Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan | Crítica

El poeta y la penúltima

Podría haber sido peor. Al menos tienen dos oportunidades (mañana lunes 19 y el miércoles 21, cines Avenida) para ver en pantalla grande este estupendo documental sobre Shane MacGowan, carismático líder de The Pogues, mítica banda de punk-folk de los ochenta y noventa de cuyo repertorio salieron temas como A Pair of brown eyes, Fairytale of New York, Summer in Siam o Fiesta, himno pachanguero a mayor gloria de un batiburrillo de tópicos españoles, algunas de ellas merecedoras de entrar en el libro de oro del cancionero pop contemporáneo.

Un MacGowan postrado desde hace años en silla de ruedas, balbuceante y con la cabeza ladeada como consecuencia de los abusos con el alcohol y las drogas, un tipo que mantiene la socarronería habitual a pesar de los palos de la vida y al que todavía le sale el aire entre los dientes rotos para bromear con Gerry Adams, histórico líder del Sinn Féin, su amigo Johnny Depp, a la sazón productor de este documental, Bobby Gillespie o su santa esposa, recordando mejores tiempos, la arcadia de infancia en los prados de Tipperary, el forzado exilio londinense, el descubrimiento del punk como modo de vida salvaje y tabla de salvación o ese revelador regreso a las raíces de la música tradicional irlandesa que encontró en los Pogues y su corta e intensa vida de giras y excesos el mejor vehículo para una vibrante puesta al día.

Mucho mejor director de documentales que de ficciones, y siempre interesado por el rock británico, Julien Temple (La mugre y la furia, Joe Strummer) encuentra en MacGowan al personaje perfecto para uno de esos retratos poliédricos e híbridos en los que un prodigioso material de archivo, las animaciones underground de Ralph Steadman, las entrevistas con amigos y familia, los testimonios del propio MacGowan o las recreaciones ficcionales de la infancia se suceden y ensamblan a velocidad de crucero para trazar un triple recorrido personal, cultural e histórico que da cuenta de un poeta maldito en caída libre que protagonizó páginas memorables del final del siglo XX para aterrizar en el XXI como un despojo de reality show al que aún le quedan algunos chispazos de lucidez entre los homenajes oficiales y una penúltima copa.