El amor menos pensado | crítica

Orden y recuerdos

Mercedes Morán y Ricardo Darín en una imagen de 'El amor menos pensado'.

Mercedes Morán y Ricardo Darín en una imagen de 'El amor menos pensado'.

Contra todo pronóstico, y aun en su formato estándar para públicos parecidos a sus protagonistas, a saber, clase media burguesa con intereses y problemas de clase media burguesa, El amor menos pensado destila una cierta inteligencia y una inusitada fluidez en su extenso relato de los vaivenes sentimentales y emocionales de una pareja de mediana edad protagonizada por Ricardo Darín y Mercedes Morán en absoluta plenitud, absorción y control de sus personajes.

Se trata aquí de la enésima crisis de los cincuenta, del síndrome del nido vacío, del amor desgastado de la pareja convertido en rutina y cariño, de la necesidad o el deseo de cambiar de vida, o sea, los temas clásicos en este tipo de comedias románticas para el gran público. Pero la clave no es tanto el qué como el tono, los matices, esa pasmosa naturalidad y complicidad con la que Darín y Morán, y por extensión el resto de personajes, se hacen con calidez y verdad con esos conflictos, dudas y melancolías para llevarlos a un terreno de identificaciones elementales, reparto de perspectivas y espejeos entre la ficción y la realidad.

Por el camino hay algún traspiés, alguna salida de tono, excesivamente cómico en la etapa de emancipación y caminos separados, por fortuna reconducidos hacia la clarividencia adulta de las situaciones y los diálogos, la comprensión y el respeto repartido por casi todos los personajes y, lo que es más importante, el elegante requiebro a las obviedades y las concesiones a pesar de la inevitable necesidad de llegar a buen puerto.