Siempre contigo | Crítica

Chaplin en Israel

Shai Avivi y Noam Imber, padre e hijo en 'Cuenta conmigo'.

Shai Avivi y Noam Imber, padre e hijo en 'Cuenta conmigo'.

Cualquiera ve de nuevo Rainman después de Siempre contigo, un filme israelí sobre la relación entre un adolescente autista (Noam Imber) y el padre (Shai Avivi) que lo cuida amorosa y celosamente. La cinta de Nir Bergman trasciende desde su hermoso prólogo en el tren bastantes tópicos hollywoodienses o bienintencionados sobre la enfermedad y sus consecuencias en el entorno familiar para abrazar una suerte de realismo poético donde el eco de El chico, de Chaplin, acompaña no sólo las horas de entretenimiento de nuestro joven ante su pequeña pantalla, sino que empapa también el espíritu de un filme que, sin dejar de mostrar las asperezas de una vida marcada por la dependencia y los cuidados constantes, adquiere un tono emocional preciso sin rebasar los límites del temido sentimentalismo.

Padre e hijo se lanzan así a una particular e íntima road movie de autodescubrimiento por Israel para escapar de un internamiento emancipador, huyendo también de una madre que no termina de entender ese fuerte vínculo primario entre ellos. Por el camino, encuentros, personajes, azares, pequeños accidentes y despedidas van configurando además la biografía de un hombre que decidió abandonarlo todo para cuidar a su hijo, un tipo al que Avivi presta una sobrecogedora verdad que puede palparse en la mirada y en el cuerpo.

Es posible que el guion se empeñe en contar más cosas y peripecias de las necesarias, o explicar cuestiones que podían intuirse sin necesidad de verbalizarlas. Con todo, Siempre contigo camina sólida y ligera en su tratamiento del asunto y sus complejidades y lo hace con tanta empatía y delicadeza como preciso pulso cinematográfico y emoción sincera.