Crítica

'Nacidas para sufrir': Lo cómico, lo trágico, lo auténtico

Nacidas para sufrir. Comedia dramática, España, 2010, 112 min. Dirección y guión: Miguel Albaladejo. Fotografía: Kiko de la Rica. Música: Lucio Godoy. Intérpretes: Petra Martínez, Adriana Ozores, Malena Alterio, Mariola Fuentes, María Alfonsa Rosso, María Elena Flores, Marta Fernández-Muro.

La carrera de Miguel Albaladejo prosigue con regularidad desde su debut con la estimulante La primera noche de mi vida, intento de actualización y puesta al día del esperpento azconiano en la España plural del cambio de siglo. Desde entonces, y con una trayectoria con altibajos en la que se combinan trabajos de encargo (Manolito gafotas, Volando voy) con obras más personales (El cielo abierto, Cachorro, Rencor), su cine parece haberse hecho fuerte en su tierna mirada costumbrista, urbana y levemente deformante aplicada a los síntomas de la posmodernidad ibérica de clase media, también en una desviación de cierta fórmula almodovariana en la que siempre prima el trabajo de la escritura, el tipo de personajes y el tono de las interpretaciones que cualquier posible audacia estilística.

Nacidas para sufrir condensa muchos de estos rasgos y otorga protagonismo absoluto a los personajes femeninos para situarnos en la España rural contemporánea y contarnos una excéntrica historia de amor, dependencia y soledad entre una anciana rebelde y su dócil sirvienta, dos mujeres encerradas en un mundo propio de innegables coordenadas realistas en el que afloran sentimientos contradictorios que las descubren como seres complejos y tremendamente humanos.

Albaladejo se hace fuerte de nuevo en su buen oído para el diálogo y la réplica con gracejo, en su manejo del lenguaje coloquial y los giros populares, en su gusto por los pequeños detalles que va creando, poco a poco, una cierta sensación de autenticidad en el retrato, por más que éste, en ocasiones, tienda inevitablemente a la caricatura. La escritura es, por tanto, el principal mérito pero también el lastre de su película, a la que en ocasiones se le ven demasiado los folios y los pliegues, esos giros más calculados de la cuenta que no parecen venir del interior del relato y sí de la mano de un demiurgo con demasiadas ganas de resolver los atolladeros.

Muchas menos fisuras presenta el espléndido trabajo de las dos actrices protagonistas. Petra Martínez (La soledad) y Adriana Ozores (en su cuarta colaboración con Albaladejo) realizan un prodigioso duelo de matices con dos personajes ricos y complejos que tienen que bregar con sus propios excesos, en esa frontera entre lo cómico, lo auténtico y lo trágico que define la esencia, la originalidad y la emoción de esta película.    

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