Crítica 'Lejos del mar'

Víctima y verdugo

lejos del mar. Drama, España, 2015, 105 minutos. Dirección: Imanol Uribe. Guion: Daniel Cebrián, Imanol Uribe. Fotografía: Kalo Berridi. Intérpretes: Eduard Fernández, Elena Anaya, José Luis García Pérez, Ignacio Mateos, Susi Sánchez, Juan Motilla, Teresa Arbolí, Adrián Hernández, Olivia Delcán, Martxelo Rubio, Camino Texeira. 

Poco esperábamos a estas alturas de Imanol Uribe, cineasta que tuvo en los primeros ochenta (La muerte de Mikel, La fuga de Segovia) su particular momento de gloria a propósito de la visibilización del mundo del terrorismo etarra en un contexto histórico más complejo y polarizado (si cabe) que el de ahora. También en Días contados, instalada ya en otro modelo más asimilado, dejó muestras años más tarde de una cierta mirada de estirpe clásica en su seguimiento de un comando terrorista en el Madrid marginal de los noventa.

Poco esperábamos tras años de desorientación y barbecho industrial, y tal vez por eso nos sorprenda, hasta cierto punto, el camino elegido en, al menos, la mitad de esta Lejos del mar, un regreso a los fantasmas de ETA y sus secuelas en tiempos de paz a través del retrato de la compleja relación entre un miembro de la banda recién salido de la cárcel (Eduard Fernández, siempre creíble) y la hija de una de sus víctimas (Elena Anaya, no menos sólida en su contradictorio personaje) con el paisaje del Cabo de Gata de fondo.

Decimos la mitad porque es en la primera parte de esta película en la que Uribe se muestra más sorprendentemente contenido y efectivo en la narración, sin uso de música, sin apenas diálogos, basculando entre las secuencias largas (el peso del tiempo en el arrastre de un cuerpo en la arena) y las cortas para hacer avanzar la acción o dar algunos elocuentes apuntes dramáticos sobre el pasado de los protagonistas.

El problema es que este tono y ese juego de cámara sólo aguanta hasta la mitad de la película, que cae entonces, por momentos de manera estrepitosa, prisionera de los excesos argumentales, la superpoblación de personajes y tramas (el marido de ella, la hermana y el compañero de él, etc.) y una tendencia a sobrexplicar (¡esas noticias televisivas!) lo que ya había quedado claro, o apuntado con confianza en la inteligencia del espectador, respecto a un asunto tan espinoso y traumático (el dolor, la culpa, el arrepentimiento, el perdón, la identificación) como el que une en un extraño destino psíquico, erótico y trágico a una víctima y a su verdugo.

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