Hubo un tiempo en que el Periodismo aún ejercía como contrapoder real e independiente, señalando con arrojo y valentía los abusos, corruptelas y clientelismos de la política y los gobernantes. El mejicano Manuel Buendía fue una de esas voces libres que practicó el oficio sin pelos en la lengua ni temor a las consecuencias, aunque tuviera siempre a mano un revólver por si acaso. Él mismo decía que si un día lo mataban tendrían que hacerlo por la espalda y, en efecto, así fue: el autor de la columna ‘Red Privada’ en el diario Excélsior caía abatido en plena calle de México D.F. un 30 de mayo de 1984 tras recibir cuatro balazos a quemarropa.

Curtido en el periodismo de investigación criminal, Buendía fue desarrollando en la prensa mejicana de la posguerra un personal estilo denunciatorio que desentrañaba, siempre con datos fidedignos y un particular humor negro, las corruptelas, el auge de la ultraderecha, la infiltración de la CIA u otras guerras sucias que, como se escucha en este entretenido documental, estaban convirtiendo poco a poco los gobiernos legítimos de México, tantos años en manos del todopoderoso PRI, en una maquinaria más del crimen organizado.

De la relación entre Buendía, su asesinato y esta deriva salvaje de la política y la sociedad mejicana da buena cuenta un trabajo de investigación que busca, casi cuarenta años más tarde, esclarecer la versión oficial sobre la autoría de aquel crimen, despachada con cabezas de turco (entre ellas la del singular y cinematográfico ‘Moro’ Ávila) cuya inocencia intelectual y física ha quedado luego despejada, para apuntar a las posibles conexiones entre los servicios de inteligencia mejicanos y estadounidenses, el narcotráfico o la venta de armas en Centroamérica como origen de la orden de eliminar a quien por entonces empezaba ya a probar estas perversas alianzas en sus artículos diarios.

Un documental concebido como un thriller que recompone el contexto y la figura del periodista con abundante material de archivo y fragmentos de sus textos, recoge los reveladores y acusatorios testimonios actuales de amigos y colegas e impulsa la narración con reconstrucciones y un gran trabajo de montaje que nos llevan en volandas por el que tal vez fuera uno de los últimos grandes pulsos de un periodista en verdadero acto de servicio público contra la tela de araña de unas instituciones y una realidad corrompidas.