Cultura

Fallece Manoel de Oliveira, leyenda del cine hecho "desde la resistencia"

  • El director portugués, que era el cineasta más longevo en activo, muere a los 106 años.

"No tengo ningún secreto, son caprichos de la naturaleza", solía responder el cineasta portugués Manoel de Oliveira cuando le preguntaban por su longevidad. El cineasta en activo más longevo del mundo murió ayer en su casa de Oporto a los 106 años a consecuencia de un fallo cardíaco, pero hasta el final de su vida estuvo estrenando películas y trabajando en nuevos proyectos.

Auténtica leyenda con más de siete décadas en la profesión, De Oliveira vivió la transición del cine mudo a la banda sonora y de las imágenes en blanco y negro a las de color. Pero incluso en la actualidad, en la era de las películas digitales y de la tecnología en 3-D, seguía detrás de la cámara. En septiembre pasado estrenó el corto O velho do Restelo en el Festival de Venecia -se exhibiría también en el Festival de Sevilla- y planeaba ya un nuevo largometraje.

El decano del cine mundial decía que debía su energía al trabajo. "Lo que realmente me agota es estar parado", dijo hace unos años el cineasta, convencido de que "la muerte mata a la eternidad, pero también la concibe". Y agregó: "Si dejara de rodar, dejaría de vivir. Me gustaría morir rodando", confesó hace ya varios años.

Las primeras películas de Oliveira datan de los tiempos del cine mudo, y pese a que la crítica coincide en elogiar la brillantez de su obra, colocándolo a la altura de insignes directores como Jean-Luc Godard, Luis Buñuel o Federico Fellini, para el gran público el realizador luso es casi un desconocido. Al patriarca del cine europeo eso no le preocupaba. "Simplemente intento fijarme en la complejidad de las cosas, aún cuando ello no me reporte beneficios", señalaba. Además insistía en que el éxito y la celebridad no le interesaban, como tampoco el cine comercial. "Yo hago cine de resistencia", afirmaba.

Considerado un "poeta visual", Oliveira demostró su carácter incombustible rodando un filme por año y sobre todo en la última parte de su carrera estrenaba las películas en los grandes festivales de cine como Cannes, donde fue galardonado con una Palma de Oro en honor a su larga trayectoria, o Venecia, que también le otorgó el León de Oro por su obra. Oliveira, quien aparece en algunas de sus películas en pequeños papeles, trabajó con estrellas como Marcello Mastroianni, Catherine Deneuve, John Malkovich, Michel Piccoli o Irene Papas.

Nacido el 11 de diciembre de 1908 en Oporto en el seno de una familia de la burguesía industrial, Oliveira era completamente autodidacta. Porque cuando en los años 20 comenzó a interesarse por el séptimo arte, en su ciudad no había más que un estudio de cine mudo ya abandonado.

En 1931 rodó su ópera prima, Duero, faena fluvial, el primero de toda una serie de documentales, y en 1942 llegaba a los cines su primer largometraje, Aniki-Bobo. Este melodrama, una historia de amor ambientada en el mundo de los niños, causó gran revuelo en Portugal, ya que en sectores conservadores fue considerado amoral.

La falta de medios y la represión de la dictadura de Salazar obligaron a Oliveira a dejar la cámara durante muchos años, en los que, entre otras cosas, se dedicó a las carreras de automóviles y a gestionar la empresa familiar. Su trayectoria cinematográfica en sí no comenzó hasta 1963, cuando llevó a la pantalla grande O acto da primavera, una película sobre el calvario de Cristo rodada enteramente con los habitantes de un pequeño pueblo.

El amor no correspondido, la tentación carnal, la ambición por el poder y el reto a la muerte son los temas principales de sus películas, mientras su estilo se caracteriza por la fina ironía, un humor a veces negro y el interés por lo trágico.

En su larga filmografía destacan títulos como Amor de perdición, Francisca, No o la vana gloria de mandar, A Divina Comédia, El valle de Abraham, El convento, Palabra y utopía, La carta, El extraño caso de Angélica o Singularidades de una chica rubia.

Portugal se vistió ayer de luto por la muerte de su cineasta más internacional, cuya desaparición a los 106 años de edad deja un inmenso vacío. El jefe del Estado, Aníbal Cavaco Silva, resumió el pesar de sus compatriotas: "Portugal ha perdido a uno de los mayores exponentes de su cultura contemporánea, que mucho contribuyó al reconocimiento internacional del país", aseveró.

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