La lista de los deseos | Crítica

La vieja mediocridad

Victoria Abril, María León y Silvia Alonso en 'La lista de los deseos'.

Victoria Abril, María León y Silvia Alonso en 'La lista de los deseos'.

A pesar de promociones y publirreportajes, nada nuevo y bueno trae, como era de esperar, esta comedia de Álvaro Díaz Lorenzo (Señor, dame paciencia, Los Japón), otra road movie con reparto a la moda por paisajes de film commission esta vez con el pretexto, que no con el tema, del cáncer como catalizador para una aventura femenina por etapas entre Sevilla, la costa gaditana y Marruecos protagonizada por dos amigas (María León y Silvia Alonso) y la señora (Victoria Abril) que una de ellas conoce en sus sesiones de quimioterapia.

Leo que la Asociación Española contra el Cáncer ha dado su visto bueno a la película sobre el tratamiento de la enfermedad en clave de ficción optimista y de buen rollo. La particular asociación de la crítica de un solo miembro que yo presido no es ya tan favorable a los escasos valores cinematográficos de la propuesta, que confunde hacer comedia con poner en boca de sus personajes chistes de segunda mano y dudoso gusto, y ponerse seria con hacer caridad con los pobrecitos marroquíes o montar una reunión de resultados de terapia en una consulta del oncólogo que provoca vergüenza ajena.

Entre medias, las paradas por el camino, los encuentros con personajes de cartón, los flirteos (porque nuestras chicas empoderadas quieren sexo y diversión), las comidas, bodas y simpas, las apariciones de episódicos populares (Reina, Tous, Velencoso…), unos cuantos chistecitos escatológicos o sexuales más y un repliegue con falso suspense, hacen de esta Lista de los deseos una muestra más de esa comedia de fórmula que debió hacerle gracia a sus responsables sobre el papel hasta que empezaron a rodarla.