Cultura

Días de utopía

  • Llegan al mercado 'El crimen del Sr. Lange' y 'La vie est à nous', dos títulos imprescindibles del Renoir prebélico

El crimen del Sr. Lange. Director: Jean Renoir. Con René Lefèvre, Florelle, Jules Berry, Marcel Lévesque, Odette Talazac, Henri Guisol, Maurice Baquet. Suevia.

Continúan saliendo ediciones de Renoir entre nosotros y regresamos a estos clásicos que tantas puertas han abierto a lo largo de décadas de cine. Ahora llegan de la mano El crimen del Sr. Lange y La vie est à nous (ésta como extra del DVD), títulos de marcado contenido político que muchas veces han sido despachados, incluso desde la admiración, sin una previa interrogación sobre lo que proponen sus imágenes y sonidos. Serían, según los manuales, dos clásicos de la etapa frentepopulista renoiriana, años de esperanzas políticas y sociales prontamente estranguladas por la concatenación de contiendas bélicas, pero una mirada atenta nos hace advertir las importantes diferencias: si La vie est à nous, que vino después, es una película colectiva que hacía propaganda de un partido concreto, el comunista francés, que buscaba afiliados entre los oprimidos, El crimen del Sr. Lange es una sugerente utopía anarco-surrealista que se declina desde el poder del sueño para despedazar tiranías.

Teóricamente monopolizada por el brillante y estimulante análisis que le dedicara André Bazin, El crimen del Sr. Lange (1936) surge en lo estético de la experiencia vivida en las inmediatamente anteriores Toni (1935) y Una partida de campo (1936), pues aunque aquí se trate de decorados y allí de rodajes en exteriores, a todas ellas las hermana una misma vocación experimentadora con las bondades del registro en la sustancia temporal, con el plano largo que también reclama al actor en tanto cuerpo y que viene provocado por una cámara que se desencadena, como en el estertor mudo, para transmitir pensamientos mediante desplazamientos. Bazin, defensor de la duración y la profundidad como valores esenciales de su concepción del cine como asíntota de la realidad, alabó la estrategia narrativa de Renoir así como el polémico colofón de la película, la justificación del asesinato del impresentable explotador Batala. Éste era antecedido por el célebre plano de 360 grados que rodea el patio comunitario y hace que, metafóricamente, la pistola que hace detonar Lange sea empuñada por la colectividad que veía amenazado el próspero futuro de la cooperativa y decidía así aniquilar a la alimaña rediviva. Era lo propio, según el teórico, del "filme de tesis" dentro de una coyuntura de explícitos anhelos revolucionarios. Otro crítico -Christopher Faulkner- muchos años después intentó ampliar la rigidez y superficialidad de otras lecturas sobre el filme haciendo hincapié en la presencia creativa en su guión del pintor y decorador catalán Joan Castanyer y de Jacques Prévert y su Groupe Octobre. Se trataba de señalar una importante inspiración surrealista que había sido casi siempre olvidada, y que, sin embargo, quedaba inscrita desde la primera secuencia, que describía la llegada de Lange y Valentine a una pensión en la frontera franco-belga. Desde allí se enuncia el filme, que puede verse como un sueño en abismo: Lange que sueña a Valentine que sueña, ante un jurado compuesto por gentes sencillas del lugar, esta historia de una cooperativa que suspende la división de clases. Todo el filme se declinaría entre límites agujereados y bordes porosos, desde el poder de un inconsciente -tantas veces mujer en el imaginario surrealista- que alberga el deseo de la supresión de restricciones cotidianas, y bajo su influjo poderoso deberían interpretarse los deslizamientos y sustituciones (París y Arizona, Batala como empresario y sacerdote) que hacen de El crimen del Sr. Lange una parábola onírica demasiado abstracta y peculiar para que satisficiera a un partido político concreto.

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