seff 2017

Rota, ese lugar de Kentucky

  • El documental de Vanesa Benítez, que hoy recibe un premio Imaginera, analiza el tremendo impacto de la base militar en el municipio gaditano

Un fotograma del documental de Vanesa Benítez Zamora.

Un fotograma del documental de Vanesa Benítez Zamora.

Ha sacado la realizadora Vanesa Benítez Zamora (Osuna, 1980) el telescopio del tiempo. Ha abierto boquetes a lo ancho de la costa de Cádiz hasta llegar a los años 50 y abrir un escaparate de cine con vistas a Rota, aquella población pesquera y agrícola a la que la base militar americana dispensó durante años una condición excepcional y marciana. Lo que salió de ahí fue un lugar a modo de baúl de personajes y delirios, con gentes torcidas y otras sospechosamente normales. Un portaaviones de rarezas que despachaba la gasolina inédita de lo nunca visto.

Aquel territorio apache, tierno y cruel, casi surrealista por necesidad y como antídoto de supervivencia, está en el documental Rota'n'Roll, que recibe esta noche uno de los premios Imaginera del Centro de Estudios Andaluces. "No teníamos qué comer, pero mascábamos chicle", se asegura en ese cúmulo de aventuras personales que levantan el tejido de ese solar sin cicatrizar hecho de arados, partidos de béisbol, redes de pesca y vinilos de Chuck Berry en el que se convirtió la localidad gaditana durante aquellos años. Es lo que tienen los pueblos, de donde uno puede salir universal perdido al mínimo descuido.

De ahí que la jurisdicción que pisa este documental no es ni la de la realidad ni la de la fantasía, sino un espacio raro que está entre lo verosímil y lo inverosímil. Porque, en pocos meses, alrededor de 8.000 estadounidenses, entre militares y civiles, se instalaron en Rota, cuyo número total de vecinos por entonces no superaba por mucho esa cifra. Además, el pueblo perdió por las expropiaciones forzosas -generalmente, mal pagadas- casi un tercio del término municipal: las tierras más fértiles y un buen trecho de su salida al mar.

Algo debe quedar claro antes de continuar: si se hubiera tratado una invasión extraterrestre, el choque hubiera sido similar. Al otro lado de alambrada, había un universo de automóviles de gran tamaño, helados de mil sabores, espectáculos de rodeo, hamburgueserías, píldoras anticonceptivas y revistas como Playboy, cuyas páginas sueltas se compraban a buen precio fuera del recinto militar. Todos esos productos terminaron, con lógica, nutriendo un suculento mercado negro que engordó el bolsillo de los más avispados.

También la llegada de los americanos trajo una lluvia torrencial de dinero. Muchos vecinos entraron a trabajar allí, por primera vez con contratos dotados de sueldo digno y seguridad social. También un importante número de mujeres se incorporó por primera vez al mercado laboral trabajando en el servicio doméstico para los americanos. "Todo ese impulso económico hizo que, poco a poco, cambiara la opinión sobre los americanos. Del recelo a la simpatía porque, en una época donde no había nada, ellos lo tenían todo", explica la realizadora.

De este modo, Benítez Zamora ha cruzado en Rota'n'Roll distintas historias que se tocan entre sí para levantar esta mirada, con sus esquinas de acidez y sus renglones de ironía, sobre unos años que fueron intrépidos y templados. Así es posible oír al párroco confesar cómo pasó de contrabando una cadena musical para la familia del capellán de un buque militar; o al alcalde de aquellos años, Antonio Mañas, quien, con tremenda lucidez a sus 96 años, expone que le pedía dinero a los oficiales americanos para mejoras en el pueblo debido al absoluto desinterés de las autoridades franquistas.

Luego, hay piruetas surrealistas como la búsqueda de espías soviéticos de la KGB por los bares y locales de fiesta de Rota, la mayoría de ellos, por aquel entonces, en manos de seis familias chinas. "A uno de estas familias le obligaron a deshacerse del palomar que tenía en la azotea de su casa porque creían que usaba las aves para enviar mensajes a los buques rusos que pasaban por las inmediaciones de la costa de Cádiz", explica la directora de Rota'n'Roll, que comparte este año con Ruibal, por libre, de César Martínez Herrada, y Que nadie duerma, de Mateo Cabeza, el palmarés de los premios Imaginera.

El trabajo de arqueología sociológica y cultural de Rota'n'Roll también ahonda en los capítulos más sórdidos del desembarco americano. Saca a la luz incidentes (peleas, atropellos y hasta asesinatos) de los que apenas hay mención en las hemerotecas. "Para los marines poner un pie fuera de la base significaba libertad absoluta, porque estaban en un país lejano, exótico y fuera de su jurisdicción, lo que llevó a muchos de ellos a cometer muchos excesos", señala Benítez Zamora, quien recuerda que "los padres prohibían salir a sus hijas a la calle si sabían que un barco había llegado a la base".

También proliferó la prostitución hasta el punto de llamar la atención de medios internacionales como Newsweek o The Observer, que llegaron a destapar una trama de "trata de blancas", donde las jóvenes eran obligadas a prostituirse tras ser atraídas hasta Rota con anuncios de trabajo para secretarias y azafatas. En 1972, la revista erótica For Men Only bautizó a la localidad como "la nueva capital mundial del sexo" en un artículo titulado Rota, the city of supermarket sex. Estos hechos fueron negados insistentemente por el régimen de Franco.

Y, luego, la música, claro, que representó un elemento rompedor, y a la vez de unión, muy importante entre las dos comunidades. La señal de la American Forces Radio Rota (AFN Rota), que empezó a emitir en 1960, se sintonizaba más allá de los muros de la base radiando melodías poco o nada conocidas por esa época: temas de bandas míticas como The Beach Boys, The Beatles, The Rolling Stones... "La emisora de radio de la base era el gran tesoro en aire del pueblo", concluye el escritor Felipe Benítez Reyes, uno de los participantes en Rota'n'Roll.

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