ALFONSO EDUARDO PÉREZ OROZCO | OBITUARIO

Muere Alfonso Eduardo, hombre-orquesta de la cultura andaluza

  • Dirigió el Festival de Cine de Sevilla, codirigió con su hermano José María una Bienal de Flamenco, promovió el jazz y marcó un estilo personal de hacer radio

Alfonso Eduardo Pérez Orozco.

Alfonso Eduardo Pérez Orozco. / José Ramón Ladra

El jueves murió en la clínica Puerta de Hierro de Madrid. Su nombre, Alfonso Eduardo, era su apellido profesional, su denominación de origen. Alfonso Eduardo Pérez Orozco (Montellano, 1940- Madrid, 2021) era lo que no sin manida cursilería llamaríamos un renacentista. Pero nada exagera ni desmerece ese adjetivo a las proezas de este Leonardo que tocó casi todos los palos de la cultura.

Ciudadano del mundo, en aquel páramo era uno de los pocos que hablaba inglés sin provocar sonrojo o estupefacción, nunca renegó de ser una persona de pueblo. Presumía del gentilicio de los nacidos en Montellano, ese pueblo de la Ruta de los Pueblos Blancos: pancipelados. La cuna de Alfonso Eduardo y José María Pérez Orozco, dos hermanos fundamentales para la conformación de una cultura andaluza que en esos parámetros de la fraternidad de sangre hermanaba la Andalucía de los Quintero con la de los Machado. Amigo de juventud de Felipe González, nació el mismo año que Alfonso Guerra. La Sevilla actual no se entendería sin los que nacieron en 1940, la primera generación de la posguerra: Guerra, Saborido, Jesús Quintero, Manuel Salinas, Rogelio Reyes, Benito Moreno, Carlos Álvarez-Nóvoa… y Alfonso Eduardo Pérez Orozco. Participó en los comienzos de Radio Vida, donde sí hacía falta ver para creer y así despertar el entusiasmo por el cine.

Revolucionó la radio con programas como Estudio 15-18, Garci lo homenajea con un papel testimonial en Solos en la Madrugada. Formó parte del equipo fundacional del Festival de Cine de Sevilla, siendo director de su segunda edición. Impulsor de la afición al jazz, en este terreno lo consideró su padrino Juan Carlos Cifuentes Cifu cuando recibió un premio Ondas, que Alfonso Eduardo recibió en 1978.

Con su hermano José María, tan diferentes, tan afines, codirigieron una de las ediciones de la Bienal de Flamenco en la que llevaron al Palacio de San Telmo uno de los escenarios. Manifestación artística que mucho antes de ser reconocida en Nairobi con un punto de pose y novelería, Alfonso Eduardo promovió hasta en los confines más lejanos. Flamenco, radio, jazz, cine…y televisión. Tuve el privilegio de participar como guionista en su aventura de Nocturno, programa que dirigió y presentó justo después de la Expo con un equipo en el que figuraban Álvaro Vargas Llosa, José María Pérez Bryan, Carlos Ferrando, Paco Pérez o Antonio Avendaño.

Un rara avis que hermanó a Antonio Mairena con Ella Fitzgerald, que creía en el Orson Welles de La guerra de los mundos y en el Ciudadano Kane. Su hermano José María, catedrático de Lengua y Literatura, ayudó a dignificar el habla andaluza, a sacarla del pozo del pintoresquismo. Alfonso Eduardo representaba un habla culta y popular, el cóctel de Demófilo y Juan de Mairena.

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