de lo que se trataba.

Hay que hacer todo un ejercicio de contrición para dejarse llevar por una historia que se descalabra sin remisión por la pendiente del ridículo y la cursilería y a la que ni tan siquiera Fernández salva con su presencia.

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