El cascanueces y los cuatro reinos | Crítica

Cascanueces tiene mala suerte en el cine

Keira Knightley, una de las actrices de este fallido 'Casacanueces'.

Keira Knightley, una de las actrices de este fallido 'Casacanueces'.

En 1816 E. T. A. Hoffman, uno de los padres de la literatura fantástica, gótica y de terror, escribió su El cascanueces y el rey de los ratones. En 1892 Chaikovski lo convirtió, con el nombre de Cascanueces y basándose en una adaptación de Alejandro Dumas, en uno de los ballets más famosos de la historia. Dos siglos después de su publicación la historia del juguete que cobra vida sigue fascinando ya sea en su versión original, en su conversión en ballet o en las muchas adaptaciones que desde entonces se han hecho para la escena, el cine (que empezó a adaptar los relatos de Hoffman en 1915, siendo su cumbre Los cuentos de Hoffman de Powell y Pressburger) y la televisión. Raramente pasa una Navidad sin que esta obra, como Canción de Navidad de Dickens o ¡Qué bello es vivir! de Capra, se represente o emita en cualquiera de las muchas formas que ha adoptado.

Por eso merecía mejor suerte que esta mediana adaptación o la aún peor que hace ocho años hizo Konchalovski. Aunque esta, pese a su intento fallido de ser oscura siguiendo una moda que nada tiene que ver con las auténticas y densas oscuridades de Hoffman, es algo mejor que el aparatoso ejercicio de fallido cine de autor del director ruso. Esta película recuerda demasiado a las horrorosas -pero rentables-incursiones de Tim Burton en los universos de Alicia. Burton, de quien esperamos con pavor su versión de Dumbo, es el látigo con el que la Disney se azota para purgar sus pecados de blandenguería (acusación tan falsa e injusta como extendida).

El mediocre Lasse Hallström -que entregó un producto insatisfactorio- y el más interesante Joe Johnston (Cariño, he encogido a los niños, Rocketeer, Cielo de octubre, Jumanji, El hombre lobo) -a quien se encargó arreglar el desaguisado del sueco- firman al alimón un producto con aire de estar hecho en serie y terminado por los creadores de efectos especiales. Los grandes Helen Mirren y Morgan Freeman parecen invitados de los que nadie se ocupa. Keira Knightley, en cambio, está tan a gusto entre los efectos: es su mundo.

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