Cultura

Comedia romántica pre-divertida

Primos. Comedia, España, 2011, 100 min. Dirección y guión: Daniel Sánchez Arévalo. Fotografía: Juan Carlos Gómez. Música: Julio de la Rosa. Intérpretes: Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo, Adrián Lastra, Inma Cuesta, Antonio de la Torre, Clara Lago, Nuria Gago, Alicia Rubio.

Después de coquetear con los azares calculados de las estructuras cruzadas para dar cuenta, siempre en un tono cercano al sermón posmoderno, de los males urbanos, el sobrepeso y otras carencias afectivas en la desequilibrada y algo pretenciosa Gordos, Daniel Sánchez Arévalo cambia de registro para abrazar los modos, el tempo y los excesos consentidos de la comedia romántica tocada por la locura y la excentricidad.

A partir de un cortometraje (Uno de los primos) de su propia cosecha, el director de Azuloscurocasinegro suelta a sus entrañables criaturas en un paisaje de acartonado costumbrismo veraniego para proponer un enredo coral en el que se ponen encima de la mesa los inquebrantables vínculos de sangre, los amores eternos y verdaderos y otras subtramas, asuntos y personajes pintorescos (como el borrachuzo Bachi que encarna Antonio de la Torre) encajados en una estructura medida al milímetro según los cánones clásicos.

Porque Sánchez Arévalo es, ante todo, un guionista, un cineasta que ha filtrado una mirada al mundo, un mundo particular y reconocible, el del Peter Pan atribulado, desvalido y algo nostálgico, a través de las argucias y estrategias de la escritura de escuela, un director con buen oído para los diálogos y las réplicas, siempre y cuando éstas se ajusten a la rítmica implacable y mecánica del género. En el proceso, la puesta en escena queda siempre subordinada a la mera funcionalidad (televisiva) de ilustrar un itinerario múltiple y demasiado hablado por las calles engalanadas del pueblo cántabro en el que tres primos salidos de una fallida boda de chiste se cruzan y se separan en busca del amor auténtico o la liberación, tres tipos con encanto a los que Sánchez Arévalo reparte atributos, taras y defectos para encandilar a las masas con su gracejo diseñado a mitad de camino entre el slapstick mudo o la incontenible verborrea de la screwball (cortesía de un desaforado Quim Gutiérrez que se cree estupendo), tres primos cuya entrañable inmadurez emocional se verá enfrentada a un universo femenino que se les escapa y resiste casi tanto como al propio director, más interesado en sacar guapas a sus chicas de teleserie que en dotarlas de una inteligencia que vaya un poco más allá de esas frases ingeniosas que sueltan como cotorras amaestradas.

Se agradece el aire desmitificador y autoconsciente entre tanta fórmula romántica y tanta excentricidad para todos los públicos, aunque no lo suficiente como para perdonar la cursilería de ese "te pre-quiero" que le oímos susurrar a los protagonistas en más de una ocasión.

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