The habit of beauty | Crítica

Duelo y redención a todo volumen

Casi tan pretenciosa como su título, que traducido vendría a ser El hábito de la belleza, esta cinta italo-británica abraza el melodrama de duelo y redención con tantos subrayados como exceso de énfasis en sus mensajes de superación del trauma y la culpa a través del sacrificio personal, las buenas acciones y el poder curativo del arte (sic).

La cosa va de un hijo muerto tras un accidente de tráfico, la separación de la pareja (él fotógrafo de éxito, ella modelo, interpretados por Vincenzo Amato y una Francesca Neri pasada de cirugía), el traslado a Londres y la imposibilidad de reconstruir una nueva vida por separado, en la que él se ha volcado en la enseñanza en un centro penitenciario, mientras que ella ha encontrado nueva pareja y abierto una galería de arte.

De la cárcel sale precisamente el personaje destinado a catalizar la redención: un joven problemático de barrio marginal y con sensibilidad artística sobre el que recae el recuerdo y el testigo del hijo muerto y en cuya propia redención de clase reside la moraleja de superación del filme, que aún nos reserva algún que otro drama más de cara a su desenlace.

Mirko Pincelli rueda con ciertas ínfulas de estilista posmoderno pero no controla sus desaforados materiales para escapar del telefilme de sobremesa pasado por el arte y ensayo más apolillado y ruidoso, eludiendo toda sutileza para gritar sus asuntos sin demasiada confianza en el espectador y, lo que es peor, sin mucha fe en el cine.